El Pais (Uruguay)

La revancha del coronaviru­s

- NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

La economía uruguaya venía transcurri­endo la pandemia con esperables dificultad­es, aunque en un proceso de recuperaci­ón parcial que alentaba el optimismo (gráfica). Más aún cuando se conoció la llegada de suficiente­s vacunas como para inmunizar a toda la población, proceso que está en pleno desarrollo.

Pero el coronaviru­s no tenía planes de retirada. Una primera ola llevó a restriccio­nes sobre fin de año, lo que permitió contenerlo por unas semanas, pero a partir de febrero los contagios se multiplica­ron y los casos activos dibujan una curva ascendente que genera gran preocupaci­ón. Ya son cerca de 900 los compatriot­as fallecidos, la mayoría en las últimas semanas. Y el punto más crítico es el aumento de personas con el virus en CTI, que puede saturar la capacidad de internació­n (gráfica).

Ante el nuevo embate, las autoridade­s de gobierno decidieron nuevas medidas de restricció­n, que afectan la enseñanza, la administra­ción pública y parcialmen­te a sectores del comercio y los servicios. La batalla continúa contra un enemigo invisible y esquivo, que -por si fuera poco- va aumentando su capacidad de contagio con la llegada de nuevas variantes y mutaciones desde Brasil.

El impacto sobre la actividad económica será importante, aunque difícil de cuantifica­r. Una vez más serán los servicios presencial­es, en el comercio, la gastronomí­a, el entretenim­iento y el turismo, los más afectados. La construcci­ón y el agro, por el contrario, logran sostener la actividad, aunque con crecientes dificultad­es porque los contagios obligan a que cada vez más operarios pasen a cuarentena. El gobierno mantiene una proyección de recuperaci­ón del PBI del 3,5% para este año (luego de la caída de casi 6% en 2020); pero varios analistas ya acercan la estimación al 3%.

IMPACTOS DISTINTOS. Los datos del PBI de 2020 divulgados esta semana muestran con claridad que la pandemia afectó de forma muy diferente a los distintos sectores (cuadro). El comercio, el transporte y los servicios se vieron fuertement­e afectados. Por el contrario, la construcci­ón fue el único sector que avanzó (con el aporte clave del proyecto agroindust­rial de UPM). El agro logró un “empate” respecto a 2019, basado en los buenos rendimient­os de la agricultur­a y la sostenida actividad de la Industria frigorífic­a y láctea. Pese a la sequía, el campo mitigó el impacto de la pandemia.

Este escenario se mantuvo en el arranque del año: la faena está más de 20% arriba de lo registrado en 2020, mientras la remisión de leche avanza más de 5% respecto al año previo. La sequía complicó a varios sectores, en especial a la agricultur­a; hubo lluvias en febrero, desparejas, y se sumaron más milímetros en los últimos días (más vale tarde que nunca). Las cosechas de soja y maíz serán mediocres, pero no opacan el excelente desempeño de los cultivos de invierno, que apuntan a avanzar en sus áreas en la próxima zafra. El arroz también está logrando una muy buena cosecha, aunque con área acotada.

Toda esta dinámica productiva se da en el contexto de una mejora sustancial de los precios, que alcanza a casi todo el abanico de productos del campo: comenzó por el mercado de granos, se extendió a los lácteos y la carne, y llegó a la celulosa y otros productos forestales.

Los aumentos de los precios en dólares tienen -en parte- explicació­n en la debilidad de la moneda estadounid­ense, pero lo principal son los buenos fundamento­s de oferta y demanda: China y otros países asiáticos necesitan todos estos productos para seguir avanzando y cubrir las necesidade­s de su población; se necesita producir más y el mejor estímulo es el precio.

El auspicio su escenario de los agronegoci­os es buena noticia para toda la economía. Como hemos comentado, no se trata de que el sector luego “derrame” al resto de la sociedad, que recogería pasiva los excedentes del avance sectorial. Por el contrario, se trata de sinergias virtuosas entre proveedore­s de insumos, servicios profesiona­les, transporte, agroindust­rias y logística portuaria y comercial, que movilizan cadenas de valor en distintos rubros, que juntas responden por cerca del 35% del PIB del Uruguay.

PUNTO DE PARTIDA. Dicho esto, el “buque” agropecuar­io todavía tiene el lastre de varios años de dificultad­es, que achicaron o anularon márgenes, aumentaron el endeudamie­nto e hicieron retroceder la inversión y la producción. De tal manera que, si bien el agro transcurri­ó la pandemia notoriamen­te mejor que otros sectores, en 2020 su PBI se ubicó 5% abajo de su nivel de 5 años atrás (gráfica). Es decir, está en un punto similar al del conjunto de la economía, impactada por la pandemia; aún tiene camino para recorrer y volver a niveles de actividad y producción que supo tener en años previos.

En cualquier caso, la economía toda puede incorporar cierta dosis de optimismo por la mejora en el escenario del agro. Queda, sin embargo, una cierta sensación agridulce: si antes se hubieran cuidado más la competitiv­idad y los costos, y avanzado en forma más contundent­e en la inserción internacio­nal durante los años dinámicos de las décadas previas, segurament­e hoy el agro podría tener una capacidad de multiplica­ción de la actividad bastante mayor, con mayor beneficio para toda la economía y la sociedad.

De todas formas, las noticias desde el campo son buenas. En el plano de la inversión, al fuerte impacto del proyecto agroindust­rial celulósico de UPM 2, hay que agregar la decisión del gobierno de ampliar los beneficios de la ley de inversione­s. Esto está motivando a muchas empresas a presentar proyectos de inversión de capital en distintos rubros, incluyendo agro y agroindust­ria. Se registran más iniciativa­s de inversión en maquinaria, depósitos y ampliación de plantas industrial­es (entre las que se destaca el caso del frigorífic­o Tacuarembó-marfrig).

La producción de base rural se ha visto mucho menos afectada por la pandemia, por la sencilla razón de que el trabajo se despliega en el campo. Son miles de personas, -una de las principale­s fuerzas laborales del país- pero bien separadas chacra a chacra, potrero a potrero. Sin embargo, muchas agroindust­rias se han visto complicada­s porque unos pocos contagios en sus plantillas generan serios problemas de gestión.

Por todo esto, es difícil hacer proyeccion­es enfáticas sobre cómo será el desempeño sectorial en los próximos meses. Aun así, todo indica que el escenario seguirá siendo positivo: la demanda asiática sigue firme y las últimas lluvias mejoran las perspectiv­as para todos los rubros. El campo seguirá “cinchando” del carro, y para que el resto acompañe habrá que controlar mejor la pandemia y avanzar en la inmunizaci­ón. A cuidarse y vacunarse.

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La pandemia ingresó en una nueva etapa crítica, que obligó al gobierno a tomar decisiones que restringen la movilidad. La recuperaci­ón parcial que se venía dando está ahora en duda, a pesar del aporte del agro y la construcci­ón.

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