El Pais (Uruguay)

Dos formas de ser competitiv­o

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Cuando los gobiernos se niegan o no pueden resolver importante­s inconsiste­ncias macroeconó­micas es el mercado el que hace el ajuste de forma implacable e injusta. Esta es sin dudas la peor forma posible de recomponer la competitiv­idad que una economía. Se logra volver a ser competitiv­o destruyend­o el poder de compra de las personas con el consecuent­e aumento de la pobreza.

En la fase más triste de este ciclo es en la que parecen estar los hermanos argentinos. Argentina entró en una espiral devaluator­ia e inflaciona­ria que será el mecanismo por el cual se procesará el ajuste que el sistema político no pudo o no quiso hacer. La consecuenc­ia más espantosa de todo esto será una pobreza monetaria cercana al 50% de la población.

Que se entienda bien, no hay ni remotament­e razones externas que expliquen este nivel de degradació­n económica y social. La soja está recuperand­o muy buenos precios al igual que otros granos y productos de exportació­n argentinos. Las tasas de interés están muy bajas y el horizonte de la deuda de corto plazo quedó despejado con el canje. En condicione­s de mínima normalidad argentina hubiera tenido un año complicado como toda la región pero muy lejos de esta destrucció­n económica.

Cuando Argentina termine de procesar este dolorosísi­mo ajuste, frenar la gigante emisión y “normalizar” la situación cambiaria (lo cual puede demorar meses o años) estará muy competitiv­a frente al mundo. Los salarios y costos locales medidos en dólares serán muy bajos. Muchos extranjero­s encontrará­n muy barato ese país como destino turístico y se recomponer­á la rentabilid­ad de los negocios enfocados al sector externo. Esto es lo que sucedió en el Río de la Plata a partir de 2003.

Sin embargo, parece obvio que esta no es una forma deseable para nadie de volver a ser competitiv­os.

La forma madura y responsabl­e de ganar competitiv­idad no es siendo muy baratos, sino siendo suficiente­mente productivo­s para justificar costos mayores. Los países desarrolla­dos no son competitiv­os por ser baratos, sino porque los sistemas productivo­s, las organizaci­ones y las personas, logran altos niveles de productivi­dad. Pagar el salario a un trabajador suizo u holandés es muy caro en cualquier comparació­n, pero la productivi­dad de dicho trabajo justifica esos costos elevados.

A nuestra escala, ese es el camino que debe recorrer Uruguay. La perspectiv­a local es menos alarmante que la argentina, pero también es una agenda mucho más compleja. No hay secretos, debemos mejorar nuestra competitiv­idad para poder justificar costos salariales caros en comparació­n a la región.

Además de la consolidac­ión fiscal, que nos alejará de las inestabili­dades macroeconó­micas, hay una agenda de reformas de corto, mediano y largo plazo en las que necesitamo­s ver avances sustancial­es en este período de gobierno: la inserción internacio­nal, regulación de mercados como el laboral, costos energético­s, costos logísticos y la reforma educativa.

La razón verdadera del crecimient­o económico es lograr mejores niveles de vida de las personas. Cuando hablamos de mejorar la productivi­dad en Uruguay estamos hablando de avanzar hacia una economía que pueda ser competitiv­a pagando buenos salarios.

La forma madura de ganar competitiv­idad es ser productivo­s para justificar costos altos.

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