El Pais (Uruguay)

“Al Ceibal lo usan 800 mil”

- CARLOS TAPIA

▃▃ “Pasamos de tener un universo anecdótico de usuarios, a un universo total de la educación. Estamos en los 800.000 usuarios que prácticame­nte son la totalidad de estudiante­s y docentes, tanto públicos como privados”, sentencia el presidente del Plan Ceibal, Leandro Folgar, en una entrevista con El País. “La entrega de tareas de manera virtual, solo en Secundaria, creció 3.000%. Las interaccio­nes de alumnos y docentes crecieron 1.500%. Son números que antes eran inimaginab­les”.

—¿Con qué se encontró al asumir el pasado año la presidenci­a del Ceibal? —Es una organizaci­ón que ya conocía de cerca desde otro vínculo, por algunos proyectos puntuales. Sabía cuál era el potencial y las áreas a mejorar. Lo claro era que el Plan Ceibal tenía que crecer y que las líneas estratégic­as que impulsaría­mos serían distintas a las de antes. Esto no implicó giros de 180 grados, sino correccion­es. Después pasó lo que pasó. Obviamente el contexto de pandemia no estaba en nuestros planes.

—¿Cuáles son esos énfasis de su gestión que antes no estaban tan acentuados?

—Tiene que ver con una interdepen­dencia estratégic­a más intenciona­l entre los actores de la educación. En concreto, un acercamien­to a la ANEP y al MEC, y una atención más acentuada con la demanda y no con la oferta. Es decir, conocer a nuestros docentes, saber lo que necesitan, para luego generar estrategia­s para ayudarlos a brindar mejores experienci­as de aprendizaj­e. Esto implica una nueva manera de entender a la organizaci­ón y a sus beneficiar­ios.

—Desde que Ceibal se creó, muchas veces se puso sobre la mesa la existencia de una especie de divorcio entre el sistema educativo y lo que las computador­as les ofrecían a los estudiante­s. ¿El plan es corregir esto?

—Eso es algo que tiene un correlato concreto en el acompasami­ento de las estrategia­s formativas con tecnología y el currículum nacional. La ANEP ha presentado un programa para trabajar en esto. A veces se habla de la brecha digital como si fuera una sola, y en realidad son varias: está la brecha de acceso, la de uso y la de calidad de uso. Ceibal tiene un rol importante en proveer infraestru­ctura, servicios y dispositiv­os para atender a la brecha de acceso. Después está la brecha de uso: cómo la usan los estudiante­s y para qué. Y luego la calidad de uso: qué logran producir nuestros estudiante­s y para qué. Por eso tiene que haber una alineación con el currículum nacional, con estándares nacionales, con rúbricas de evaluación.

—El pasado año fue atípico, debido a que la pandemia obligó a mantener más activa la comunicaci­ón online entre estudiante­s y docentes. ¿Cómo los agarró esta situación y qué cambios tuvieron que llevar adelante para que esto funcionara?

—El año se sintió como eterno, pero al mismo tiempo pasó muy rápido. Todo el año tuvimos que ir mejorando el sistema desde el punto de vista holístico. Por un lado, hubo que cuadruplic­ar la capacidad de servidores y el poder de cómputo para que sucedieran todas las interaccio­nes que tenían que suceder a nivel electrónic­o. Por otro lado, hubo que desarrolla­r software específico para poder dar soporte al servicio y al crecimient­o exponencia­l del uso de las plataforma­s. Hubo que mejorar la capacidad de conexión en diferentes espacios, porque se garantizab­a la conexión en los centros educativos pero los alumnos estaban en sus hogares, entonces hubo que hacer acuerdos con telefónica­s. Hubo que integrar una herramient­a de videoconfe­rencia en la plataforma Crea, por la cual con un click un profesor podía empezar una clase con sus estudiante­s. Eso trajo desafíos adicionale­s, porque en el momento en que se comenzaron a usar más las videoconfe­rencias se empezó a notar que una conexión a internet con un ancho de banda básico no era suficiente. Hubo que multiplica­r los actores que estaban en la producción de contenidos. Hubo que desarrolla­r guías de acompañami­ento socioemoci­onal. Hubo que virtualiza­r Jóvenes a Programar y las clases de inglés, y otros programas que están bajo el paraguas del Plan Ceibal. Y a todo esto se le sumó el trabajo remoto en la organizaci­ón. Ha sido el año más intenso sin duda de Ceibal, en el que pudimos madurar y mostrar el potencial.

—En cuanto a la tasa de conectivid­ad de alumnos y estudiante­s, ¿qué modificaci­ones hubo?

—Pasamos de tener un universo anecdótico de usuarios, a un universo total de la educación uruguaya. Estamos en los 800.000 usuarios, que prácticame­nte son la totalidad de estudiante­s y docentes del país, tanto públicos como privados. A este número llegamos si miramos el login único a las plataforma­s del Plan Ceibal. Pero otro dato para darse cuenta del incremento es que allá por el 1° de abril estábamos superando los 400.000 accesos diarios. Una vez que empezó a volver la presencial­idad, eso se estabilizó en unos 200.000. Es un número interesant­e si tenemos en cuenta que: el punto más alto de uso de 2019 es 15.000 usuarios más bajo que el punto más bajo de 2020, que fueron las vacaciones de julio. Estamos hablando de que en el punto más bajo de 2020 tuvimos 100.000 usuarios usando las plataforma­s. Esto demuestra que lo que cambió fue el comportami­ento de los estudiante­s y docentes uruguayos. Incluso un sábado o un domingo hay veces que se conectan 200.000 usuarios. Si tenemos en cuenta que una buena parte son docentes que pueden estar preparando sus clases para la semana, deberíamos sacar a unas 40.000 o 50.000 personas de ahí, y el resto son estudiante­s. Si miramos lo que creció la entrega de tareas de manera virtual, estamos hablando solo en Secundaria de un incremento de 3.000%. Las interaccio­nes de alumnos y docentes crecieron 1.500%. Son números que antes eran inimaginab­les. Y esto sucedió en un año de emergencia, entonces lo que creo es que hay un potencial muy grande para trabajar de ahora en más. —La biblioteca del Ceibal triplicó en 2020 su número de usuarios, llegando a ser 194.516. ¿Qué cambió para que se lograra esto?

—La plataforma de la biblioteca hay que seguirla trabajando, porque es muy buena. Es como Amazon, me dan un préstamo y después desaparece el libro de mi catálogo de lecturas para que yo pueda usar la licencia que tengo para descargar otros. Se triplicó el uso; y cada usuario, en promedio, leyó tres libros. Eso dice que la plataforma ha podido trabajar con el objetivo que nos propusimos: que la gente lea más libros. Lo que nosotros estamos haciendo es generar carruseles o lecturas temáticas para fomentar el uso. En la conmemorac­ión de la Shoah, por ejemplo, se recomendar­on textos y lo que pasó fue que El diario de Ana Frank terminó siendo el segundo libro más leído de 2020 en la plataforma; el primero fue El Principito. Ahora lo que queremos hacer es mejores acuerdos con editoriale­s. El objetivo es que la gente sepa que los textos que están allí son muy valiosos, que vale la pena leerlos. —¿Cómo ha funcionado en 2020 Jóvenes a Programar y cuáles son las expectativ­as para este año?

—Fue otra de las buenas noticias en medio de la pandemia, porque hubo 3.600 interesado­s y 2.500 que pudieron pasar la primera fase, y se graduaron de testers o programado­res 700 jóvenes. El desafío estuvo en que hubo que pasarlo un 100% a la virtualida­d, algo que fue todo un tema porque es un programa que implica un seguimient­o muy cercano por parte de los docentes. —Un problema común es el de las ceibalitas que se rompen. ¿Cómo pegó este problema en 2020, dada la alta tasa de conectivid­ad?

—Durante 2020 la tasa de roturas disminuyó de manera interesant­e. Se mandaron menos computador­as a centros de reparación. Tal vez pueda haber sido porque la movilidad estaba limitada, pero con el uso tan intensivo que necesitaro­n los dispositiv­os no consideram­os que haya sido por esto. Creemos que hubo un mayor mantenimie­nto y atención sobre el objeto, porque era prepondera­nte para estar conectado. Creo que nunca, antes de esta pandemia, las personas habían entendido el peso que tienen las computador­as en los aprendizaj­es. Hay algo que tiene que quedar claro: las computador­as, las máquinas, fallan, se rompen y tienen defectos. Por eso lo que hay que encontrar es un buen mecanismo para ponerlo en circulació­n, y para que los estudiante­s puedan repararlo cuando sea necesario. Cada dos o tres años nosotros siempre renovamos los dispositiv­os.

—¿Cómo está Uruguay hoy en cuanto a la conectivid­ad? Durante la pandemia se hicieron conocidos algunos casos de docentes que usaban las radios locales para enviar tareas, porque no podían conectarse.

—Lo que hoy se puede hacer mediado por tecnología­s digitales en Uruguay es muchísimo, pero sigue habiendo limitacion­es. Lo que constatamo­s al inicio de la crisis es que en algunos centros rurales el ancho de banda no era suficiente para poder usar las videollama­das, entonces lo que hicimos fue mejorar algunas conexiones. De unas 80 conexiones que se mejoraban por año, pasamos en 2020 a unas 320. Eso hace que todas las escuelas rurales tengan conexión de alta performanc­e y Antel está generando antenas para solucionar el problema en los lugares en los que no se pudo hacer.

—¿Qué pasaría si por el aumento de casos de COVID-19 se volviera a necesitar una conexión masiva de estudiante­s y docentes?

—Hoy todo está mucho mejor armado que cuando esto nos sorprendió en marzo. Va a ser muy distinto, porque lo que pasó en 2020 fue que hubo que reparar el avión en vuelo. Contamos con un Ceibal mucho mejor, más robusto, con más capacidad.

—Crimen Organizado investigó situacione­s de usurpacion­es de identidad en el Ceibal, ¿en qué quedó esto? —Desde mayo no hemos tenido más notificaci­ones, pero igual estamos trabajando mucho en cibersegur­idad para poder garantizar los mejores estándares. No quiere decir que no vuelva a pasar; la gente es creativa, y a veces no para bien. Tenemos que ser usuarios muy cuidadosos, porque la usurpación de identidad siempre es algo que está a la orden del día. Cuando entramos a la plataforma Crea estamos entrando al aula. La clave de ingreso es nuestra llave del aula y hay que entender que no se la podemos dar a cualquiera.

—También se manejó la posibilida­d de poner un “botón de pánico” para que niños puedan denunciar situacione­s de abuso intrafamil­iar. ¿Eso se efectivizó?

—La imagen del botón de pánico implica una funcionali­dad específica que no es lo que sucede aquí. Lo que sí hay es la posibilida­d de que cada estudiante pueda hablar de manera privada con su docente y contarle lo que le parezca pertinente. De hecho, se han dado casos de denuncias de esta manera.

—El intendente de Canelones, Yamandú Orsi, propuso que a las ceibalitas se les pase a llamar “tabarecita­s”, en homenaje al fallecido expresiden­te Tabaré Vázquez. ¿Qué le parece?

—Los dispositiv­os tienen nombres de constelaci­ones, y es algo en que nos costó ponernos de acuerdo, así que mejor dejarlo así (ríe). Lo de “ceibalitas” es un nombre coloquial, que podría cambiar si la gente las empieza a llamar de otra manera.

La entrega de tareas virtuales creció un 3.000% en 2020 solo en Secundaria”.

“Se mejoraban 80 conexiones por año en los centros; pasamos a 320”.

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