La coalición
Desde hace ya considerable tiempo —demasiado tiempo— la coalición de gobierno viene siendo tratada por algunos periodistas con obtusa superficialidad, con algo de ese estilo que corresponde a lo que antes se llamaba la prensa del corazón y ahora prensa de la farándula. ¿Se separan o no se separan el cantor tal con la artista cual? Y una semana que sí y otra que no. ¿Se rompe hoy la coalición? ¡Hagan apuestas señores! Hasta el nombre que usan para designarla parece hijo de la pereza: coalición multicolor. ¿Alguien conoce una coalición de un solo color? Coalición multicolor es una tautología, es como hablar de un pelado calvo o de un enano petiso.
Las coaliciones de gobierno no son algo tan novedoso en nuestra historia política como para aceptar que circulen comentarios tan rústicos al respecto. A partir de la última reforma electoral, y salvo que se repita la desgracia de una mayoría absoluta —acontecimiento poco probable— el balotaje impondrá siempre un cotejo entre dos coaliciones.
Es probable que algunos integrantes de Cabildo Abierto requieran un tiempo más de marcha por este camino, nuevo para ellos, para llegar a una mejor comprensión de lo que es una coalición de gobierno. Cabildo no es un partido militar pero ha elegido poner militares en los cargos que le correspondieron. La vida militar es la anticoalición; allí reinan orden y disciplina, uno que manda y los otros obedecen. Supongo que con el tiempo todo se aprende. Correlativamente se le hace un poco más complicado al gobierno mantener una coalición cuando uno de sus componentes no tiene aún experiencia necesaria en esa materia. También esto tendrá su aprendizaje.
Para mantener unida a una coalición y para que dure ella tiene que asegurar propiedades no poseídas individualmente por ninguna de sus partes. Es decir, que en la interacción entre sus componentes se consiga algo nuevo, algo que ninguno de los componentes por sí solo podría conseguir. Y, además y muy importante, que en la dinámica de producción de eso nuevo se vaya transformando la coalición misma. La coalición lograda no es una suma, es un resultado nuevo.
Si ese conjunto de circunstancias se da, la coalición —esta o cualquier otra— pasaría de ser un aburrido matrimonio de conveniencia a ser una asociación inteligente, más pragmática y quizás un tanto cínica, pero de considerable beneficio político para todas las partes (y hoy en día alivio para el país).
En esta reflexión sobre la
Coalición multicolor es una tautología, es como hablar de un pelado calvo o de un enano petiso.
coalición hay que agregar necesariamente una referencia a nuestra realidad actual. Nuestro país, hoy, se está infectando de una lógica de enfrentamiento, de una necesidad de definición propia a través de la puteada al otro, de una disolución de las identidades partidarias a favor de identidades ganadas en el insulto, en la distancia, en el rechazo in totum y en el “no” como estandarte. El lenguaje y la filosofía de coalición, así como la percepción práctica de su necesidad, podrían ser un antídoto.
Los partidos y los sectores, tanto en el gobierno como en la oposición, necesitan mantener algún perfil para distinguirse en lo electoral (próximo o lejano). Está bien. Pero es deseable que ese perfil sea una cualidad positiva y no un puntaje ganado en la competencia de descalificación del adversario. La aptitud demostrada para coaligarse será necesariamente tomada en cuenta como atractivo electoral para cualquier partido en el futuro. Y la ineptitud para ello será motivo de descalificación.