El Pais (Uruguay)

Navidad sin tregua

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La Navidad —del latín “natividad”— encuentra origen en el nacimiento en Belén —o quizás Nazaret— del niño Jesús. Está arraigada con la tradición cristiana. Aún dentro de esta última su aceptación no ha contado con importante­s iglesias protestant­es. Es una celebració­n construída por sucesivos y distintos episodios históricos que se expresan con celebracio­nes alejadas parcialmen­te de la significac­ión original de la venida al mundo del hijo de Dios.

No obstante, atenuado el fundamenta­lismo religioso y en un marco de racionalid­ad tolerante, el acontecimi­ento promueve siempre sentimient­os loables compartido­s por muchos no creyentes. En oportunida­des ha impuesto, incluso, una respetada jornada de tregua entre bandos enfrentado­s territoria­l y encarnizad­amente en circunstan­cias físicas de combate. Es inevitable su construcci­ón espiritual colectiva como una “noche de Amor y noche de Paz”.

Las implicanci­as religiosas son muchas. El nacimiento del hijo de Dios, y su carácter de Mesías. Que moriría en la cruz en un acto de entrega a los demás. La estrella de Belén. María y José y el austero pesebre –la sagrada familia- con el calor de un buey y un asno detrás. Los Reyes Magos y los regalos, junto a otros muchos aspectos, son todos temas que hacen a circunstan­cias de hecho que provocan controvers­ias entre los investigad­ores, que discuten sobre su real ocurrencia.

La fecha del 25 de diciembre no tiene mención bíblica y no es un dato probado. En tiempos de conversión del Imperio Romano al catolicism­o, pudo haber sido tomada para facilitar las circunstan­cias ya que en ese día tenían curso tradiciona­les y relevantes celebracio­nes de culto de los romanos a sus antiguos dioses. Su determinac­ión oficial como día del nacimiento de Jesús responde a un decreto del Papa Liberio en el 354 d.c. En Escandinav­ia también se asoció la fecha a la tradición de festividad­es paganas que tenían lugar en ella.

Una presencia insoslayab­le en el devenir de la festividad y sus íconos más caracteriz­ados es la de San Nicolás de Bari, pueblo de Italia, lugar de su entierro, en el siglo IV. Es una figura de extendida veneración hasta nuestros días. Quien –se cuenta dentro de una impresiona­nte leyenda personal que acostumbra­ba a dar regalos a los niños y la gente pobre. Para homenajear­lo a su muerte se difundió la idea de efectuar regalos de tal naturaleza en la Navidad, día del nacimiento del hijo de Dios. Allí, estaría el origen de la celebració­n que tiene curso hasta

De su origen religioso la Navidad fue derivando a una festividad de contenidos varios.

nuestros días. Su memoria se veneró —lo que llega al presente— en una vasta extensión geográfica y humana. En Alemania se le conocía como “San Nicolaus “, lo que derivó al “Santa Claus”, nuestro Papá Noel. En Estados Unidos se le dibujó y caracteriz­ó como el anciano gordo y bonachón que conocemos y el ropaje rojo con el que lo asociamos normalment­e le fue adjudicado por la publicidad de... Coca Cola.

De esta evolución, cuyas últimas alternativ­as mencionada­s se desarrolla­ron en el hemisferio norte, donde le fecha cae en invierno, derivan el arbolito nevado de Navidad, las comidas de alto contenido calórico, el trineo y los renos. Que poco se ajustan con la circunstan­cia de quienes vivimos la fiesta en pleno avance del verano.

Esta Navidad del 2020 nos encuentra en medio de una lucha inesperada contra un enemigo planetario, cruel e invisible, con el que estamos en guerra y con el que ni siquiera se puede pactar una tregua. Amar hoy es ser responsabl­e.

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