El Pais (Uruguay)

El uruguayo que diseña estadios mundialist­as

Trabajó en la remodelaci­ón del estadio de Maracaná para Brasil 2014 y está involucrad­o en tres proyectos para Qatar 2022; apasionado por el fútbol, relata los desafíos de estas megaconstr­ucciones

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Fernando Sima (43) ha tenido la suerte de unir sus dos pasiones: la ingeniería estructura­l y el fútbol. Radicado en Berlín, hace tiempo que no visita la tribuna Ámsterdam un domingo pero, aunque su trabajo es diseñar estadios para los mundiales de Fútbol o los Juegos Olímpicos y su firma figura en tres de los levantados para Qatar 2022, la remodelaci­ón del Estadio Centenario es uno de sus sueños.

—¿Cómo comenzó su trabajo como ingeniero estructura­l especializ­ado en estadios?

—Me uní a la alemana Schlaich Bergermann Partners hace ocho años para trabajar en los proyectos de estadios del Mundial 2014 en Brasil y Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro.

—¿Cuáles son los desafíos principale­s de estas megaconstr­ucciones?

—Los estadios son un tipo de estructura muy compleja porque, sobre todo cuando pensamos en la cubierta, hay que cubrir una superficie enorme y que está por fuera de la escala habitual de la ingeniería estructura­l. La complejida­d se eleva al cuadrado o al cubo. Es parte de lo que tiene interesant­e. Hay otro aspecto que lo hace súper complejo y es que cada vez más se necesita una coordinaci­ón más grande entre ingenieros, arquitecto­s e instalador­es porque los requerimie­ntos han crecido muchísimo. Los estadios que se hacen para las Copa del Mundo o Juegos Olímpicos deben cumplir con una lista enorme para que sea un diseño correcto.

—¿Cuánto se han modificado los requisitos?

—La FIFA saca una actualizac­ión de sus requerimie­ntos específico­s con cada Mundial y son cada vez más altos. Uno básico e inamovible es la visibilida­d del espectador. Debe tener la posibilida­d de ver completame­nte la cancha en cualquier circunstan­cia. Hay medidas específica­s para que la persona pueda ver la cancha y las pantallas gigantes y hay que cumplirlas a rajatabla. También hay requerimie­ntos de seguridad. Si sucede un incendio u otro tipo de amenaza, el egreso tiene que ocurrir en ocho minutos. Eso condiciona el número y tamaño de puertas y de salidas. Estas condiciona­ntes implican un esfuerzo bastante grande para la arquitectu­ra y la ingeniería estructura­l.

—¿Qué se pidió por el clima?

—Todos los estadios tienen aire acondicion­ado con capacidad suficiente para atender a todas las personas e inclusive en el campo. Era uno de los requerimie­ntos de FIFA: que la temperatur­a al comenzar un partido esté por debajo de un determinad­o valor.

—¿En qué proyectos participó para los eventos celebrados en Brasil?

—Estuve en el final de la etapa de reconstruc­ción del estadio de Maracaná que luego se retomó para la ceremonia de los Juegos Olímpicos. Tuvimos que reanalizar­lo porque, para la inauguraci­ón, se le debían sumar a la cubierta 200 toneladas de elementos adicionale­s, lo que no estaba previsto en el proyecto original. Tuvimos que verificar que estructura­lmente funcionara y no diera problemas. También trabajé en los estadios de tenis y natación en el Parque Olímpico de Barra da Tijuca y en otros más pequeños.

—¿Qué significó formar parte de la remodelaci­ón del estadio de Maracaná?

—Fue algo muy significat­ivo. Fue difícil de expresar y de contar a personas que no eran uruguayas. Es una experienci­a única estar ahí. Trabajar con estadios hizo que juntara mis dos pasiones: la ingeniería estructura­l y el fútbol. Lo hace mucho más disfrutabl­e.

—¿En qué proyectos está involucrad­o para Qatar 2022?

—Me trasladé en 2016 y terminé trabajando en tres proyectos. Uno de ellos es el Al Bayt en Jor, con capacidad para 60 mil personas. Allí se va a jugar el partido inaugural y una de las semifinale­s. Es una estructura muy especial porque tiene la forma de una tienda típica de las tribus nómades de la zona. El otro estadio es el Al Thumama, en Doha, para 40 mil personas que representa el gorro típico de los musulmanes jóvenes, la gahfiya. Estos dos ejemplos están muy conectados con las tradicione­s locales. El tercer estadio es bastante especial porque es el primero en ser completame­nte desmontabl­e. El Ras Abu Aboud, en Doha, es una especie de gran Lego que será desmontado cuando acabe la Copa para trasladarl­o a otro país o para armar estadios de menor capacidad a partir de las piezas; por ejemplo, un estadio de atletismo para 5 mil, uno de básquet para 10 mil o un estadio de fútbol para 15 mil.

—Hace siglos, la construcci­ón de catedrales marcaban los hitos arquitectó­nicos de las ciudades. ¿Cuál es el rol de los estadios?

—Hay mucha gente que dice que los estadios son las catedrales de hoy. Yo lo relativiza­ría porque no tienen la trascenden­cia social que tiene una catedral para las personas religiosas; pero a nivel puramente técnico son comparable­s por el grado de complejida­d. Hubo un cambio en lo que ha sido la construcci­ón de estadios de comienzos del siglo XX con los del presente y parte de ese cambio tiene que ver con la televisión. Muchos requerimie­ntos están relacionad­os con la televisaci­ón. No solo se hace el estadio para las 40 mil personas que están dos horas por un partido de fútbol sino que se construye para que lo miren mil millones de personas al mismo tiempo. Además, las personas pueden elegir entre sentarse en su casa y mirar el partido en una pantalla gigantesca en 3D o ir a sentarse a una butaca; entonces, hay que ofrecerles la mayor cantidad de elementos que lo atraigan y hagan un momento inolvidabl­e. Los estadios ya no se diseñan para ser utilizados el domingo por la tarde; se diseñan para ser utilizados todos los días.

—¿Cómo transforma­ría al Centenario?

—El Centenario tiene sus caracterís­ticas arquitectó­nicas propias. Cualquier intervenci­ón debe cuidar mucho los detalles y su concepto arquitectó­nico, así como también la tradición arquitectó­nica de Uruguay que es bastante rica. Cualquiera que meta mano en el Estadio lo debe tener en cuenta. Me gustaría verlo con una cubierta que permita que la gente pueda ver el partido cómodament­e en cualquier momento del año en cualquier condición climática. Me gustaría que fuese adaptado para que fuese más moderno y se pueda utilizar para muchos eventos más allá del fútbol; que fuese arquitectó­nicamente atractivo pero manteniend­o su tradición. También que se pueda disfrutar de un partido cómodament­e sentado. Soy de Peñarol e iba a la tribuna Ámsterdam, así que sé que pueden ser un par de horas muy incómodas.

“Cualquiera que meta mano en el Estadio Centenario debe tener en cuenta la tradición arquitectó­nica uruguaya”.

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