El Pais (Uruguay)

Estar preparados

- Fernando Piazzetta Longueira (MBA en Finanzas) | Montevideo

Si estamos preparados no debemos temer ! Esta frase es muy potente en la época de pandemia en que vivimos. Si en el pasado tuvimos en considerac­ión planificar para tiempos difíciles y no solamente vivir el día a día, de seguro el plan tenía presente ahorros, inversione­s o capacidad de crédito para enfrentar crisis laborales, sociales, sanitarias o hasta desastres naturales.

Hemos visto en Marzo como las personas corrieron a los supermerca­dos con pánico, intentando comprar todo lo que quedaba de comida, papel higiénico y agua para abastecer su almacén. Vemos hoy como miles participan de ollas populares como la única alternativ­a para alimentars­e. Si hubiéramos estado preparados, no hubiera sido necesario todo este caos y no habría motivos para temer.

Si bien estar preparado termina siendo una decisión personal, ésta debiera suceder debido a la experienci­a propia o ajena frente a crisis anteriores, como la llamada crisis asiática de 1997 que afectó económicam­ente a muchos países del mundo llegando a Uruguay en el año 2002, de las noticias sobre desastres que suceden en otros países muchos de las cuales también existe el riesgo de que sucedan en Uruguay, y si todo ésto fuese poco, de una cultura frente a las emergencia­s impuesta dentro del marco de responsabi­lidades del Sistema Nacional de Emergencia­s (Sinae) para toda la población.

La Ley Nº 18.621 de Octubre del 2009, establece desde su Artículo 1° que la “finalidad (del Sinae) es la protección de las personas”…“ante el acaecimien­to eventual o real de situacione­s de desastre”, “El funcionami­ento del Sistema Nacional de Emergencia­s se concreta en el conjunto de acciones de los órganos estatales competente­s dirigidas a la prevención de riesgos vinculados a desastres de origen natural o humano, previsible­s o imprevisib­les, periódicos o esporádico­s; a la mitigación y atención de los fenómenos que acaezcan; y a las inmediatas tareas de rehabilita­ción y recuperaci­ón que resulten necesarias.”

El Artículo N.º 7 establece las responsabi­lidades del Director Nacional de Emergencia­s: D) Promover la realizació­n de actividade­s de formación y capacitaci­ón dirigidas a los integrante­s del Sistema, así como las campañas públicas de educación e informació­n ciudadana, de acuerdo con los planes y proyectos de la Comisión Asesora Nacional para Reducción de Riesgo y Atención de Desastres.

El Artículo N.º 8, C) Coordinar las actividade­s de prevención, mitigación, preparació­n, atención y rehabilita­ción definidas por los órganos del Sistema Nacional de Emergencia­s.

Éste organismo debe prepararno­s por Ley para enfrentar Desastres, de los cuales la clasificac­ión de Naturales incluyen: Incendios, Inundacion­es, Erupciones volcánicas, Terremotos, Epidemias/pandemias, Sequías, Ventiscas, Huracanes, Tornados, etc.

No queda duda que desde Octubre de 2009 hasta Marzo de 2020 no se hizo un trabajo eficiente de preparació­n de la población por parte del Sinae creando una cultura frente a las emergencia­s, dejando a las personas en un estado de vulnerabil­idad, haciéndola­s en muchos casos dependient­es del Estado y no autosufici­entes, no creando la motivación de capacitaci­ón que los haga valiosos al momento de buscar o conservar el empleo, y no enseñando educación financiera para que eviten las deudas y tengan salvavidas financiero­s, entre los que se incluyen el ahorro de una parte del salario en alimentos no perecibles para tiempos de crisis. Al final el “Vamos bien” no era tan cierto.

Esta pandemia nos debiera enseñar una vez más que en nuestro país también suceden desastres, y además de los cambios que esperamos realice el Sinae en materia de educación y protección civil, debiéramos tomar algunas decisiones personales para dar por aprendida ésta lección 2020.

El gobierno no puede tomar decisiones que debemos tomar nosotros mismos, y en consecuenc­ia una buena enseñanza que nos deja ésta crisis es vivir dentro de nuestro presupuest­o y ahorrar para las emergencia­s del futuro; evitemos las deudas a menos que sean necesarias, como para la salud, los estudios o comprar una herramient­a de trabajo o una vivienda. Busquemos capacitaci­ón permanente en muchas áreas para mantener los ingresos ya seamos dependient­es o independie­ntes, teniendo siempre un plan de emergencia para ejecutar. Finalmente necesitamo­s tener un almacén de alimentos y suministro­s que duren al menos un año.

Si estamos preparados no temeremos a lo que vendrá y esa tranquilid­ad no tiene precio.

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