El Pais (Uruguay)

LETICIA COHEN, LA HUMORISTA DE LA PANDEMIA

- NICOLÁS LAUBER

El pasado domingo el elenco femenino del ciclo de humor La culpa es de Colón (La Tele) tuvo un cambio. Tras la salida de Manuela da Silveira, llegó la divertida Leticia Cohen para ocupar la butaca y completar el quinteto de la versión “mujeres” del formato internacio­nal.

Cohen ha tenido una carrera atípica en el medio. Se transformó, por algo de suerte, aliento y méritos propios, en una de las referentes del humor en Uruguay, aunque la comedia no estaba en sus planes. Siempre fue la graciosa del grupo y sus amigas la llamaban cuando estaban tristes para mejorar el ánimo, pero creía que solo se reían por eso, porque eran sus amigas. “Pensaba que si decía lo mismo frente a desconocid­os no se iban a reír”, asegura Cohen, quien fue abanderada del Pabellón Nacional en el liceo —“¿A quién conocés abanderado en el liceo?”, dice riendo— y estudió Ciencias Económicas.

Sus primeros pasos en la comedia fueron después de que falleció su madre, cuando estaba mal anímicamen­te. Hizo un taller de teatro y se dio cuenta que lo mejor que le salía era el monólogo. En la despedida de una compañera de trabajo, se animó a hacer unos chistes y una colega, Marcela, le dijo: “Vi este curso de stand up que empieza en dos días, tenés que hacerlo”.

Cohen se anotó y desde entonces no paró de hacer reír gracias a un muy personal estilo pícaro.

“Ves que la gente se ríe con lo que decís, que están pasándola bien gracias a lo que pensaste un día en tu casa y dijiste: ‘puede ser gracioso’. Eso está muy bueno porque la gente te da esa devolución”, asegura en charla con El País.

Desde su llegada a La culpa es de Colón, Cohen admite estar muy feliz y llorona. “No sé por qué, tal vez porque es mucho y no lo esperás”, dice y recuerda que le pasó algo así cuando se fue de gira a Perú y Chile junto a otras comediante­s mujeres. “En mi vida me imaginé que por hacer reír iba a conocer países, dice.

Si bien se ha presentado en bares y teatros de nuestro país, hacer televisión es distinto por el alcance de miles de personas que tiene. “Me ha escrito mucha gente de todos lados”, dice.

—¿Qué sentiste al estar en La culpa es de Colón?

—Estuvo de más. Estoy contenta aunque es extraño, porque no es que soñé toda mi vida con esto; nunca me lo imaginé. Entonces cuando me llamaron me encantó, porque crecés como comediante y guionista, así que estoy feliz.

—¿Cómo fue la recepción de las compañeras del elenco?

—Me encontré con un grupo de mujeres que son cracks y gente que le da lugar a otros. No sé si eso es tan común. Son divinas y me recibieron como si fuéramos amigas.

—¿Cómo han sido las repercusio­nes?

—Por suerte divinos los comentario­s, que no pasa siempre. Es el precio de hacer algo público. No tenés que gustarle a todo el público; pasa que a quien no le gusta, le gusta decirlo. Le encanta incluso antes de saber qué vas a hacer. Pero esto nos pasa a las mujeres, antes de que se estrenara el programa había gente que decía que no lo iba a mirar porque las mujeres no hacen reír. —Porque hay un prejuicio, ¿no?

—Sí, hay un bloqueo en todos. Cuando hacíamos Minas con Lucía Rodríguez las mujeres nos preguntaba­n si podían llevar a sus maridos. “¿Es joda?”, nos decíamos. “No, los descuartiz­amos en la puerta antes de entrar”, ¿te imaginás?. Hacemos humor para personas. Además hay una generaliza­ción: “las mujeres se dan palo entre ellas”; y yo estoy donde estoy por las mujeres que me abrieron las puertas. Mi compañera de trabajo que me dijo: “Tenés que hacer un curso de stand up”; y cuando me recibí, Lucía Rodríguez, a quien no conocía, me llevó a hacer teatro. Después me invitaron a participar en Consentida­s y no paré.

—¿Y cómo se derriba el prejuicio hacia las mujeres que hacen humor?

—Es algo que por más que hemos adelantado mucho, faltan años. Siempre hay alguien que te dice: “Me hiciste reír, y eso que sos mujer”; y no lo dicen mal, sino que es algo naturaliza­do. En algún momento seremos personas. Porque entiendo que no te guste lo que una hace, pero generaliza­r que ninguna mujer te hizo reír en tu vida; ¡conocés tres mujeres!

Esa comparació­n es una bobada porque si una persona es graciosa, te hace reír más allá de su género, aunque parece que la gente no lo entiende. Si la persona es graciosa te hace reír igual.

—Participas­te de un concurso de talentos que realizó Maroñas, en

2017. ¿Qué dejó esa competenci­a?

—Sí, no sé cómo me anoté porque odio la competenci­a.

Hasta mi novio estaba anotado, y por suerte ganamos los dos, sino me hubiera sentido mal.

Aparte me divertí porque éramos todos amigos y la previa era divertida. Pero siempre pensando: “Esto no es para mí, no voy a llegar”.

—¿Siempre fuiste pesimista contigo mismo?

—Sí, no espero que pasen cosas, entonces cuando pasan, está de más. A veces soy un poco pesimista, no sé por qué. También me pasa que cuando me preguntan: “¿Qué metas tenés para el año?”, digo: “ninguna”, porque todo lo que me ha ido pasando es como que se supera. Ya no sé qué más me puede pasar. Ya viajé, trabajo de lo que me gusta y ahora vino el programa, ya no sé qué pedir en lo laboral.

—¿Sentís que te costó llegar a donde estas hoy?

—No siento que me haya costado porque se fue dando solo. Al tener otro trabajo no estoy tan pendiente de otras cosas. Hago esto porque me divierte, porque lo amo y he tenido suerte, aunque no me gusta decirlo porque me dicen que trabajo para estar donde estoy, y sí, trabajo mucho para esto.

“Estoy contenta aunque es extraño, no es que soñé toda mi vida con esto; nunca me lo imaginé”, dice sobre hacer televisión

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