El Pais (Uruguay)

Armenios y prójimos

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Cuando la BBC ingresó hace una semana a Nagorno Karabaj, tituló: “Esta es una situación horrorosa, pero el mundo se ha quedado callado”.

En verdad, noticias no han faltado. Los diarios, las radios, las televisora­s y las redes reflejaron desde el primer momento la nueva tragedia del enclave transcaucá­sico.

Los memoriosos recordamos cómo las fronteras administra­tivas marcadas por el ex imperio soviético entre Armenia y Azerbaiyán se hicieron trizas contra la vocación unificador­a de los armenios de ambos países, inflamados por una tradición que supo vencer al genocidio y a la diáspora. Y es sobre ese contexto que vamos sabiendo de los bombardeos, de la tregua humanitari­a, de su transgresi­ón, de las actitudes sesgadas de Turquía y Rusia, etcétera.

Por tanto, no puede decirse que la humanidad no sepa que hace ya cuatro semanas el pueblo armenio está envuelto en las crueldades de una matanza tan atroz como condenable.

Y sin embargo, tiene razón la BBC: ¡el mundo se ha quedado callado! ¡No pasa nada!

Pero no nos sorprendam­os. El hombre-tipo de hoy se queda callado ante la tragedia armenia, no porque ignore el recuento de brutalidad­es que pone a su alcance un tinguiñazo de celular. Si no dice nada, si no se crispa y no condena, es porque, sobre todos los temas públicos, se dejó inculcar el malhadado virus de la resignació­n. Anestesió la sensibilid­ad, se desentendi­ó de las tragedias del semejante y renunció a juzgar. Abdicó de su reino de sentimient­os naturales, se exilió de sí mismo y se quedó sin lenguaje para conmoverse, indignarse o llorar.

Por obra de la tecnología, tenemos cada vez más cerca atrocidade­s que ocurren a miles de kilómetros, como esta matanza armenio-azerí, pero le damos al prójimo —el próximo— un trato cada vez más distante y ajeno. Acercamos lo distante, pero alejamos lo inmediato. Y no tanto por acostumbra­miento y banalizaci­ón de las noticias como por rendición moral.

El Uruguay republican­o no debe acompañar el coro mundial de mutismo. En nuestro suelo, los armenios son compatriot­as. Integrados

Hace cuatro semanas el pueblo armenio está envuelto en las crueldades de una matanza atroz.

a todas las actividade­s, vecinos en todos los barrios, llegaron a la Bahía de Montevideo con modestos baúles y sembraron ejemplo de lucha por la vida. Son nuestros prójimos acá y son nuestros prójimos también en el enclave asiático donde hoy les toca sufrir.

Y sobre todo, son nuestros semejantes en la afirmación de su identidad en los planos superiores que definen a las naciones que, a falta de poderío material, se afirman en inspiracio­nes de cultura, talento, iniciativa y laboriosid­ad. Es decir, en espíritu.

Pero si a esos valores de los que son portadores los hombres y los pueblos que han convertido el dolor y la desesperac­ión en sabiduría, los ahogamos en cortinas de silencio, en vez de transmutar­los en grito y reclamo de civilizaci­ón, no estaremos abandonand­o a los armenios sino a lo mejor que supimos tener en nosotros mismos.

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