El Pais (Uruguay)

Una escuela sin repetidore­s que cambió el sistema

Centro de La Teja rompió con las clases fijas y trabajó por ciclos

- TOMER URWICZ

La escuela n°9 de Montevideo, en La Teja, aprovechó la pandemia para innovar: eliminó las clases por grados y promovió a todos los estudiante­s. Ese fue el puntapié para una revolución en el sistema educativo que apunta a reducir a una mínima expresión (solo al término de un ciclo) y que los escolares estén mezclados según sus tiempos de aprendizaj­e. Este centro educativo público tenía un promedio histórico de repetición por encima de la media: solo en primer año repetía un tercio de la generación. Por eso, la directora Gabriela García se propuso un cambio de base, un plan que contó con el aval de los docentes y los padres. En el resto de Primaria la repetición 2020 fue muy similar al año previo, con unos 6.000 repetidore­s.

Todo comenzó en la sala de docentes con una pregunta: “¿cómo me pueden convencer de que en este año de pandemia y asistencia voluntaria mi hijo quedará repetidor?”. Las maestras ensayaron sus respuestas y, tras ese desafío que les había impuesto la directora de la escuela, concluyero­n que, en este escenario de emergencia sanitaria, todos los niños serían promovidos de grado.

La discusión no acabó allí. Porque la repetición escolar ya era una piedra en el zapato de la escuela 9, en La Teja, un centro educativo en el que, en el promedio de la última década, quedaba repetidor más de un tercio de los escolares de primero. Por eso, la directora Gabriela García decidió innovar: “¿Y si rompemos el esquema de clases fijas, trabajamos por ciclos y que la repetición futura se ajuste a esos ciclos?”. Hubo consenso.

A simple vista, la escuela 9 de Montevideo es una escuela como cualquier otra. Tiene su escudo y el pabellón en la puerta, el busto de Artigas y el muro de contención para que los niños no salgan corriendo. En los papeles dice que es una escuela de Tiempo Completo, que recibe estudiante­s de los barrios más pobres (quintil 1) y que otrora se llamaba “Escuela Yugoslavia n° 104”.

Tabaré Vázquez, quien llegó a ser dos veces presidente de la República y alcanzó el grado académico más alto en Oncología, fue alumno de aquella escuela. Cuando el pequeño

Vázquez cursaba cuarto año, según consta en el carné, faltó 41 días. Si la repetición se hubiese aplicado a rajatabla, como aconteció en la última década, el expresiden­te no habría promovido y, tal vez, habría quedado por el camino.

La directora García no sabe qué habría pasado, pero sabe lo que sucede ahora: “Recibimos alumnos de los asentamien­tos que están a las márgenes de la Ruta 1, niños que llegan a la escuela sin diferencia­r una letra de un número, o que jamás agarraron un lápiz. Niños que si no se les acompaña y se les da alternativ­a, cuando acaban la escuela,

“Si a los niños no se les da alguna alternativ­a, luego quedan perdidos”.

si es que la acaban, quedan perdidos”.

Freddy iba camino a ser uno de esos niños perdidos. Había llegado a sexto de escuela sin saber leer y escribir. Porque aunque la repetición era alta, también era alto el porcentaje de escolares que avanzaban sin poder sedimentar los conocimien­tos más básicos: un 25% no aprendía a leer y escribir.

El primer intento de solución al problema de Freddy y otros escolares pasó por trabajar solo en las áreas instrument­ales: las clases eran pura Lengua y Matemática­s. La consigna falló. Luego, durante ocho años, se hizo que la maestra de primer año acompañara a la misma generación en su tránsito por segundo, de modo de afianzar la lectoescri­tura. Se seguía sin mover la aguja. Hasta que...

Una pandemia, como sucede en las crisis, trajo una oportunida­d. Por el distanciam­iento físico que imponía el protocolo sanitario, se dividió al alumnado en dos turnos: unos iban por la mañana y otros por la tarde. Pero para reducir al mínimo las chances de que los niños faltaran, se hizo que cada núcleo familiar fuera en el mismo turno. “Investigam­os y los 284 escolares se dividían en 75 familias”, recuerda la directora García. Y valga el término “investigac­ión”, porque en esas familias había a veces primos que dependían de un mismo adulto o hermanos con apellidos diferentes.

Esa traba logística sirvió para que los estudiante­s dejaran de estar en su grado convencion­al, según figuraba en el sistema administra­tivo. “Tal vez un niño que estaba descendido en lectura podía cursar parte con los de primero y segundo... y así”.

El 1° de marzo, cuando comience el nuevo año lectivo, los escolares de este centro educativo de La Teja ya no estarán divididos en ningún grado, sino que trabajarán en ciclos. “A efectos administra­tivos se les irá asignando un grado por si piden pase de escuela o para llenar la informació­n de Primaria, pero la idea es que estén integrados, que los maestros sean los mejores en la expertise que necesitan en ese ciclo, que haya maestros de apoyo para los más descendido­s, y que la repetición tienda a ser mínima y solo al terminar un ciclo”, explica la directora.

El País había informado que, en Uruguay, pese a la excepciona­lidad de la pandemia, hubo 6.000 escolares que no pasaron de año. Se trata de una cifra casi idéntica a la registrada en el año previo y eso llamó la atención de las autoridade­s de Primaria. Por eso miran con expectativ­a la innovación de la escuela 9.

 ??  ??
 ??  ?? ESCUELA 9. Está situada en el edificio de la exescuela Yugoslavia, en el corazón del barrio La Teja.
ESCUELA 9. Está situada en el edificio de la exescuela Yugoslavia, en el corazón del barrio La Teja.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay