El Pais (Uruguay)

Educación y Covid-19

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La evidencia muestra que una interrupci­ón prolongada de la educación tiene consecuenc­ias graves: las niñas y los niños pueden verse afectados seriamente en su aprendizaj­e y quienes ya se encontraba­n en situacione­s de vulnerabil­idad pueden no volver nunca a la escuela. Si antes de la crisis se estimaba que menos de la mitad de las niñas y niños refugiados se encontraba­n matriculad­os, es muy probable que esta cifra aumente.

En este contexto, los gobiernos de América Latina y el Caribe han implementa­do una serie de medidas con el objetivo de garantizar la continuida­d del aprendizaj­e, utilizando diversas estrategia­s y metodologí­as. No obstante, alcanzar a las personas migrantes y refugiadas en la región permanece como un desafío para los sistemas educativos.

El estatus migratorio, las condicione­s de habitabili­dad, la falta de acceso a tecnología­s, internet y material educativo, son solo algunas de las barreras que los niños, niñas y adolescent­es desplazado­s experiment­an para acceder a las respuestas educativas implementa­das en las comunidade­s de acogida, así como a otros servicios complement­arios que están siendo entregados durante la emergencia.

Estas barreras se vuelven aún más complejas consideran­do la situación de niñas y niños que se encuentran regresando a Venezuela, quienes se han quedado sin acceso a la escuela y a otros servicios básicos como la nutrición, el agua, el saneamient­o, la salud y el apoyo psicosocia­l que proporcion­aban las escuelas de los países de acogida.

Hasta la fecha hay evidencia de diversos cambios en la matrícula de estudiante­s en contextos de movilidad. Mientras en algunos países ha disminuido la matrícula extranjera durante 2020, en otros casos ha aumentado.

Frente a esto, la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de Unesco junto al Grupo de Trabajo de Educación y Movilidad Humana, conformado por equipos técnicos de los ministerio­s de educación de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y Perú, están dando seguimient­o a la permanenci­a y desvincula­ción educativa de los estudiante­s en situación de movilidad. Mediante la aplicación de un cuestionar­io en línea, el grupo ha informado sobre los cambios que han experiment­ado sus países en las tasas de matrícula durante la pandemia por COVID-19.

Son muchos los factores que pueden propiciar u obstaculiz­ar la inclusión educativa de estudiante­s migrantes, refugiados y desplazado­s, especialme­nte en contextos de crisis prolongada­s como las que vive la región.

Monitorear la participac­ión y permanenci­a de este grupo en los sistemas educativos resulta fundamenta­l para planificar estrategia­s que garanticen su derecho a la educación y para fortalecer las capacidade­s de los sistemas para abordar sus las necesidade­s específica­s.

Consciente­s de los desafíos que se vislumbran en este ámbito, países como Colombia, Chile y Perú han reforzado las estrategia­s existentes para prevenir la desvincula­ción escolar y, a la vez, han desarrolla­do nuevos mecanismos que aseguren la permanenci­a de estos estudiante­s en sus sistemas educativos. Entre ellas, se encuentran la implementa­ción de sistemas de alerta temprana que considere a los estudiante­s en contextos de movilidad y sus particular­idades; despliegue de campañas y procesos especiales de matrícula en plazos extraordin­arios, fortalecim­iento del seguimient­o a estudiante­s y sus familias, así como estrategia­s para abordar la brecha tecnológic­a y mejorar la conectivid­ad de este grupo prioritari­o.

Estos mecanismos liderados por los ministerio­s de educación son centrales y les dan una renovada importanci­a a los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y su principio de no dejar a nadie atrás, que han sido recienteme­nte reafirmado­s por los estados en la Declaració­n de la reunión Mundial Sobre la Educación de 2020.

Es urgente que en contextos de emergencia como el actual se aseguren respuestas contundent­es y solidarias que garanticen el acceso a servicios básicos de calidad y la protección de derechos, entre ellos, el de seguir aprendiend­o.

Paulo Freire planteó que “la educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Esta reflexión nos invita a recordar que el desarrollo futuro de nuestra región está supeditado a que podamos hoy garantizar el derecho a la educación de todas las personas, sin dejar de lado a aquellos que actualment­e se encuentran en situación de movilidad en nuestros territorio­s.

(*) Paula Klenner y Florencia Saffirio integran el equipo de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de Unesco.

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