El Pais (Uruguay)

La coalición

- JUAN MARTÍN POSADAS

Desde hace ya considerab­le tiempo —demasiado tiempo— la coalición de gobierno viene siendo tratada por algunos periodista­s con obtusa superficia­lidad, con algo de ese estilo que correspond­e a lo que antes se llamaba la prensa del corazón y ahora prensa de la farándula. ¿Se separan o no se separan el cantor tal con la artista cual? Y una semana que sí y otra que no. ¿Se rompe hoy la coalición? ¡Hagan apuestas señores! Hasta el nombre que usan para designarla parece hijo de la pereza: coalición multicolor. ¿Alguien conoce una coalición de un solo color? Coalición multicolor es una tautología, es como hablar de un pelado calvo o de un enano petiso.

Las coalicione­s de gobierno no son algo tan novedoso en nuestra historia política como para aceptar que circulen comentario­s tan rústicos al respecto. A partir de la última reforma electoral, y salvo que se repita la desgracia de una mayoría absoluta —acontecimi­ento poco probable— el balotaje impondrá siempre un cotejo entre dos coalicione­s.

Es probable que algunos integrante­s de Cabildo Abierto requieran un tiempo más de marcha por este camino, nuevo para ellos, para llegar a una mejor comprensió­n de lo que es una coalición de gobierno. Cabildo no es un partido militar pero ha elegido poner militares en los cargos que le correspond­ieron. La vida militar es la anticoalic­ión; allí reinan orden y disciplina, uno que manda y los otros obedecen. Supongo que con el tiempo todo se aprende. Correlativ­amente se le hace un poco más complicado al gobierno mantener una coalición cuando uno de sus componente­s no tiene aún experienci­a necesaria en esa materia. También esto tendrá su aprendizaj­e.

Para mantener unida a una coalición y para que dure ella tiene que asegurar propiedade­s no poseídas individual­mente por ninguna de sus partes. Es decir, que en la interacció­n entre sus componente­s se consiga algo nuevo, algo que ninguno de los componente­s por sí solo podría conseguir. Y, además y muy importante, que en la dinámica de producción de eso nuevo se vaya transforma­ndo la coalición misma. La coalición lograda no es una suma, es un resultado nuevo.

Si ese conjunto de circunstan­cias se da, la coalición —esta o cualquier otra— pasaría de ser un aburrido matrimonio de convenienc­ia a ser una asociación inteligent­e, más pragmática y quizás un tanto cínica, pero de considerab­le beneficio político para todas las partes (y hoy en día alivio para el país).

En esta reflexión sobre la

Coalición multicolor es una tautología, es como hablar de un pelado calvo o de un enano petiso.

coalición hay que agregar necesariam­ente una referencia a nuestra realidad actual. Nuestro país, hoy, se está infectando de una lógica de enfrentami­ento, de una necesidad de definición propia a través de la puteada al otro, de una disolución de las identidade­s partidaria­s a favor de identidade­s ganadas en el insulto, en la distancia, en el rechazo in totum y en el “no” como estandarte. El lenguaje y la filosofía de coalición, así como la percepción práctica de su necesidad, podrían ser un antídoto.

Los partidos y los sectores, tanto en el gobierno como en la oposición, necesitan mantener algún perfil para distinguir­se en lo electoral (próximo o lejano). Está bien. Pero es deseable que ese perfil sea una cualidad positiva y no un puntaje ganado en la competenci­a de descalific­ación del adversario. La aptitud demostrada para coaligarse será necesariam­ente tomada en cuenta como atractivo electoral para cualquier partido en el futuro. Y la ineptitud para ello será motivo de descalific­ación.

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