El Pais (Uruguay)

Si yo fuera presidente

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Si yo fuera presidente nombraría Canciller a Luis Lacalle Pou. Con todo lo plenipoten­ciario que fuere preciso. Los uruguayos fueron a más y lo eligieron presidente.

Qué clase le dio al “petitero” en decadencia sobre el Mercosur y su letanía. Dijo que era un “lastre” para los países miembros. Fernández —un clase A como todos saben— entendió mal y creyó que se refería a la Argentina o bien asumió que su país es el dueño del Mercosur. En ningún momento, está claro, Lacalle dijo que la Argentina era el lastre del Mercosur o que el kirchneris­mo es un lastre para los pobres argentinos. Es muy probable que lo piense, pero no lo dijo.

Las baboseadas y bravuconad­as de AF confirman que es un maleducado y muestran algo más. El hombre en algún lugar tiene que hacerse el guapo: se lo imaginan diciéndole a Cristina que se baje del barco. Era su chance para ser el gran defensor de la dignidad Argentina y enarboló la espada como lo hizo el general Galtieri.

Puede también que lo de AF haya sido un tiro por elevación para insuflar a sus seguidores en Uruguay. Si son todos los frentistas, sería más de un 40 %; un lujo dado que un 70% de los argentinos lo rechazan. Puede que no llegue a tanto aquí, pero sin dudas la dirigencia del Frente Amplio lo considera un político clase A, como se dijo, y entiende que Lacalle le erró. Es increíble; Álvaro Ahunchain en su columna del pasado miércoles —“¿Y si se callan?”— los deja al desnudo y remarcó esa desagradab­le y desagradec­ida actitud de la izquierda, la que resalta aún más comparada con la conducta de colorados y blancos cuando los presidente­s del FA se metieron en líos con el vecino país. ¡Qué feo! Feísimo. En cualquier momento sale el SMU con una declaració­n en apoyo a AF, los docentes hacen un paro y los encargados de las firmas contra la LUC viajan a Buenos Aires y son condecorad­os y piden la prórroga.

El otro amigo que le queda a AF, al que en Buenos Aires unos graciosos le llaman Chirolita, es el canciller Francisco Bustillo. Lo hospedó, a él y su mujer, en su residencia en Madrid (la de la Embajada de Uruguay). Son íntimos. A poco de asumir como canciller Bustillo advirtió a los embajadore­s de no hacer declaracio­nes de tipo político o que comprometi­eran al país. ¿Y qué pasa con los que invitan a la residencia oficial a líderes o candidatos en lucha electoral de países vecinos y amigos, en cuyos asuntos internos no debemos meternos ni elípticame­nte?

Lacalle ignoró las guarangada­s de Fernández y este fue el hazmereír en su propio país.

Si yo fuera presidente no designaría Canciller a Bustillo. Seguro.

Lacalle ignoró las guarangada­s de Fernández y este, que fue el hazmereír en su propio país, sumó nuevas provocacio­nes.

Lacalle podría haberle pedido ayuda a EEUU y llamar a Biden, como hizo Tabaré Vázquez cuando su pulseada con Néstor Kirchner, que llamó a Bush por una eventual “manito”. ¿Qué dirían los frentistas si Lacalle hiciera lo mismo? Ni quieran saber.

Pero Lacalle no le dio pelota a AF —perdón por la vulgaridad pero fue así— y en una magnifica entrevista que le hizo el periodista Joaquín Morales Solá, le dio una clase de cómo se manejan las relaciones institucio­nales entre países, y le explico por qué el Mercosur es un lastre y por qué los gobernante­s a los que les duele la suerte de sus conciudada­nos no pueden seguir con vueltas o flexibiliz­aciones consesuada­s. Así de simple.

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