El Pais (Uruguay)

La pandemia despertó un furor por volar

En verano más uruguayos se animan a saltar con paracaidas y enfrentar sus miedos; el paisaje esteño favorece la experienci­a

- MARIANA MALEK

La avioneta carretea por la pista del Jagüel y levanta vuelo. Sube de a poco y el paisaje queda cada vez más atrás. Son unos 25 minutos de subida hasta alcanzar los 3.000 metros de altura. Desde arriba se divisa el paisaje de un centenar de kilómetros. La puerta se abre y el tándem de paracaidis­ta y turista se dispone a saltar. Son entre 30 y 35 segundos de caída libre, luego seis minutos de descenso con el paracaídas abierto.

Hace más de cinco años Paco Abelenda decidió dedicarse al paracaidis­mo.

“Arranqué con 17 años el curso de piloto de avión; siempre me había copado la idea. Ahí hice un salto tándem, que es la modalidad que se usa de saltar una persona sin experienci­a con un instructor. Así conocí a Martín Plateiro y Guillermo Görg, que eran las personas que estaban en el tema y con quienes trabajamos en Paracaidis­mo Punta del Este”, contó Abelenda a El País.

El paracaidis­ta detalló que en 2016, mientras trabajaba como piloto comercial, tomó la decisión de dedicarse al paracaidis­mo. “Vi que había una chance como instructor y me fui a Estados Unidos. Hice los 500 altos para ser instructor; ya tenía 200 y en un mes y medio hice los 300 que me faltaban. Así arrancó todo”, aseguró.

CONDICIONE­S. Cada verano, Punta del Este se llena de turistas y crece la demanda de aquellos que quieren saltar en paracaídas. Además, las personas tienden a pensar que el clima cálido es más propicio.

“Existe la falsa creencia de que en verano tenemos mejor clima; sin embargo, este verano, por ejemplo, es una porquería para saltar. Hubo mucho más oportunida­des en lo que fue julio-agosto o septiembre-octubre, que desde el mes de noviembre en adelante que estuvo más ventoso y con nubosidad baja”, apuntó a El País.

El instructor destacó que en los meses de calor la parte del vuelo también puede ser más tediosa, ya que mientras sube la aeronave no hay forma de enfriar la cabina.

“En invierno, cuando hace más frío, y estamos arriba, el impacto de la situación de que se abre el avión y vas a saltar, la adrenalina y todo el desconcier­to hace que realmente ni te enteres el frío”, destacó.

Mientras muchos estiman que la lluvia puede ser una de las limitantes para saltar, Abelenda señala que las condicione­s están dadas más bien por otros factores. “Antes que la preocupaci­ón por la lluvia, tenemos todo lo que es la nubosidad. Existen diferentes tipos de nubes, que están más arriba o más abajo, y eso nos limita mucho”, resaltó. No obstante, el viento es la condición que más restringe un salto: “Es lo más importante desde el punto de vista de la seguridad”.

EL SALTO. En Uruguay, las aeronaves que están habilitada­s para los saltos son todas iguales (salvo los pertenecie­ntes a la Fuerza Aérea), señaló Abelenda. La altura desde la que se realizan los saltos son unos 3.000 metros.

“Es una altura que está buena porque se logra un buen tiempo de caída libre y a su vez es una altura accesible. ¿Qué quiere decir? Que no estamos dos horas subiendo. Por ejemplo, existe una diferencia importante de subida entre los 3.000 y 4.000 metros”, destacó.

Los saltos se realizan en la modalidad tándem, es decir, quien realiza la actividad sin experienci­a va atado a un instructor que se encargará de manejar el paracaídas.

“En un salto tenés unos 25 minutos en el avión; es una experienci­a muy linda, sobre todo por las vistas. Un paseo normal en avión o en helicópter­o se hace entre 150 y 450 metros de altura, a los 3.000 metros en un día lindo desde Punta del Este se llega a ver La Paloma o el Aeropuerto de Carrasco. Luego son más o menos unos 30 o 35 segundos de caída libre y seis minutos con el paracaídas abierto”, explicó.

Abelenda subrayó que los saltos están pensados para que la persona no requiera ninguna preparació­n previa, porque para ello está el instructor que es capaz de llevarlo adelante en cualquier condición.

“Usualmente me preguntan: ‘¿Qué pasa si me desmayo?’; en realidad, es prácticame­nte imposible que te desmayes porque tus niveles de adrenalina están a tope, pero si te desmayaras creo que es la condición que menos molesta. La persona en el momento del susto tiende a poner cualquier posición contraria a la que necesitamo­s, pero nosotros estamos entrenados para dominar la situación y la posición de caída libre. Una vez que abrimos el paracaídas la persona que va adelante es una bolsa realmente; no nos cambia lo que hagan, no hay manera de que vulneran la seguridad del salto”, concluyó.

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