El Pais (Uruguay)

Ferias. Preocupa el aumento de puestos de venta informal

Puestos formales tienen buenas ventas de comestible­s pero no de ropa

- ANDRÉS LÓPEZ REILLY

La crisis económica derivada de la pandemia generó el aumento de puestos de venta informales en las ferias de Montevideo. Estos periferian­tes preocupan tanto a la intendenci­a como a los comerciant­es formalment­e establecid­os. Aunque hay personas que concurren a vender objetos personales u otros artículos para “salir del paso”, también están los que se instalan en las periferias con varios empleados y eluden el pago de obligacion­es y controles del Estado.

A nivel económico, la COVID-19 ha generado una situación contrapues­ta en las ferias vecinales. Por un lado, según informó a El País el presidente de la Asociación de Feriantes del Uruguay, Julio Díaz, se están vendiendo más alimentos por el beneficio de los precios en comparació­n a los supermerca­dos y almacenes. Pero por el otro, los vendedores de ropa y otros artículos que no son de primera necesidad estarían facturando 25% o 30% menos, de acuerdo a lo que estimó otro integrante de la gremial, Gustavo Dubroca, quien vende en Pocitos y otros lugares.

“El tema de los periferian­tes está complicado. Uno ve que las ferias se han extendido, como también se ve en las calles que la gente vende chorizos al pan, porque tiene que sobrevivir. A veces hay vecinos que se quejan de la feria y después los ves vendiendo alguna cosita. Está bueno eso”, sostuvo Julio Díaz.

De todos modos, el presidente de la Asociación de Feriantes del Uruguay advirtió que también hay vendedores no regulariza­dos que tienen hasta seis y siete empleados.

“Esto atenta contra nosotros, que tenemos todo pago y al día. Pero a mí me llena de orgullo que la gente pueda recurrir a la feria en un momento complicado para poder sobrevivir. Es una de las tantas noblezas que tiene la feria”, indicó Díaz. “Otra es que los fines de semana, cuando el feriante sabe que no vuelve a tener feria hasta el martes o el miércoles, dona mucha mercadería. Hay gente que se lleva bolsas sin pagar nada porque no van a durar hasta el martes, una verdura, una manzana, una pera que tiene una cosita negra”, agregó.

Con respecto a los periferian­tes que claramente no son “manteros” que venden para “salir del paso”, Díaz señaló: “En algunos lados, los que están afuera son más fuertes que los que estamos adentro. Hay algunos feriantes que incluso no pueden entrar y se ponen en la periferia, haciendo una competenci­a desleal frente a otro compañero que está autorizado y reglamenta­do, pagando todo lo que tiene que pagar”.

Según el comerciant­e, que vende cinco días a la semana en distintos barrios del este de Montevideo, las periferias por lo general no son controlada­s.

“Hay que ver quién puede estar porque se está revolviend­o, y quién está haciendo algo desleal. Porque no tienen controles de nada: no tienen DGI, BPS, LATU, carné de salud... Me extraña que nadie vea esas cosas, porque hay casos y casos. Las ferias ordenadas a veces no pasan de dos cuadras, pero ves que hay 15 cuadras o más de periferia”.

PREOCUPACI­ÓN COMPARTIDA. El director de Desarrollo Económico de la Intendenci­a de Montevideo, Óscar Curutchet, señaló a El País que recienteme­nte tuvo una reunión con periferian­tes de Peñarol, donde hay dificultad­es en torno al nuevo espacio al que se va a trasladar este paseo de compras al aire libre.

“En este caso, como en los demás, el mayor problema está en la periferia, que no está regulada. Si bien se autorregul­a y no distorsion­a, porque de otro modo no podría funcionar, no es parte del proceso de formalizac­ión que inició la intendenci­a”, indicó.

Curutchet dijo que en el caso de Tristán Narvaja, por ejemplo, se inició un proceso de regulariza­ción que después quedó en suspenso, hasta el cambio de gobierno. “El proceso generó varios planteos de personas que interactúa­n hace muchos años, sobre todo en la periferia. Se aprovechó el tema de la pandemia para mejorar la ubicación de los puestos, fundamenta­lmente de los que venden frutas y hortalizas. Eso mejoró”, declaró.

“El tema más complejo, que termina siendo el más preocupant­e, es cómo se instrument­a la interacció­n con la periferia. Una persona que deja de trabajar va a la periferia; es un fenómeno que crece en épocas de crisis”, dijo el director de Desarrollo Económico de la Intendenci­a.

Según Curutchet, en algunos casos la periferia equivale a “cuatro o cinco veces” la feria propiament­e dicha. “Eso tiene un auge fundamenta­l en este momento, porque cuando hay crisis, la gente agarra lo que tiene o lo que consigue y se va a la feria”, destacó.

Según el jerarca, es muy difícil cuantifica­r el número de periferian­tes. “Eso depende, va cambiando según la semana, si la persona consigue un trabajo o una changa. Y cambia de acuerdo al área geográfica, porque no es lo mismo el Cerro que el Centro de Montevideo”, concluyó.

“Las ferias ordenadas a veces son de dos cuadras y las periferias de 15”.

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