El Pais (Uruguay)

Unidos y fuertes

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Our World in Data” muestra la cantidad de vacunas suministra­das en cada país por cada 100 personas. Los primeros cinco países en el mundo son: 1º) Emiratos Árabes 1,1, 2º) Uruguay 0,88, 3º) Chile 0,86, 4º) Estados Unidos 0,82 y 5º) Reino Unido 0,81.

Estoy en una franja etaria que espera le empiecen a convocar para vacunar. Somos gente que vio pasar agua bajo el puente y que ante la irrupción súbita del COVID 19 en el mundo y el país, admira la celeridad con la que se organizó a la sociedad frente al hecho. Atendiendo al esfuerzo colectivo que conoce de un sin par despliegue sanitario, a la intervenci­ón eficiente de las fuerzas armadas distribuye­ndo las vacunas, y a la presencia policial. Que no solo ha evitado criteriosa­mente desbordes sociales sino que —además— ha sacado a la seguridad pública de la agenda como tema principal y viene asestando contundent­es golpes al narcotráfi­co que decían invencible. Lo mencionado se dice fácilmente pero nadie puede ignorar exige una movilizaci­ón de recursos colectivos inesperada y complicada de implementa­r.

En horas aciagas para su patria ocupada por los nazis el general De Gaulle decía a su gente “al final de nuestro dolor está la mayor gloria del mundo la de los hombres que no se rindieron”. No estamos en guerra pero enfrentamo­s un virus que causa estragos humanos y materiales como si fuese una conflagrac­ión. Y, la ciudadanía intuye la necesidad de una conducción política única, el respeto por las opiniones de la ciencia, y el comportami­ento perceptibl­e del personal sanitario, militar y policial. Ocupando la primera línea de fuego médicos y personal de la salud que no se rinden.

Desde el 1º de marzo de 2020, al instalarse el nuevo gobierno nacional impulsado por una coherente coalición republican­a, tiene a su frente agitadores impenitent­es que en el campo político y sindical, hijos de una misma orientació­n “ideológica” y desconocie­ndo la autoridad de los pronunciam­ientos mayoritari­os del Parlamento libre se renuevan en la protesta y la demagogia. Aunque indeseable, ello era previsible al igual que la generosa oportunida­d de publicidad que le regala el “periodismo compañero”. Vienen de superar lo tolerable. Un grupo de médicos, desde posiciones individual­es que ocupan en la dirección de su gremio, arraigados en la vanguardia disolvente —está documental­mente probado— vienen de organizar una campaña artera, tendiente a aumentar la angustia popular.

No estamos en guerra, pero enfrentamo­s un virus que causa estragos humanos y materiales.

Alentando intervenci­ones individual­es planificad­as de colegas correligio­narios destinadas a exagerar la dimensión de las dificultad­es de asistencia que enfrentamo­s, alarmando a la población. Vanguardia de esta acción notoriamen­te han sido el Dr. Gustavo Grecco y la Dra. Zaida Arteta, presencia frecuente en los medios, cuyas intervenci­ones trasuntan inocultabl­e inspiració­n de odio.

No aportan nada y piden una cuarentena masiva sin sugerir cómo se hace. Tiranías brutales han llegado a cerrar la puerta de salida a los edificios de apartament­os con custodia militar. Otros han aplicado la receta con fracaso estrepitos­o, como Argentina. Si este remedio sin prueba de éxito se aplicase, para cumplirle solo cabría al Gobierno nacional la aplicación de medidas prontas de seguridad, con suspensión de derechos individual­es y un plan generaliza­do de represión ¿Esto quieren?

Ante la sinrazón recordemos siempre que luchando unidos somos fuertes.

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