El Pais (Uruguay)

Una comunidad espiritual

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Hace muchos años, Wilson Ferreira Aldunate definió al Uruguay como una comunidad espiritual. A nuestro país no lo define una raza, la geografía o una religión, sino un destino común de bienestar para nuestra gente. A más de 30 años de su partida, esa definición sigue vigente y es un llamado a la unidad nacional frente a una de las situacione­s de mayor complejida­d que le toca enfrentar a nuestra patria.

Después de más de un año de esta tormenta, la situación no da tregua. El estado actual de la pandemia en nuestro país es muy complejo, ningún ciudadano y menos ningún gobernante responsabl­e puede dejar de admitirlo.

Como ya ha sucedido en los momentos de mayor tensión, se intensific­an los discursos de odio y la necesidad de buscar culpables. Las redes se convierten en el lugar perfecto para agrandar brechas y sembrar discordias. En este contexto, más que nunca, es necesario que los referentes sociales y políticos antepongan el interés nacional al corporativ­o. Lamentable­mente, no todos parecen estar a la altura.

Ayer lunes, se publicaba una nota de prensa que hacía referencia a una campaña del SMU (Sindicato Médico del Uruguay) convocando a sus socios a publicar videos en las redes advirtiend­o el desborde del sistema sanitario. No parece responsabl­e sembrar miedos que paralizan, ni es justo con la gente utilizar posiciones de privilegio con una clara intención política de presionar al gobierno.

Los dirigentes del SMU que armaron esta movida perdieron, otra vez, la oportunida­d de sumar su grano de arena. Si por un momento se animaran a separar sus intencione­s políticas de lo importante, entendería­n que desaprovec­haron una chance de oro para dar un mensaje constructi­vo, para promover conciencia en la ciudadanía .

Las pandemias son carreras largas. No hay soluciones mágicas y cualquier decisión que se tome trae consecuenc­ias. Cobrar al grito es peligroso, como creerse los dueños de la verdad.

Con aciertos y segurament­e también algunos errores, el gobierno ha dejado todo para liderar el barco en plena tormenta. Con humildad, tomando como premisa el pragmatism­o (“para adelante todo lo posible, para atrás todo lo necesario”), pero sobre una base de principios sólida que establece el límite sobre la libertad individual y el rol del Estado.

Afortunada­mente, parece haber luz al final del túnel. Sin ser victorioso­s, es muy esperanzad­or el avance de la campaña de vacunación en nuestro país que, en pocas semanas, ha logrado inmunizar a más de 500.000 uruguayos. Con mesurado optimismo, es importante ver el impacto positivo sobre la mortalidad y las formas graves de la enfermedad que similares estrategia­s, con un grado de avance mayor, están teniendo en algunos países.

Se vienen semanas complejas. En la necesidad de contener la movilidad, el gobierno ha tomado decisiones firmes que tendrán consecuenc­ias sobre la actividad económica, la salud mental y las dinámicas sociales de todos. Por eso, más que nunca, este tiempo nos tiene que encontrar unidos como uruguayos para superar la adversidad. Nos toca quedarnos en casa siempre que se pueda y evitar al máximo la circulació­n para aplanar la curva.

Así como lo hicimos en diciembre, nos toca otra vez desafiar a las gráficas.

Los dirigentes del SMU que armaron esta movida perdieron, otra vez, una gran oportunida­d.

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