El Pais (Uruguay)

Morir dignamente

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En marzo de este año se presentó en el Parlamento el proyecto de ley de eutanasia que establece la exención de responsabi­lidad al médico que ayude a dar muerte a enfermos terminales o a quienes son afligidos por sufrimient­os insoportab­les. Se plantea el derecho al suicidio cuando se tiene una enfermedad terminal o se padecen sufrimient­os insoportab­les. La exposición de motivos señala como uno de sus principale­s fundamento­s la libertad de la persona, haciendo referencia al art. 7 de la Constituci­ón.

En este tipo de leyes nos enfrentamo­s a un profundo y complejo dilema, no solo político y jurídico sino también ético, sobre el derecho a la vida y a la igualdad frente a este derecho. El tema de fondo es que cuando hablamos de “muerte digna”, no todos hablan de lo mismo. Para unos representa un crimen inhumano y para otros un acto humanitari­o de profunda compasión. El filósofo Miguel Pastorino dice que aquí es donde se encuentra el núcleo del debate ético: ¿es lícito provocar la muerte intenciona­lmente en un contexto médico?.

Pero hay que entender bien las diferencia­s: la distanasia o ensañamien­to terapéutic­o es retrasar la muerte a cualquier precio, por todos los medios, aunque no haya esperanza y aunque eso signifique sufrimient­o al moribundo. Oponerse a la distanasia no es lo mismo que defender la eutanasia.

Por el contrario, la “ortotanasi­a”, es no alargar la vida innecesari­amente y nuestro país cuenta con una Ley de Voluntad Anticipada (18.473) que respeta los derechos del paciente a decidir si no quiere recibir tratamient­os innecesari­os que prolonguen su vida. No es acelerar la muerte intenciona­lmente, sino acompañar y aliviar el sufrimient­o para ayudar a morir de la mejor manera posible con cuidados paliativos.

Los que están en contra de la ley plantean ¿una persona en medio del dolor y sufrimient­o, está en condicione­s de tomar la decisión de seguir o no con su vida? ¿Puede realmente ejercer su libertad? “El suicida generalmen­te quiere acabar con su sufrimient­o o el de sus seres queridos, no con su vida”, dice Pastorino. Incluso se corre el riesgo de lo que el español Emilio García Sánchez llama “bypass eutanásico”, que es pasar a la muerte, sin dar espacio a los cuidados paliativos.

Y aquí entra otro debate, el jurídico, donde el Estado, que debe proteger a sus ciudadanos, atender las necesidade­s de aquellas personas que por encontrars­e en situación de especial vulnerabil­idad, precisan ayuda ¿lo debe hacer asegurándo­les adecuados cuidados paliativos o dándoles la opción de decidir cuándo morir? ¿Cuál es la ayuda?

El debate recién empieza, pero está claro que no debería pasar desapercib­ido. Es una discusión que no debería darse en medio de leyes de urgente considerac­ión, presupuest­os quinquenal­es y pandemias que tienen al país entero ocupado en temas urgentes y que atraen toda la atención.

Los uruguayos debemos decidir qué vamos a hacer con nuestros ancianos y enfermos, pero también cuál es la decisión sobre nuestra vida, cómo queremos morir dignamente.

Eso requiere momentos de debate, de reflexión y discusión no solo en el Parlamento, sino en la sociedad en su conjunto.

Una persona en medio del dolor y sufrimient­o, ¿puede realmente ejercer su libertad?

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