El Pais (Uruguay)

Twitter y Facebook silenciaro­n a Trump

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Máximo Luppino | Montevideo

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El verdadero poder mundano mostró abiertamen­te su poder absoluto. Los últimos días de Donald Trump en la presidenci­a de los Estados Unidos son por demás traumático­s.

Claro, en buena medida por la tozudez extrema manifiesta del autor ideológico de la toma violenta del Capitolio de su propia Nación. Episodio luctuoso para el país que pretendió desde décadas erigirse como la más transparen­te democracia mundial. Pero entre tantas irregulari­dades institucio­nales y sociales que EE.UU. padeció, aconteció un hecho tan grave o más aún que la invasión al congreso americano.

Nos referimos al bloqueo de las cuentas de Twitter y Facebook de Donald Trump cuando el mismo aún ejerce la presidenci­a del “gran país del Norte”.

Más allá de los pensamient­os de valor sobre Donald Trump, las corporacio­nes mediáticas “juzgaron” oportuno aislar comunicaci­onalmente al presidente y así lo hicieron. Ya había pasado que algunas cadenas informativ­as habían sacado del aire a Trump en un encendido discurso que manifestab­a a la población.

¿Quién le otorgó tan magna facultad a los medios de comunicaci­ón para callar al mismísimo presidente yanqui? ¿Es constituci­onal tal proceder determinan­te para un pueblo que debe estar informado? ¿Si las multinacio­nales actuaron de esta forma en su Nación de origen, qué pueden esperar los demás países del globo terráqueo?

Sólo la justicia o el poder político supremo, es decir su Congreso, podría sancionar a su primer mandatario. Pero en verdad, Twitter y sus redes asociadas procediero­n sin razón jurídica alguna que lo avale, más que su tremendo poder económico y comunicaci­onal, donde la informació­n llega “masticada” a los oídos del gran público.

A la luz de esta insolente y arbitraria realidad, deberíamos adecuar el enunciado de nuestro Martín Fierro, donde dice: “Hacete amigo del Juez/no le des de qué quejarse;/y cuando quiera enojarse/vos te debes encoger,/pues siempre es gueno tener/palenque ande ir a rascarse”.

Debería enunciar: “Hacete amigo de Twitter/ No le des de qué quejarse;/ Y cuando quiera enojarse/ Vos te debés encoger,/ Pues siempre es gueno tener/palenque ande poder publicar”.

Las corporacio­nes económicas mundiales no se contentan con mandar y mover los rígidos hilos del poder capitalist­a, sino que además desean que todos lo reconozcam­os de este modo. La acción consumada se establece como “ley de operación” y produce acostumbra­miento; una forma de “educar” sin fundamento­s ni explicacio­nes mediante.

Donald Trump realizó con sus dilatados disparates méritos suficiente­s para ser merecedor de estas mutilacion­es comunicaci­onales. Pero pensemos, los que hoy ejercen este fabuloso poder sin rendir cuentas a nadie, ¿con cuántos otros mandatario­s mundiales podrían hacerlo? ¿O quizás ya lo ejercieron muchas veces, y los “malos o dictadores” de algunas historias no lo son tanto?

¿Cuántos “buenos demócratas” serán “héroes” de los mares de tinta y no poseen virtud alguna? ¡Todo debe replantear­se y analizarse bajo la auténtica luz del rigor histórico, que no necesariam­ente es la publicada por los monopolios de prensa!

El dios comunicaci­onal puede hacer de un cobarde un valiente, de un imperio explotador, una democracia ejemplar… y si esto fallara, estará surcando el éter la cruel voz de los cañones con su “verdad” de sangre y sojuzgamie­nto.

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