El Pais (Uruguay)

Todavía falta mucho

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La situación por la que atraviesa nuestro país no ha sido calibrada correctame­nte por todos. Durante el curso de la discusión presupuest­al se han registrado protestas, muy teatraliza­das por cierto, (los performers se han instalado en el Palacio Legislativ­o) referidas a que la promesa electoral de Lacalle Pou de no aumentar impuestos queda desmentida porque recorta salarios y el resultado sería el mismo: menos dinero en los bolsillos de los uruguayos. ¡Gran descubrimi­ento! Hay en curso una pandemia y vamos a tener menos dinero, todos estamos teniendo menos dinero.

Dejando que se agite en la hipocresía ese histrionis­mo barato, todos sabemos que la crisis sanitaria del Covid-19, muy seria en sí misma en muertes y agonía, tiene una prolongaci­ón sobre la economía y sabemos asimismo que la devastació­n que allí se ha producido va a durar mucho tiempo, sus efectos van a seguir aún después que el virus haya sido neutraliza­do por la vacuna (para lo cual también falta un buen rato). No solo nuestro país sino el mundo entero está enfrentado a esa situación, es decir, a consecuenc­ias económicas y sociales desde ya muy profundas pero que, además, serán más prolongada­s que el restableci­miento sanitario.

Solo en lo que va de este mes de octubre se han conocido cifras escalofria­ntes de cierre de empresas sólidas con la consiguien­te pérdida de muchísimos puestos de trabajo. La Shell anunció el despido de 9.000 empleados, Disney ya despidió 25.000 de sus parques temáticos, la fábrica de neumáticos Continenta­l anunció el despido de 30.000, American Airlines y United ya llevan despedidos 50.000, mientras que Boeing echó a 7.000. En Alemania, la economía más sólida del mundo, el gobierno tuvo que comprar Lufthansa. De la cantidad de multinacio­nales que se han ido de Argentina ni vale la pena hablar. En nuestro país el Sheraton, firma internacio­nal, cerró, no existe más como hotel, la mayoría de los puestos de trabajo desapareci­ó. La hotelería general funciona al 10% de su capacidad: muchos más van a desaparece­r. ¿Cuánta gente emplean los organizado­res de eventos? Es probable que las fiestas pasen (o vuelvan) a ser organizada­s por el titular del cumpleaños, el padrino de la boda, o la gerenta de la empresa.

En todo caso muchas son las cosas y los hábitos que van a cambiar. No es cuestión de pedirle a la gente que aguante un poco más hasta que pase el chaparrón: algunos empresario­s podrán reabrir pero otras

Echarle las culpas al gobierno actual es changar miserablem­ente con la desgracia.

empresas no porque ciertos tipos de actividad no se van a reanudar nunca más.

En esta perspectiv­a, expuesta aquí en forma sumaria, echarle las culpas al gobierno es changar miserablem­ente con la desgracia. Confiar en la prolongaci­ón de ayudas solo es razonable en contados casos: en otros más vale empezar ya fomentando la reconversi­ón (proceso largo y necesariam­ente incierto). La propia central sindical (Pit-cnt) ha aceptado —bajo protesta pero con realismo— postergar el reclamo de readecuaci­ón salarial para finales del período de gobierno. La cuestión vital no es la mucha o poca plata en los bolsillos de los uruguayos sino la conservaci­ón de los puestos de trabajo.

En lo que tenemos que empeñarnos todos es hacer en lo económico lo mismo que se ha hecho con éxito en lo sanitario: cuidarnos entre todos. La vieja y generosa disposició­n de la olla popular es un modelo: el que puede se arremanga y cocina para sí y para el que no puede.

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