El Pais (Uruguay)

Prohibido pensar en cómo lo hizo Hitchcock REBECCA

Netflix estrenó una nueva adaptación de la novela de Daphne du Maurier

- FERNÁN CISNERO

Es injusto comparar esta Rebeca que estrenó ayer Netflix, con la versión que Alfred Hitchcock de la misma novela de Daphne du Maurier. Pero el ejercicio, a la vez, es inevitable.

La injusticia pasa porque es una película que se estrenó hace 80 años y de la que se habla mucho pero pocos vieron o volvieron a ver. También porque es una obra maestra de Hitchcock, su debut en Hollywood y la única de las suyas en llevarse el Oscar a mejor película. Y, finalmente, porque Laurence Olivier y Joan Fontaine eran, bueno Laurence Olivier y Joan Fontaine.

Y es por esas mismas razones es que compararla­s es inevitable. Uno no se mete con algo así de grande y pretende salir ileso.

Esta nueva versión está dirigida por Ben Wheatley, a quien algún día le colgaron el slogan de interesant­e director británico y, por lo visto, es lo suficiente­mente atrevido como para intentar algo así. En su carrera hay un gran cuidado visual y cierta flojera de papeles con películas como High Rise sobre novela de Ballard o ese tiroteo filmado con gracia de Free Fire. Junto con

Turistas (en un repaso que no incluye la elogiada, pero no vista por este cronista, The Kill List) parecería estar lo mejor que ha hecho. Rebeca no estaría entrando en esa categoría.

En los papeles centrales están Lily James como la empleada de una millonaria y la abrumada nueva señora De Winter y Armie Hammer, como Maxim De Winter, el viudo tristón que se enamora de ella y se la lleva a

Manderley, la legendaria mansión de su familia y que ya desde el libro de De Maurier queda claro que es un personaje más. Allí, la recién casada descubre dos amenazas: la señora Danvers (Kristin Scott Thomas, quien ahora uno se da cuenta, había nacido para este papel), la ama de llaves y, por lo visto celadora del legado de la tercera en discordia, la omnipresen­te Rebeca, fallecida en un accidente en el mar pero cuya impronta marca cada rincón de la casa. Hay un secreto, claro, pero la pobre señora de Winter debe sufrir durante dos horas para saber la verdad.

El material parecía ideal para Hitchcock, quien a esa altura ya tenía una estelar carrera británica y estaba a la espera que el productor David O. Selznick, su anfitrión en Hollywood, le encontrara un proyecto. Rebeca tenía elementos cercanos a su universo (lo oscuro, el suspenso) lo que permitía aplicar algunas de sus influencia­s como el expresioni­smo y lo gótico.

Así, el maestro llevó el asunto a su terreno, oscurecien­do las actitudes y los escenarios y administra­ndo el suspenso para las revelacion­es y la hecatombe final. Hitchcock le sacó bastante melodrama de encima y lo volvió una drama gótico de implacable belleza en blanco y negro.

Al igual que Rebeca en Manderley, la versión de Hitchcock se hace hace sentir en cada escena de la producida por Netflix.

“Volví al libro de Dumaurier, lo releí y me di cuenta de que éste es el primer guión de una versión cinematogr­áfica del libro que contiene toda la trama”, dijio Wheatley en una entrevista con Reuters. “Antes se habían eliminado cosas y puntos importante­s que se habían sacado”.

Esas cosas que se habían eliminado, por lo pronto, no aportarían mucho. El director coloca el asunto más cerca de Downtown Abbey con una estética que llena un ojo popular siempre dispuesto a ver mansiones y paisajes. El comienzo, en Monte

Carlo, coloca esta Rebecca más cerca del lado Para atrapar al

ladrón de la carrera de Hitchcock.

Wheatley y su habitual director de fotografía, Laurie Rose, generan una paleta luminosa de colores, quizás como una forma de independiz­arse. Eso, más allá de algunas concesione­s al género del terror en unas escenas pesadilles­cas, acerca todo a los terrenos del thriller melodramát­ico. El aire retro, además, le da un aspecto amable para el público. El diseño de producción es la multinomin­ada al Oscar, Sarah Greenwood.

Y esa, entonces, es la manera de ver esta Rebecca: una historia de suspenso sobrenatur­al con dos estrellas actuales haciendo lo que se espera de ellos en escenarios preciosos. En ese sentido, Hammer hace de improbable Adonis millonario y melancólic­o y James aprovecha la fragilidad que ya ha mostrado en

Downton Abbey o La cenicienta.

Así, Rebecca da todo lo que tiene y el público que no está familiriaz­ado con su lustroso antecedent­e, encontrará un entretenim­iento bien empaquetad­o.

Los otros, injusta pero inevitable­mente, terminarán comparándo­las y ahí esta remake es más difícil de defender. Pero ellos, en definitiva, se lo buscaron.

 ??  ??
 ??  ?? CLÁSICO. Laurence Olivier y Joan Fontaine en la Rebeca de 1940
CLÁSICO. Laurence Olivier y Joan Fontaine en la Rebeca de 1940

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay