Detectan estafa que usa de excusa las medidas contra aglomeraciones
Amenazan a comerciante con difundir video de local en infracción
▃▃EL ingenio popular no descansa, y menos si se trata de delincuentes. Ayer la dueña de una hostería en el balneario rochense de Oceanía del Polonio lo comprobó en carne propia, cuando una llamada anónima la amenazó con difundir un video donde se comprobaría que su comercio no habría respetado las medidas sanitarias. La voz masculina al otro lado del teléfono le decía que no se preocupara, que él la podía ayudar a que ese video no llegara a las autoridades, a cambio de una importante suma de dinero. La persona le recordó que la multa por no cumplir las medidas sanitarias excede las 150 UR, por lo cual le convenía “arreglar”. La comerciante detectó que se trataba de una estafa, ya que siempre había sido muy puntillosa en el cumplimiento de las recomendaciones del gobierno. Por lo cual denunció todo a la Policía, y quiso salir a la opinión pública para que otros comerciantes estén prevenidos.
Dice que lo primero que sintió fue culpa e internamente se preguntó: “¿Hice algo mal?. Luego, durante unos 15 segundos fueron apareciendo más preguntas internas mientras escuchaba en su teléfono la voz de un hombre que le decía que la iban a multar porque tenía un video en el que quedaba demostrado que en su establecimiento se había incumplido el protocolo sanitario.
Marcela (nombre ficticio) es la dueña de una posada en Oceanía del Polonio, localidad de Rocha ubicada entre La Paloma y Cabo Polonio. Es, también, víctima de un intento de estafa que hasta ahora no se había visto: la llamaron pidiéndole dinero a cambio de no mostrar un video de una supuesta aglomeración en su negocio.
Fue a las 15:00 horas del pasado lunes que Marcela atendió el celular. “Me llamaron por teléfono y me dijeron que eran de la Impositiva y que habían recibido una denuncia hacia la posada, porque resulta que alguien había filmado ciertas circunstancias donde se violaba el protocolo sanitario y que era muy grave. Y dijeron que había sido filmado por alguien que nos quería perjudicar”, relató la mujer a El País.
Ruben, como se presentó la voz masculina del otro lado de la línea, le dijo a la dueña de la Posada que estuviera tranquila, que él podía ayudar a que esa filmación no llegara ni a manos de la Policía ni de la Fiscalía. De esa manera, agregó el hombre, se evitaría pagar una multa de 150 UR. Pero mientras escuchaba a Ruben, la culpa se comenzó a disipar. Ella sabía que no había hecho nada malo, pero de todas formas dudó un poco más porque hacía unos días le habían robado el termómetro para tomar la fiebre a las personas que llegan a hospedarse en la posada.
“Dijo que el video mostraba cosas que eran tremendas, infracciones tremendas, y ahí fue cuando me empezó a hacer ruido. La única infracción era que me habían robado en mi cara el termómetro. Después, en la posada la distancia social es un hecho natural porque es un lugar desolado que es muy amplio, tiene pocas habitaciones y las personas que se sientan juntas a desayunar no son mas de
“Dijo que el video mostraba cosas tremendas”, relató la dueña de la posada.
tres o cuatro que, además, son familia”, explicó.
Marcela continuó pidiéndole al hombre que le enviara el video pero él dijo que la llamaría más tarde. Veinte minutos después volvió a sonar el teléfono.
Según relató la propietaria, el hombre entonces procuró generar empatía, diciéndole que había hablado con una mujer de otra institución que también estaba dispuesta a ayudarla a que el video no llegara a las autoridades. “Me decían ‘nosotros te ayudamos, pero vos nos tenés que ayudar a nosotros. Ella quiere 7.000 pesos”. A esa altura Marcela ya sabía que estaban intentando estafarla porque no había habido ningún tipo de aglomeración en su posada.
“Creaba enemigos y se ponía en un acto de empatía como que te iba a ayudar. Yo lo padecí en un acto de creerlo unos segundos y fue muy feo”, reflexionó. Marcela tuvo miedo porque, en caso de incumplir un protocolo sanitario y tener que pagar la multa que el estafador le decía, debería cerrar su negocio. “Pensé que si me ponían la multa cerraba la posada porque ya no valía la pena seguir peleando la temporada con el coronavirus y sin extranjeros. Yo no contraté personal y estoy yo colgando sábanas, lavando, cocinando, dirigiendo reservas y sirviendo el desayuno”, dijo.
Lo cierto es que esa segunda llamada terminó y Marcela le contó al contador que trabaja con ella lo que había sucedido. Él coincidió en que la habían querido estafar y entonces decidió llamar a la Policía.
Marcela resolvió no atender la tercera vez que el celular de su negocio sonó, ni responder los mensajes de audio que le llegaron después. La Policía de Rocha llegó enseguida al lugar. Ahora, efectivos de la Policía Científica analizarán el celular de la mujer para llegar a quien quiso utilizar la nueva ley que suspende las aglomeraciones de personas que generen un riesgo sanitario y limita el derecho a reunión, como una trampa.
Ella quiso contar su experiencia para que al gente sepa que “ya hay oportunistas en la vuelta”.