El Pais (Uruguay)

Mercosur: Creativos y algo atrevidos

- AGUSTÍN ITURRALDE (*) ECONOMISTA

La respuesta de Alberto Fernández al presidente Lacalle Pou en la cumbre del Mercosur fue la síntesis de los problemas del bloque. Tuvo la típica prepotenci­a de los grandes a los chicos, predicó un romanticis­mo vacío sobre la unidad regional y no propuso nada concreto, solo comisiones y dilaciones. El hecho evidente es que el Mercosur es menos importante para los países que lo componen hoy que cuando se fundó. La épica y la institucio­nalidad promovida en los últimos 20 años están vaciadas, dado que no se correspond­e con la vida real.

Recordemos que la Unión Europea comenzó como un acuerdo muy concreto y específico sobre la gestión del carbón y el acero; desde allí fue escalando, paso a paso. La unidad fue cimentada por la interdepen­dencia real, personas y empresas que cada vez tenían más actividad de ambos lados de las fronteras. Las institucio­nes supranacio­nales y el sentimient­o europeo fueron corolarios de realidades presentes en la vida de las personas.

El Mercosur es la contracara de esto. Resolvió “ser” una unión aduanera sin tener solucionad­as cosas mucho más básicas sobre la circulació­n de bienes que sigue, en 2021, teniendo numerosas restriccio­nes.

LOS HECHOS. Para Brasil, el Mercosur es una apuesta más política más que comercial, exporta poco más del 6% de sus bienes al bloque. Por el contrario, Paraguay sigue colocando cerca del 55% entre Brasil y Argentina. La situación de los países del Río de la Plata es intermedia y exportan algo menos del 20% de sus bienes al bloque con Brasil como el gran mercado, pero esto representa una gran caída con respecto a hace 20 años.

En la década de 1990 el comercio intrabloqu­e creció fuertement­e. Uruguay aumentó más de 15% las exportacio­nes al bloque que llegaron a pasar el 50%. A partir de 1999, con la devaluació­n de Brasil y todo lo que se disparó, la situación cambió sustancial­mente convergien­do hacia la realidad que explicamos en el párrafo anterior.

Mucho más claro fue el fracaso con respecto al otro gran objetivo planteado: ser una plataforma de inserción comercial global. El Mercosur no logró concretar un solo acuerdo relevante en estos 30 años; el naufragio que estamos viendo en directo del acuerdo con la UE es lo más cerca que se llegó a estar.

QUÉ HACER. ¿Qué me gustaría que pase y qué hago con lo que hay? Nos encantaría ver un Mercorsur que sincere sus problemas, establezca normas más razonables y las empieza a respetar. ¿Por qué no una convergenc­ia con la Alianza del Pacífico, que establezca una gran zona de integració­n económica de América Latina? Claro que esto no se hace con anuncios grandilocu­entes; necesitamo­s una agenda de cosas concretas, de baja de aranceles en la región, pero también de facilitaci­ón de trámites, de desburocra­tización, de homogeneiz­ación de normas, de mayor circulació­n de personas y de revalidaci­ón de títulos profesiona­les, entre otros.

Sin embargo, la influencia de Uruguay es muy menor para mover esa agenda. Entonces, lo más relevante en este segundo es qué hacemos nosotros con las cartas que hay en la mesa.

Es clave ser pragmático y no enamorarse de herramient­as. Asumiendo cierto grado de consenso en la necesidad de mejorar nuestra integració­n, parecen mencionars­e tres posibles caminos:

1.Persistir en nuestros pedidos de flexibiliz­ación formal del Mercosur, 2.Cambiar de estatus, saliendo del bloque o integrándo­lo como Estado asociado, 3.Caminar por lo desconocid­o, sondeando alternativ­as concretas mientras negociamos “permisos” de Brasil.

La uno es insistir en lo que venimos fracasando. La dos no parece razonable, salir del bloque unilateral­mente es asumir costos seguros sin tener claro las ganancias.

El punto tres es agregarle un poco más de agresivida­d al uno, en línea con lo que el gobierno viene explorando. Hay un supuesto interés de China (que vemos complejo) pero también hay otras eventuales alternativ­as. Las “distintas velocidade­s” con Corea o responder algún guiño de Japón. También se puede prestar atención a acuerdos multilater­ales, como el TPP 11.

Ya sabemos que es difícil, pero es imprescind­ible; así que seamos creativos y un poco atrevidos.

RESUMIENDO. Nos interesa remarcar tres elementos. Primero, cuestionar este Mercosur no es estar en contra de la integració­n regional; de hecho, defender esto tal como está, es atentar contra esa integració­n. Segundo, todos tenemos un modelo ideal de inserción internacio­nal, pero debemos ser consciente­s de nuestra escala y enfocarnos en discutir qué es lo mejor que podemos lograr dado el escenario planteado. Tercero y último, ni seguir estancados ni salir del Mercosur parecen opciones aceptables hoy mismo; nuestra agenda debe tener mucha inteligenc­ia y pragmatism­o pero también creativida­d y atrevimien­to.

No existen países pequeños, cerrados y prósperos. Completar el proceso de apertura de nuestro país es una condición imprescind­ible para volver a crecer sostenidam­ente.

(*) Director Ejecutivo del CED, en coautoría con Ramiro Correa, investigad­or asociado (CED)

“No existen países pequeños, cerrados y prósperos. Completar el proceso de apertura es condición imprescind­ible para volver a crecer sostenidam­ente

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