Defender lo indefendible
Trump es un Tyson que solo tira tarascones a la oreja de Holyfield. También es uno de esos boxeadores que no levantan la guardia y por eso ofrecen blancos a los puñetazos de knockout. Pero Joe Biden es un contrincante que se deja morder la oreja y carece de puntería y de energía para aprovechar los flancos y meter la mano knockeadora.
Se suponía que Kamala Harris aportaría la energía y la puntería que le falta a Biden, pero el debate que mantuvo con Mike Pence mostró en ella falencias similares a las del candidato presidencial demócrata.
Al debate entre los vicepresidentes lo ganó Pence; pero no por haber sido superior a Harris ni por haber esgrimido argumentaciones irrefutables. Ganó porque a él le tocó defender lo indefendible. La senadora demócrata era quien tenía decenas de pelotas picando en la puerta del arco y, como su compañero de fórmula, no supo introducir ninguna en la valla del rival.
Lo difícil es defender a Donald
Trump, no atacarlo. Y el actual vicepresidente habló de su jefe como si fuera una mezcla virtuosa de Roosevelt y Eisenhower, en lugar del líder extremista que insulta todo el tiempo a rivales y a críticos, miente de manera compulsiva y divide peligrosamente a los norteamericanos llevándolos hasta los umbrales de la violencia política.
Sin perder la calma ni el trato respetuoso, Mike Pence supo satisfacer a los radicalizados seguidores de Trump, actuando con modales aceptables para el conservadurismo democrático que ve al magnate neoyorquino como un engendro del populismo ultraconservador-blanco, indigerible para el electorado de la centroderecha moderada.
Pence es quien está a cargo de la lucha contra la pandemia, en un gobierno que convirtió el Aire Force One y la Casa Blanca en focos de contagio. Pero Harris no mencionó eso ni el activismo antidistanciamiento social y antibarbijo que realiza el presidente aun estando infectado. Tenía en frente al encargado de organizar la lucha contra el coronavirus y no habló de los actos multitudinarios y sin distanciamiento que realiza la campaña electoral de la fórmula que él integra. Tampoco recurrió a revelaciones como las que hizo Bob Wooward en su último libro: el presidente le pidió a Xi Jinping que lo ayude a ganar la reelección. Igual que Joe Biden, la candidata demócrata a la vicepresidencia se olvidó de decir que Trump es el hombre que el Kremlin quería en la Casa Blanca y por el que interfirió en el proceso electoral con sus escuadrones de hackers y lo está haciendo nuevamente porque quiere que vuelva a ganar.
También en el terreno del cambio climático sobraban flancos para lograr un knockout fulminante. Pero los golpes contundentes nunca fueron lanzados. Y hubo otras muchas pelotas picando en la puerta del arco que la fórmula demócrata no supo convertir en gol.
Biden venció a Trump en el debate porque, aunque boxeando muy mal, en el debate fue un Holyfield que terminó la pelea con la oreja entera. En cambio en el debate vicepresidencial, aún con argumentos inferiores a los de Harris, el ganador fue Pence, porque era él quien tenía una misión imposible: defender lo indefendible.