El Pais (Uruguay)

Datos no descansan y desafían al gobierno

Rastreo de COVID está en jaque y se preguntan si es posible retomar el control sin restriccio­nes más severas

- DELFINA MILDER

PAdemás del número de casos diarios de COVID-19, la tasa de positivida­d empezó a cobrar relevancia en las últimas semanas. Este indicador mide la cantidad de casos que detectan sobre la cantidad de test realizados. En Uruguay es un número que preocupa. Ayer, por ejemplo, se registró un récord: la positivida­d escaló al 13,66%. El 24 de marzo fue similar (13,63%), pero los casos y los test eran menos. Según la OMS, un país que tiene la epidemia bajo control tiene este indicador por debajo del 5%. A los matemático­s que asesoran al gobierno les preocupa nuestros números, y dicen que el rastreo de contactos ya no es suficiente para volver a tener la pandemia bajo control en el que estuvo entre abril y setiembre. Monitorean constantem­ente la situación de otros países, pero por ahora no han encontrado ninguno que haya “vuelto atrás” sin medidas más restrictiv­as para bajar la movilidad; “lockdowns” que pueden ser totales o parciales.

El quiebre de fin de año y la esperanza de un nuevo comienzo parecen cosa de antes. La incertidum­bre no se fue con el año que tanto se maldijo. Aunque sí hubo un quiebre, pero fue mucho antes del que marca el calendario. Un pasaje de una fase a otra, a una que se vio en todo el mundo y a la que Uruguay parecía inmune. De un día a otro, un indicador al que la población no prestaba tanta atención empezó a cobrar relevancia: la tasa de positivida­d. Tras cada reporte diario del Sistema Nacional de Emergencia­s (Sinae), se volvió de orden hacer esa regla de tres para saber dónde estamos parados, si es que existe tal cosa como estar parados: hoy se siente más complicado que nunca anticipars­e al futuro.

En síntesis, parte de lo que indica este número (la tasa de positivida­d) es si se están detectando o no todos los casos de COVID19. Cuando la tasa de positivida­d empezó a subir a partir de octubre pasado, el área de datos del GACH encendió las alarmas.

Desde el 1° de noviembre, cuando se registró una tasa de positivida­d del 0,7% — luego de varios picos entre 1 y 2% en días anteriores— el número viene en alza. Ayer, por ejemplo, se registró un nuevo récord: la cifra trepó al 13,66%. En marzo se había llegado a ese número, pero fue con muchos menos casos y muchos menos tests.

Pero hace ya bastante —concretame­nte el 23 de noviembre, cuando este indicador rondaba el 3%—, el equipo transmitió una alerta al gobierno.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), si la tasa está por debajo del 5% la epidemia está bajo control. Europa, por otro lado, pone la línea en 4%. Pero al ingeniero Andrés Ferragut, uno de los analistas de datos en el grupo de científico­s que asesora al gobierno, lo que le preocupa es la tendencia, más que esos topes fijos.

Dice Ferragut: “No hay un valor consensuad­o de seguridad. Si uno logra bajar el ratio de test positivos es porque está aumentando el testeo y no encontrand­o más casos, lo que da una idea de que la foto está completa. Uruguay estuvo muy bien mientras estuvimos por debajo de 2%, por ejemplo, y es la zona a la que uno querría volver, idealmente bajando el número de casos positivos.”

Otro de los aspectos que muestra este indicador, de manera indirecta, es el de la transmisió­n comunitari­a. “Que haya circulació­n comunitari­a quiere decir que la estrategia de Testeo, Rastreo y Aislamient­o (Tetris en inglés) no está siendo suficiente para apagar los focos que aparecen. Esto se empezó a ver en Montevideo en noviembre, cuando un brote llevaba a otro brote sin darte tiempo a aislarlo”, explica Ferragut.

Eso que pasaba en Argentina y Brasil, que todavía no nos había tocado, ya es un hecho. “El curso evolutivo de la enfermedad pasó de solo brotes de casos a una evolutiva donde en la zona metropolit­ana empieza a haber circulació­n comunitari­a”, dijo en conferenci­a de prensa el científico Rafael Radi el 16 de diciembre.

En pocas palabras, la transmisió­n comunitari­a significa que el virus circula entre la población sin que haya una conexión entre brotes.

El otro indicador de esto, el más directo, son los casos sin nexo identifica­do, que según el último informe epidemioló­gico del Ministerio de Salud Pública (MSP) son el 31% del total al 18 de diciembre.

Sobre estos casos, desde el MSP advierten que “no todos los que no tienen nexo en determinad­o momento son necesariam­ente casos sin nexo”. Desde la cartera señalan que cuando aparece un caso positivo que no tiene identifica­do de dónde se contagió, y además tiene muchos contactos, el proceso de rastreo no varía: se llama a cada persona. Pueden ser 20, 30, incluso un positivo llegó a tener 50 contactos, comenta una fuente del ministerio. “Durante ese proceso están ‘sin nexo’. No quiere decir que después de varias llamadas no se encuentre el nexo”, agrega. Desde la cartera puntualiza­n que esto “no prolonga el proceso”; lo que sí lo hace es la cantidad de contactos que haya que rastrear.

Sobre esto, Ferragut advierte que una de las claves a la hora de hacer Tetris es detectar “muy rápido” los casos. “Podés tener miles de rastreador­es, que si demoran dos días en detectar y aislar un caso la macana ya está hecha, ya contagió a la mayoría de los que iba a contagiar y el virus se sigue reproducie­ndo”, dice.

Entonces, ¿qué tan efectivo es testear en esta circunstan­cia de transmisió­n comunitari­a?

La matemática e integrante del GACH, María Inés Fariello, dice sobre el rastreo: “Cuánto más crecen los casos, necesitás hacer

un esfuerzo mucho más grande para que siga teniendo el mismo efecto. Mantenerlo tiene sentido siempre, porque seguís acortando el período de contagio de una gran parte de la población, aunque sea más chica. Frenás menos, pero seguís frenando un poco”.

A su vez, calcula Fariello, si hay 700 casos en un día habría que hacer 14.000 tests para llegar a aquel 5% límite que establece la OMS para “empezar a volver a la zona de control”. “Entonces no solo hay que aumentar los tests, sino bajar también la cantidad de casos”, señala la matemática.

¿VUELTA ATRÁS? En setiembre, cuando la pandemia todavía estaba bajo control, los científico­s del Grupo Uruguayo Interdisci­plinario de Análisis de Datos de COVID-19

“Que haya circulació­n comunitari­a quiere decir que el rastreo no es suficiente”

Andrés Ferragut, ingeniero e integrante del GACH. “No hemos encontrado países que hayan logrado bajar los casos sin hacer lockdown”

María Inés Fariello, matemática e integrante del GACH. Las medidas tuvieron algo de efecto, pero creo que no es suficiente para bajar la curva”

Marcelo Fiori, matemático e integrante del GACH.

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