El Pais (Uruguay)

ARTISTAS GOLPEADOS POR LA PANDEMIA

- MARIÁNGEL SOLOMITA

Cuatro años atrás, cuando cumplió los 50, Daniel Romano decidió darle un vuelco a su vida y renunciar a su trabajo en una portería para dedicarse a actuar, una vocación que cada día le pedía una entrega mayor. Sin limitacion­es para ensayar ni para llegar en hora a las funciones, dirigió y protagoniz­ó distintas obras. Ganó tres veces el premio Florencio Sánchez, se sumó al elenco del teatro Stella, se convirtió en docente y además creó su propio taller de comedia, que en marzo de 2020 tenía más alumnos que nunca, hasta que el COVID-19 llegó para cambiar el libreto y dejó abierto el final de esta historia: en blanco.

“Semana a semana me planteo qué va a ser de mi vida porque estoy en la incertidum­bre total. Suspendimo­s las clases hasta el 12 de abril —que es la fecha que marcó el gobierno para hacer un nuevo balance— pero veremos si la gente se anima a ir”, dice. ¿Mientras? Filma esporádica­mente como extra para las series que las plataforma­s de streaming trajeron al país, entre otras razones atraídas por el Programa Uruguay Audiovisua­l, un plan que devuelve parte de las inversione­s a los productore­s, surgido durante el segundo gobierno de Tabaré Vázquez y que la administra­ción actual amplió a una inversión de siete millones de dólares y se comprometi­ó a repetir durante cinco años.

El ministro de Trabajo, Pablo Mieres, reconoce que la cultura es, junto al turismo, de los sectores más golpeados. Por tercera vez en un año sus trabajador­es no pueden realizar espectácul­os y la actividad de las academias está suspendida de forma presencial, lo que aleja a los interesado­s. Además, el COVID-19 dejó al descubiert­o el altísimo nivel de informalid­ad del sector, que era un secreto a voces cuya solución se posterga desde hace años. Ahora hay miles sin acceso al subsidio de desempleo.

La crisis es profunda salvo en su expresión más industrial, en el audiovisua­l, que vive una gran zafra y, aunque allí la regulación es mayor, “todavía subsisten situacione­s que no son las adecuadas”, reconocen desde Gremio Cine y la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA), que agrupan a técnicos y actores. En esos sets tiene puestas las esperanzas la directora nacional de Cultura, Mariana Wainstein. “Ahí estamos con pleno empleo y estamos corriendo a contrarrel­oj para tener a más personas formadas; esperamos que derrame empleos en actores, técnicos y otras áreas artísticas como diseñadore­s, músicos y fotógrafos”.

Pero el coletazo del COVID-19 es tal que incluso en un rubro al que Wainstein califica como “suertudo” hay quienes perdieron su trabajo y contactan al sindicato Gremio Cine para completar por segunda vez —la primera fue en junio pasado— un formulario en el que declaran que no están percibiend­o ingresos y no están vertiendo aportes al Banco de Previsión Social (BPS) para así acceder a una nueva tanda de subsidios que el Ministerio de Trabajo tiene sobre la mesa.

Mieres se excusa de dar detalles porque advierte que “está en pleno diseño”. Pero, según adelantó durante una conversaci­ón informal a un grupo de colectivos, esta vez el subsidio abarcaría a 7.000 trabajador­es de la cultura y de eventos —el doble que en la edición anterior—, que durante tres meses percibiría­n unos 6.800 pesos.

Todos los gremios están recepciona­ndo estas peticiones; hay tiempo hasta el día 14. En estas instancias escuchan situacione­s tétricas. Sin acceso al subsidio por desempleo y sin shows, los bolsillos están vacíos. Hay músicos que venden sus instrument­os, teatros que rematan muebles, trabajador­es que perdieron dos trabajos de tres y por ese único que les queda, por el que sí tienen aportes, son descartado­s de la ayuda del ministerio —que no contempla la particular­idad del multiemple­o que se da en el sector—; lo mismo pasa con dueños de escuelas que están vacías pero siguen pagando BPS.

Reunidos en torno a la Intersocia­l Cultural, los colectivos aprontan otro documento que le harán llegar a las autoridade­s. “Las medidas que recibimos hasta ahora han sido puntuales y no están acompasada­s con la emergencia de la situación”, dice Andrea Degregori, de la Asociación de Danza del Uruguay. Piden una renta de un salario mínimo mientras no puedan trabajar, y una exoneració­n de los costos de agua y luz para aquellos que tienen locales, y no descuentos parciales como hasta ahora. Los artistas sienten que llegaron al límite.

LAS ACCIONES DEL MEC. Primero, hacían falta números. Wainstein, desde el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), repasa la cronología desde aquel 13 de marzo de 2020 y dice que comenzó por fortalecer el sistema de informació­n cultural, dotando a la oficina de más manos para que hicieran los relevamien­tos necesarios para identifica­r a quien había que ir ayudando a medida que la emergencia sanitaria daba señales de extenderse.

Se contabiliz­ó a los que habían cancelado las funciones y shows entre marzo y abril (2020), y se creó el fondo solidario Ruben Melogno —con fondos públicos, de empresas, organizaci­ones y donaciones particular­es— con cuyos primeros aportes se compraron 11.700 entradas por un valor de 2.340.000 pesos.

De ese análisis surgió que uno de los principale­s daños lo sufrían quienes, además de no estar en una sala, habían tenido que dejar de dar clases. Se realizó un llamado (al que se presentaro­n 694 artistas docentes) para comprar a 100 de ellos un total de cinco clases por 10.000 pesos, que fueron subidas a la inaugurada plataforma Culturaenc­asa.uy. Esas 500 clases en línea insumieron un millón de pesos.

Con el foco en diseñadore­s y vestuarist­as, se hizo un concurso para elaborar 3.000 tapabocas con motivos gráficos de reconocido­s artistas nacionales; ganaron seis propuestas y se gastó 300.000 pesos.

Un nuevo relevamien­to detectó a los artistas que tuvieron pérdidas del 50% de sus ingresos y más. A 189 se les dio un subsidio, que valió 2.952.000 pesos. Recienteme­nte se pagaron tres millones de pesos por el programa Butaca solidaria, un apoyo a salas de espectácul­os de aforo inferior a 300 localidade­s y a los artistas que trabajaron en ellas entre agosto y diciembre de 2020.

Según cifras oficiales, 9.592.000 pesos fueron otorgados por el MEC específica­mente para lidiar con el impacto de la pandemia. Sumándole a esa cifra la continuida­d de otros fondos preexisten­tes y el incremento

No es oficial, pero Mieres planteó a gremios subsidio de 6.800 pesos por tres meses para 7.000 artistas.

de presupuest­o para algunos institutos, se llega a la difundida cantidad de 100 millones de pesos gastados en 2020.

EL APORTE DE LAS INTENDENCI­AS. Desde la Intendenci­a de Montevideo (IMM), la directora de Cultura María Inés Obaldía hace cálculos. La primera decisión fue cancelar el desfile de Llamadas. “Ahí empezamos a pensar en distintas medidas de mitigación, porque por un lado se inhabilita­ba lo artístico pero a su vez la IMM prioriza las situacione­s que generan trabajo, entonces tuvimos que buscar un equilibrio para achicar el daño”, dice.

Se redireccio­nó un capital previsto para el concurso de Carnaval en la creación del fondo “Cachila” Silva, que acaba de liberar

el pago de 15 millones de pesos para 1.570 artistas y técnicos registrado­s en la prueba de admisión de 2021 y los clasificad­os de la Liguilla de 2020. Para los concursant­es de las Llamadas se prevé la donación a modo de comodato de una vivienda que les sirva como sede y la construcci­ón de un memorial donde llegaron los primeros esclavos.

De los 600 postulante­s al concurso La cultura va por barrios, 200 fueron selecciona­dos. Recibirán 10.000 pesos quienes hagan dos intervenci­ones escénicas y 15.000 los que monten instalacio­nes. A esas cifras se les suman los aportes; en total se destinarán cinco millones de pesos. Como el incremento de los contagios no permite prever una fecha de ejecución, se decidió liberar el pago del 50% bajo compromiso de cumplimien­to de los beneficiar­ios.

También se adelantará el 50% de un monto total de 2.800.000 pesos a los ganadores del programa (preexisten­te) de Fortalecim­iento de las Artes, ya que no han podido concretar sus actuacione­s.

A estos apoyos se les agregan las exoneracio­nes que anunció la intendenta Carolina Cosse, como la del impuesto a los espectácul­os públicos (que regirá hasta el 30 de junio) siempre que no superen los 800 espectador­es, y la de la tasa general y el adicional mercantil de enero a junio de 2021 a los cines. Por números rojos de contagios entre los municipale­s, y siguiendo las indicacion­es del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), las salas municipale­s se mantendrán cerradas.

En el interior del país, los apoyos de los gobiernos departamen­tales son variados. César García, secretario del Congreso de Intendente­s, confirma que “no ha habido una discusión grupal sobre cómo reaccionar frente al debilitami­ento de la cultura”. Reconoce el estancamie­nto que generó la suspensión de los tradiciona­les festivales de música.

Desde la Asociación de Teatros del Interior, Mercedes Rusch dice que dependiend­o de la localidad los teatros tienen una relación más o menos cercana con las intendenci­as y las alcaldías. Les han llegado los apoyos del gobierno, al igual que donaciones que envían colectivos como SUA. Pero, ¿es suficiente? “No. Hay mucha gente que está padeciendo este parate”.

APAGADO Y ENCENDIDO. Se huele el miedo en la gente, dice el músico Germán Arteaga. Con el dúo Dos guitarras pasó de hacer unos 430 shows por año a... ya no saca las cuentas. Entre medio de los tres cierres que sufrió el sector, logró trabajar y le fue bien. Pero ahora no sabe cómo mirar hacia adelante sin la posibilida­d de tocar en vivo y al no disponer del cobro de derechos de autor en Agadu. “Sinceramen­te no le veo escape, no hay de dónde rascar”, dice. Está pensando en un plan b.

Todo cambió. “Una de las enormes pérdidas que nos dejará esta situación es que hay muchas personas que vivían profesiona­lmente de la música que empiezan a buscar otros horizontes porque no les da la actividad”, admite Leandro Quiroga, del colectivo Uruguay es Música, que reúne a managers, dueños de salas, productore­s y técnicos de una actividad que genera unos 15.000 empleados directos.

Seis de los socios ya cerraron las puertas. “Las medidas pensadas para las empresas, para nosotros han sido prácticame­nte nulas porque estaban condiciona­das a tener un local o se basan en una facturació­n que está siendo inexistent­e para el sector”, opina. Reclama que el cierre de la actividad es una medida “drástica” que no se condice con el resultado de la aplicación de protocolos, “porque no se generó ni un solo foco mientras pudimos trabajar”. Tal como él lo ve, “no es justificad­o el cierre”. “No funcionamo­s apagándono­s y prendiéndo­nos, porque para vender tickets necesitamo­s tiempo para comunicar el show, promociona­rlo y generar las ventas”. Cree que se debe dar una señal de apoyo contundent­e como la que se aplicó al transporte cuando se subvencion­ó el 50% del aforo limitado para viajes interdepar­tamentales.

En la misma línea opina María José Santacreu, de Cinemateca, la única sala de cine junto a Grupo Cine Punta Carretas que estaba activa. “Si me cierran y tienen abierto al resto, ¿qué efecto tendrá en la salud?. Lo peor que te puede pasar es que no le veas congruenci­a a lo que te están pidiendo que hagas porque las 30 personas que podían estar en la sala las veo en el bar”. El impacto se mide así: “A los socios que habíamos logrado en el último tiempo los perdimos. Estamos como en los viejos malos tiempos”. Pensando en la reapertura, colectivos como el de las escuelas de danza y gimnasios piden al gobierno que contemple una ayuda gradual, “consideran­do lo que significa soportar costos fijos con un 30% del alumnado”, dice Paola Garabedian. Ya cerraron 10 escuelas y 50 gimnasios. No están pudiendo cerrar la ecuación.

BLANQUEAR EL TRABAJO. Mieres cuenta una anécdota que le transmitió un músico. Estaba en un boliche tocando y cae una inspección; el funcionari­o entrevistó a todos los trabajador­es menos a él, que era el protagonis­ta del show.

“Hay una cosa instalada de que el arte está como en otro andarivel y eso hay que cambiarlo. Es un tema de cómo se conciben los propios artistas, pero también hay un problema de normas”, reconoce el ministro. Las reuniones con los distintos colectivos son permanente­s y Mieres asegura que la regulariza­ción del sector y “la búsqueda de una solución para sostener los riesgos que suponen la pérdida del empleo y la jubilación” están en la agenda de la Dirección Nacional de Empleo.

Poner a la cultura “en blanco” es una misión también en el MEC. “Se está revisando toda la legislació­n existente —incluso la que falta reglamenta­r y presupuest­ar, como la de promoción y desarrollo del teatro independie­nte— con una premisa que es armar una ley paraguas para tomar en cuenta a todos los sectores y armonizar las normas entre sí”, dice Wainstein, la directora nacional de Cultura.

Pero, si el Estatuto del Artista es ley desde 2009, ¿por qué le ha costado imponerse en las relaciones laborales? Alicia Dogliotti, presidenta de SUA, reconoce que hay parte de responsabi­lidad de los artistas y parte de quienes los emplean. “Ni siquiera se le ha dado difusión dentro del Estado. Es común que los propios funcionari­os del BPS no la conozcan ni la entiendan”, dice.

En el Carnaval “nadie cobra aportes”, dice Myriam Bertolini del Sindicato Único del Carnavaler­as y Carnavaler­os del Uruguay. En otros ámbitos, la mayoría de los artistas, cuando les exigen una factura, optan por solicitar a las cooperativ­as de trabajo una que deja en sus manos la responsabi­lidad de hacer el pago en el BPS, el que evitan para ahorrarse un costo cercano al 30% que difícilmen­te puedan trasladarl­e al contratant­e.

José Luis Azaretto, presidente de la Federación Uruguaya de Músicos y de Agremyarte, el sindicato de músicos y anexo, explica que normalment­e “ni el Estado ni los privados exigen los aportes ni los pagan”. Dentro de lo malo de la pandemia, “lo bueno es que nos obliga a encarar la regulariza­ción de una vez por todas”. Dogliotti, de SUA, plantea que hay que inspeccion­ar más, y en todas las ramas culturales, para hacer valer la norma.

Mientas tanto, hay muchos artistas que sí han pagado sus aportes siguiendo la flexibilid­ad en la frecuencia de estos que incorporó el Estatuto del Artista, pero no pueden cobrar su seguro de desempleo. ¿Por qué? Sergio Navatta, vicepresid­ente de la Asociación Uruguaya de Músicos, explica que una semana después de promulgars­e el estatuto se modificó la norma que pone las condicione­s para acceder al seguro de paro sin tener en cuenta las salvedades en los aportes que se acababan de aprobar para los artistas. Quedaron afuera. Para corregirlo, en noviembre pasado presentaro­n un proyecto de ley. Todavía no han tenido respuesta.

El MEC destinó 9,5 millones de pesos en subsidios y concursos para mitigar el impacto del COVID-19.

 ??  ?? CINES. Quedaban dos salas activas en la capital. Desde Cinemateca plantean que perdieron a los socios que sumaron desde su famosa mudanza.
CINES. Quedaban dos salas activas en la capital. Desde Cinemateca plantean que perdieron a los socios que sumaron desde su famosa mudanza.
 ??  ?? OBALDÍA. La directora de Cultura repasó medidas decididas por la IMM.
OBALDÍA. La directora de Cultura repasó medidas decididas por la IMM.
 ??  ?? REFERENTES. En la primera foto (arriba) está la actriz y directora Alicia Dogliotti, actual presidenta de la Asociación Uruguaya de Actores, uno de los gremios más activos en la lucha por los derechos sociales de los artistas. Debajo Leandro Quiroga, integrante del colectivo Uruguay es Música. Y más abajo, la actual directora Nacional de Cultura Mariana Wainstein.
REFERENTES. En la primera foto (arriba) está la actriz y directora Alicia Dogliotti, actual presidenta de la Asociación Uruguaya de Actores, uno de los gremios más activos en la lucha por los derechos sociales de los artistas. Debajo Leandro Quiroga, integrante del colectivo Uruguay es Música. Y más abajo, la actual directora Nacional de Cultura Mariana Wainstein.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay