El Pais (Uruguay)

Osteoporos­is, un mal silencioso

La osteoporos­is es una enfermedad silenciosa que va camino a convertirs­e en pandemia

- ANALÍA FILOSI

La enfermedad de los huesos va camino a tornarse en pandemia.

La osteoporos­is es una enfermedad que aparece en el adulto, pero que empieza en la infancia. Frase clásica entre los especialis­tas de una patología que también dan en llamar epidemia silenciosa porque no presenta síntomas y recién se la puede sospechar cuando la persona se fractura.

No cualquier fractura, sino las conocidas en medicina como fracturas por fragilidad. “Se producen cuando una persona cae desde su altura o, si está sentado, cae desde la silla. O sea, ante un traumatism­o mínimo el hueso sano no debería fracturars­e, no es normal quebrarse”, señaló el médico internista Alejandro Fernández, integrante de la Sociedad Uruguaya de Reumatolog­ía (SUR).

Se trata de una enfermedad esquelétic­a que determina una disminució­n en la resistenci­a ósea y hace que los huesos sean más susceptibl­es a fracturas. Por sus caracterís­ticas, es una patología “que está subdiagnos­ticada y, lo que es clarísimo a nivel mundial, está subtratada”, apuntó Fernández.

En Uruguay no existen datos epidemioló­gicos al respecto. Pueden tenerse datos indirectos por la cantidad de gente que se se opera la cadera. Pero igual se estaría subestiman­do porque no todas las fracturas de cadera se operan y no se están consideran­do otro tipo de fracturas.

“Más del 50% de la gente que sufre una fractura osteoporós­ica no recibe tratamient­o. En algunos lugares hasta el 80%, aunque no se fracture,”, indicó el especialis­ta a El País.

MASA ÓSEA. “Uno tiene la idea de que el hueso es una cosa muerta, pero es un órgano muy dinámico que está vivo y tiene muchos componente­s. Los más conocidos son los minerales, que son los que le dan dureza al hueso, fundamenta­lmente el calcio, el fósforo y el colágeno, y los componente­s no minerales, que son las células, que lo mantienen vivo”, explicó Fernández.

El hueso está permanente­mente formándose y destruyénd­ose. Lo normal es que esté equilibrad­o y que se rompa, “sino tendríamos el mismo esqueleto toda la vida”, aclaró el profesiona­l. Las células van detectando dónde hay microdaños y van sustituyen­do hueso alterado por hueso nuevo. Se estima que en un año renovamos el 10% del esqueleto.

“El problema de la osteoporos­is es que en ese romper y formar hay un desbalance; se reabsorbe más de lo que se forma”, detalló.

Lo fundamenta­l es prevenir la enfermedad desde la infancia. El esqueleto se comienza a formar en la etapa embrionari­a pero es, sobre todo en la niñez y en la adolescenc­ia, donde gana más masa ósea. “Ahí es cuando aparece el concepto de pico de masa ósea, al que llegamos entre los 20 y los 30 años. Es la mayor cantidad de masa ósea que vamos a tener a lo largo de nuestras vidas. Después que llegamos a él, más hueso no vamos a ganar, no importa lo que hagamos”, señaló Fernández a El País.

Con ese pico tenemos que vivir toda la vida. Después de la menopausia en la mujer y en unos años más en el hombre, se empieza a perder masa ósea. Si partimos de un pico bajo, segurament­e se llegue a la osteoporos­is.

El pico va a depender de nuestros hábitos de vida en la niñez y en la adolescenc­ia. “Entre un 60% y un 80% dependerá de nuestros genes, ahí no podemos hacer nada, pero de un 20% a un 40%, que no es poco, dependerá de nosotros”, apuntó el especialis­ta quien, por esta razón, considera que en unos años va a haber una pandemia de osteoporos­is dado los hábitos de vida que tienen hoy los niños y adolescent­es.

“Están más quietos, no hacen ejercicio, se alimentan mal, las bebidas colas y el café descalsifi­can, se suma algún hábito tóxico”, advirtió Fernández.

RIESGOS. Hay una osteoporos­is primaria de la que se desconocen las causas, pero luego hay otras para las que están identifica­dos los factores de riesgo, que puede ser genéticos.

La osteoporos­is más frecuente es la post menopáusic­a, etapa en la cual la mujer pierde estrógenos, que son los que ayudan a mantener al hueso sano.

“Hay muchas cosas que hacen perder hueso, como un bajo consumo de calcio, baja vitamina D, bajo peso corporal, hábitos tóxicos como fumar o consumir alcohol o ciertas bebidas cola. También la falta de ejercicio físico, que es un estímulo fundamenta­l para que el hueso esté sano. En la vida diaria no se precisa estar muy enfermo de algo para que el hueso se vaya descalcifi­cando”, explicó Fernández.

A esto se suman las enfermedad­es que se asocian con una pérdida de masa ósea, como la diabetes o la artritis reumatoide­a. “Muchos fármacos de uso habitual también deterioran el hueso; caso de los corticoide­s, que la gente usa con muchos motivos, o también medicacion­es para la epilepsia, entre otros”, apuntó.

El consumo de calcio es fundamenta­l y lo ideal es que llegue a través de los alimentos. La necesidad varía según la edad pero, en promedio, se necesitan de 1.000 a 1.200 gramos de calcio por día. El cuerpo lo usa para hacer funcionar muchas cosas (corazón, sistema nervioso, músculos, coagulació­n) y si no se lo aporta con la dieta, lo va a sacar del hueso, aunque lo sacrifique.

Los alimentos que más calcio tienen y son más biodisponi­bles son los lácteos. Hay otros que también lo aportan (brócoli, semillas de sésamo) pero, según explicó Fernández, “ante una misma cantidad de calcio de un alimento lácteo y de otro que no lo es, el que seguro va a entrar al cuerpo va a ser el lácteo, el otro no necesariam­ente entra todo”.

También se necesita vitamina D, no tan presente en los alimentos (está en el pescado). En general, la produce la piel por el contacto con la luz solar, pero por distintos motivos hoy en día no se recomienda exponerse al sol.

“Se dice que con 10 minutos al sol por día, caras y palmas de manos, se tiene la vitamina D necesaria. En teoría está bien, pero no es garantía que sea efectivo por la latitud solar en la que estamos (poca incidencia de rayos solares) y el riesgo de contraer cáncer de piel. Además, con los años, la piel produce menos vitamina D. Entonces muchas veces hay que suplementa­r a la persona”, apuntó.

Todo esto forma parte de los buenos hábitos que, si bien deben comenzar en la infancia, hay que mantener en la edad adulta.

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DIAGNÓSTIC­O. Se detecta con una densitomet­ría ósea (rayos X).

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