Desmitificar los relatos
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Hemos asistido, durante los últimos tiempos, a una visión muy parcial por una parte del espectro político y de la ciudadanía que los apoya.
Esto, que ha generado una brecha cada vez más amplia y que nada bien le hace a una democracia, parte del supuesto que solo de un lado están los buenos, honestos y solidarios ciudadanos (”si es de izquierda no es corrupto y si es corrupto, no es de izquierda”) y del otro el resto de los uruguayos que parecería, según este razonamiento, solo piensan en su bienestar y en nada les importan los seres humanos y sus necesidades y sufrimientos.
El FA, dueño de la verdad y de la virtud sin fisuras, no miente (Bengoa, Sra. Topolansky que vio “con sus propios ojos” un título inexistente, Sendic, titular del mismo, Cendoya y la destrucción de documentos, Toma y sus viajes, y podríamos agregar un largo etc).
Solo ellos, además, sabían hacer las cosas y así se embarcaron, vendiendo ilusiones a diestra y siniestra, en proyectos de costo faraónico que quedaron por el camino y significaron solamente la utilización de manera irresponsable de nuestros dineros, leáse fiesta de Ancap, cocina del Antel Arena, ,regasificadora, tan bien señalada por el Sr. Zabalza al Ing. Martinez mostrándole el “paisaje” de su inoperancia, y tantas otras “bondades” de estos buenos gobernantes que sí sabían cómo hacer las cosas.
Todo esto llevó a un legado que nos dejó 500.000 personas caídas en la pobreza (¡ellos hablaban de 300.000 pero la pandemia supo contar mejor!), legado que nos duele tanto a todos los uruguayos más un deterioro y desprecio por el idioma, cuanto más vulgar más efectista y un desatino en el discurso como para llevar al Sr. Mujica a reírse desde el estrado y festejado por tantos, de la Ec. Raffo y su apariencia. ¡Lamentable!
Solo resta esperar una reacción de todos los uruguayos para volver a ser el país que da oportunidades a sus ciudadanos y poder recuperar el pueblo culto y educado que supimos ser.
Y por lo visto hasta ahora y en medio de una pandemia global que no sabe de excepciones y condiciona la vida en todo sentido, sentimos y creemos que vamos por el buen camino.