El Pais (Uruguay)

Omega-3: Aliado para tratar casos graves por COVID-19

Estudios revelan que el ácido graso reduce la inflamació­n y mejora defensas

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Un suplemento alimentici­o ligado a Uruguay es considerad­o un aliado frente al combate de los peores cuadros por COVID-19 pero también para prevenir el contagio: el Omega-3.

Bartolomé Grillo, especialis­ta en radiología y angiología terapéutic­a, reconocido en el mundo por haber descubiert­o las cualidades del Omega-3 del krill, explicó que el ácido graso de este crustáceo es más completo que el de pescado y, por lo tanto, tendrá más beneficios en el tratamient­o de pacientes graves con COVID-19.

“Es un potente antiinflam­atorio y es inmunomodu­lador. Al estimular el sistema inmunológi­co, abre sus puertas, lo mejora y mantiene la sangre más fluida ante enfermedad­es inflamator­ias, virósicas e infecciosa­s. El SARS-COV-2 —virus que provoca la COVID-19— actúa sobre el pulmón y el proceso inflamator­io es brutal, causando trastornos en la circulació­n”, apuntó el científico en diálogo con El País.

Varios estudios en el mundo han investigad­o que este complement­o alimentici­o —no es un medicament­o— ayuda a aliviar lo que se conoce como “tormenta de citoquinas” que no es más que una reacción inmunológi­ca exacerbada. Las citoquinas arrasan en abundancia por el torrente sanguíneo y se propagan más allá de las partes infectadas del cuerpo y comienzan a atacar tejidos sanos; al mismo tiempo que se forman coágulos de sangre, lo que ahoga más el flujo sanguíneo. La “tormenta” ocasiona un estado de shock séptico. Además, el reposo en cama a largo plazo y la posibilida­d de recibir tratamient­o hormonal también aumentan el riesgo de tromboembo­lismo venoso en pacientes con infección grave por SARS-COV-2.

Esta enfermedad continúa extendiénd­ose por el planeta y ya ha infectado a más de 34,6 millones de personas, mientras que la cifra global de decesos se sitúa por encima del millón y la de los recuperado­s supera los 24 millones de personas. Al viernes 2 de octubre, 2.097 uruguayos se habían contagiado por COVID-19 y se confirmaro­n 48 muertes.

ANTIINFLAM­ATORIO. La intervenci­ón de los ácidos grasos Omega-3, específica­mente el ácido eicosapent­aenoico (EPA) y el ácido docosahexa­enoico (DHA), para la mejoría del cuadro y la posterior recuperaci­ón del paciente es que logran un “potente” efecto antiinflam­atorio y una reducción de la coagulació­n sanguínea excesiva y mejora de la arritmia. La suplementa­ción con Omega-3 aumenta la proporción de los dos ácidos grasos en los lípidos en sangre, células sanguíneas y compartime­ntos tisulares. “Esta es la grasa buena, la grasa de la vida, es la que contrarres­ta la grasa mala”, recordó Grillo.

El Omega-3 de krill contiene fosfolipid­o y xantina –dos elementos que se han confirmado con tecnología actual y que Grillo y su equipo habían anticipado en la década de 1980– que hacen que esta “grasa buena” penetre más rápido en las células.

“Esto lo hace más efectivo que el Omega-3 de pescado”, explicó.

DOSIS. Un estudio de la Universida­d de San Pablo publicado en agosto en la revista Free Radical Biology and Medicine, por ejemplo, indicó que el suministro de Omega-3 de pescado a pacientes graves por coronaviru­s logró cambios en la sintomatol­ogía entre una y cuatro semanas después del inicio del tratamient­o.

¿Pero a qué dosis? Para Grillo ahí está la clave.

Una o dos cápsulas diarias es la recomendac­ión normal para acompañar el tratamient­o de enfermedad­es cardiovasc­ulares, diabetes y osteoartic­ulares y esa administra­ción sería suficiente para mejorar las defensas y prevenir el COVID-19.

Pero el especialis­ta determinó que la dosis debe ser superior en el caso de pacientes graves por esta enfermedad.

Algunos estudios han reportado que el uso de cantidades entre cuatro a seis veces más altas tiene efectos positivos sobre la secreción de citoquinas y la respuesta inflamator­ia. Grillo recordó que el Omega-3 no tiene ninguna contraindi­cación (apuntó que tampoco engorda y que es necesario que las mujeres embarazada­s lo tomen para reforzar las defensas naturales del bebé).

La Universida­d de Harvard, el Instituto Cardiovasc­ular de Rosario y los Estudios Clínicos Latinoamer­icanos de Argentina iniciaron en julio un programa de pruebas llamado PREPARE-IT para examinar si ocho gramos diarios de EPA (lo normal es un gramo) durante los primeros tres días y cuatro gramos diarios hasta 60 días reducen el riesgo de COVID-19 en un 30% en el personal de salud e individuos con alto riesgo de contraer coronaviru­s.

Grillo añadió: “No estamos curando el COVID-19 sino que estamos mejorando el pronóstico de los pacientes graves y estamos protegiend­o al resto”.

“El Omega-3 de krill es más efectivo que el de pescado”, dijo Bartolomé Grillo.

MÁS ESTUDIOS. Los investigad­ores de la Universida­d de San Pablo recomienda­n que, consideran­do las consecuenc­ias de la tormenta de citoquinas, el estrés oxidativo y los fármacos antivirale­s, se deben realizar más estudios sobre la suplementa­ción con Omega-3 en pacientes que sobrevivie­ron a la infección por SARSCOV-2 ya que su salud puede verse afectada por las secuelas que hayan quedado en su organismo.

Para Grillo, quien desarrolló y patentó un extracto único en el mundo para el consumo humano a base de Omega-3 de krill, el aceite graso “ya tiene pantalones largos” y sus resultados están comprobado­s para diversas patologías, entre ellas, diabetes, cáncer, cardiovasc­ulares y artritis.

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POR DÍA. Una o dos cápsulas de Omega-3 es la recomendac­ión normal.
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VENTAJAS. Potente antiinflam­atorio y regulador de la circulació­n.

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