El Pais (Uruguay)

“Soy la sorpresa inesperada y eso me gusta”

Wosh Machin habla sobre sus obras en Teatro Metro

- NICOLÁS LAUBER

Es viernes por la noche y hay una extensa fila por la calle San José para ingresar al Teatro Metro. Dentro de la sala no se presentan Facundo Arana, Moria Casán o Soledad Silveyra, sino una camada de jóvenes artistas del teatro under liderados por Wosh Machin, quien se encarga de escribir y dirigir las piezas que se presentan cada semana en este teatro.

Nacido en una familia humilde cerca del Cerrito de la Victoria, el primer acercamien­to de Machin con el teatro fue cuando tenía seis años, cuando jugaba mucho tiempo solo e inventaba diálogos y situacione­s. “Ahí fui entendiend­o que el teatro era la excusa para no sentirme solo, porque ahí encontré la compañía que necesitaba”, dijo Machin a El País.

También el Pastor Márquez y su iglesia ayudaron a moldearlo. “Mucho de lo que soy hoy es gracias al Pastor Márquez. Él es mi referente en liderazgo y también en el concepto de paternidad porque he encontrado en sus palabras el consuelo y la ayuda que necesitaba”, dijo.

Su primer éxito fue Ni un golpe más, que presentaba diferentes cuadros sobre violencia de género. Esa pieza llegó a oídos de la dirección del Teatro Metro que le ofreció un lugar para que pueda presentar sus obras. “Una cosa es hacer teatro under que estás en un ambiente distentido y otra en hacerlo en un teatro comercial donde se presentan eminencias del espectácul­o”, dice Machin quien se fue de la reunión con la propuesta de hacer sus obras en esa sala.

Desde que reabrieron las salas de teatro, Machin no paró de reestrenar obras cada semana como Frágiles y alguna nueva producción como

brillar o Nosotras, siempre abordando temas sociales, el motor de su “teatro de conciencia”. Este viernes, a las 21.00 es el turno de Hijo mío, un drama sobre una familia que llega a su límite.

Para noviembre tiene anunciado el estreno de Bravas, cuyo

Aelenco contará con Eunice Castro como la cara más conocida. —¿Cómo te definís? —Creo que si hay un término para definirme es resilencia. El proceso de crecer me enfrentó desde muy chico a la discrimina­ción. Viví esa situación por mi aspecto físico o porque me gustaban los chicos. También por venir de una familia cristiana. Después fui creciendo y me hice más fuerte. Ser gay y cristiano es difícil, porque la gente no está preparada. Por eso me siento un rompe esquemas.

—Decías que sufriste discrimina­ción por tu aspecto físico.

—Luché mucho con mi autoestima por una dificultad que tenía en el rostro y aprendí a aceptarme, pero no a conformarm­e. Hice todos los procesos para salvar tanto el corazón como el físico y ahí está la clave del “teatro de conciencia”, los artistas que pasan por mi escenario no se encuentran con un director de texto, sino un director con empatía y sobre todo con una convicción clara: ningún estado es permanente, todos ellos son movibles de acuerdo al sentido de tu voluntad. Porque donde hay voluntad siempre se esconde un camino.

—¿Te sentís un teatro local?

—Creo que el medio me sintió como un outsider cuando aparecí. Siempre sentí que esto me iba a pasar, porque me capacité anímicamen­te para este momento. La experienci­a de haber trabajado en centros de rehabilita­ción con adictos, con madres en la calle, con chicos que querían salir de depresione­s, ese trabajo social me allanó el camino para mi arte. Porque no es arte convencion­al, es teatro de conciencia, es un rompe mentes. Hay gente que tiene demasiados prejuicios para semejante ola de libertad. Igual también tiene algo de bueno ser el outsider, porque soy la sorpresa inesperada y me gusta eso de ser la sorpresa. outsider del

“Tiene algo de bueno ser el outsider, soy la sorpresa inesperada”, dice Wosh Machin,

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MACHIN. Director y dramaturgo con el acento a los temas sociales para su “teatro de conciencia”.

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