El triunfo de una mujer a prueba de toda crisis
▃▃ Jacinda Ardern asumió su cargo de primera ministra en 2017 haciendo la apología del pensamiento “positivo”, actitud que le resultó muy útil durante su primer mandato, marcado por una serie de crisis sin precedentes en Nueva Zelanda. La líder laborista, reelegida ayer sábado, tuvo que lidiar con el peor ataque terrorista en el archipiélago, una erupción volcánica mortal, la recesión más grave en más de 30 años y el desafío histórico de la pandemia del COVID-19.
También dio a luz a su primer hijo, convirtiéndose en un símbolo del progresismo de centro-izquierda en un mundo dominado por figuras masculinas populistas.
En marzo de 2019 Ardern demostró sus cualidades, cuando un supremacista blanco mató fríamente a 51 fieles en dos mezquitas de Christchurch (sur). Reaccionó a la matanza con una mezcla de compasión, solidaridad y dolor compartido al consolar a las víctimas. Pero también se destacó por la respuesta política, abogando por el control de armas y la necesidad de incitar a las redes sociales a actuar contra los contenidos extremistas, lo que le valió alabanzas en el extranjero.
Durante la campaña, su partido aprovechó plenamente sus éxitos en la otra prueba de su mandato, la pandemia, que causó la muerte de 25 personas en el archipiélago de cinco millones de habitantes.
Al presentar los comicios como “las elecciones COVID-19”, la líder insistió en que su partido era el único capaz de garantizar la seguridad de los neozelandeses, gracias a una estrategia que implica el estricto control de las fronteras y amplias campañas de detección.
Nacida en 1980 en Hamilton, al sur de Auckland, Ardern cuenta que forjó sus convicciones de izquierda al contacto con la pobreza que vio en Nueva Zelanda. (Con información de AFP)