El Pais (Uruguay)

Por fin, Montevideo

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Uno de los resultados políticos importante­s de este 2020 fue, sin duda, el cambio que se registró en la actitud de los partidos de oposición con relación al gobierno del departamen­to de Montevideo. Y más importante aún, es que se trata de un cambio que llegó para quedarse.

La capital del país es un bastión electoral del Frente Amplio (FA). De allí han surgido buena parte de sus candidatos relevantes, como Tabaré Vázquez o Daniel Martínez, y es en la intendenci­a donde se refugian sus cuadros militantes cuando pierden protagonis­mo a nivel nacional. Todo eso ocurre, además, cuando es sabido que la administra­ción de Montevideo no cumple con los objetivos básicos de cualquier intendenci­a: por ejemplo, estar al servicio de sus vecinos y no de su burocracia interna, mantener una ciudad limpia, y promover un tránsito ordenado.

Esa realidad pudo afianzarse durante tres décadas porque en cada ocasión electoral los partidos opositores al FA en Montevideo no dieron duras batallas proselitis­tas. Entiéndase bien: no es que no se hicieran enormes esfuerzos militantes y tampoco es que no hubiera buenos candidatos. El problema era que la táctica electoral no aseguraba la acumulació­n de votos —eso recién ocurrió a partir de 2015—, y que la estrategia política no abría el juego a un trabajo de largo plazo y centrado en Montevideo, de forma de que, al llegar el momento de la verdad en las urnas, el vecino de la capital tuviera claro que se podía confiar en una alternanci­a fundada en una tarea visible y de largo plazo.

Con los cambios de 2019 a nivel nacional llegó también el cambio fuerte en Montevideo. En efecto, la candidatur­a de Laura Raffo fue una bocanada de aire fresco que colmó muchas expectativ­as: surgió así una renovación generacion­al, un liderazgo nuevo, competente y seguro de sí mismo, y firme en sus conviccion­es a la vez que educado en el respeto por el adversario. La gente apoyó ese proyecto, al punto de que Raffo fue, por lejos, la candidata individual­mente más votada de Montevideo en setiembre pasado.

Pero lo más importante llegó después de setiembre. Por primera vez, quien se postuló por Montevideo y además representó a todos los partidos que conforman la coalición republican­a, decidió involucrar­se plenamente en la tarea de liderazgo de la oposición política en la capital del país. Surgió así un proyecto claro de alternativ­a montevidea­na, que se plantará con la expectativ­a de hacerse fuerte pensando en 2025, y que quiere darse los recursos y el tiempo necesarios para trabajar bien sus propuestas de gobierno.

En el mismo sentido, el Partido Colorado ha decidido hacer el mismo esfuerzo que está planteando el Partido Nacional a través del liderazgo de Raffo, y de forma coordinada pero independie­nte ha decidido promover su propio centro de estudios para la capital, y también asumir el desafío de sumar con una candidatur­a propia a la intendenci­a para 2025, de forma de que la coalición republican­a acumule votos con varias opciones visibles y legítimas, y sea un poderoso rival frente al viejo favoritism­o del FA en la capital.

Por fin, la coalición republican­a parece ocuparse con toda la energía que se merece el desafío de conquistar Montevideo. El asunto es muy importante por dos motivos. Primero, porque es evidente que Uruguay precisa una mejor gestión en su capital, que ha perdido pie ya

La candidatur­a de Laura Raffo fue una bocanada de aire fresco que colmó muchas expectativ­as: surgió así una renovación generacion­al, un liderazgo nuevo, competente y seguro de sí mismo, y firme en sus conviccion­es a la vez que educado en el respeto por el adversario.

no solo con relación a las capitales de la región en las últimas dos décadas, sino incluso con respecto al desarrollo de ciudades de segunda línea argentinas y brasileñas. Segundo, porque es evidente que una de las cartas nacionales que tendrá el FA para 2024 es el liderazgo ascendente de Cosse, y es entonces muy importante que la oposición política, con lealtad institucio­nal y con mucha firmeza, señale, muestre y difunda las fragilidad­es y los errores que tendrá la gestión del FA al frente de Montevideo.

Así las cosas, los ocho ediles blancos, los cuatro colorados y el que responde al Partido de la Gente, más los distintos concejales y alcaldes de la coalición republican­a que recibieron el apoyo popular en setiembre pasado, se sentirán realmente respaldado­s en su tarea. Eso, claro está, motivará sus trabajos políticos y potenciará la posibilida­d cierta de una alternanci­a para la capital.

Hay mucho por hacer. Pero desde ya, una de las noticias políticas más importante­s de este 2020 que se cierra es que se sentaron las bases de un trabajo serio y de largo aliento en la capital.

Por fin, después de tantas décadas, se puede ser optimista de cambiar en Montevideo.

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