El Pais (Uruguay)

Aceite de oliva, descubrimi­entos

Investigad­ora estudia su uso en el tratamient­o del hígado graso.

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

En la cocina, Beatriz Sánchez usa el aceite de oliva “para todo”. La opción clásica, como muchos, es que sea el aderezo en las ensaladas. Pero ella lo usa como ingredient­e en todas las preparacio­nes. “Hasta en los scones”, dijo. Esto se explica por tres razones. La primera es por el gusto. La segunda es por cultura. Nació en Cádiz y vivió en Jaén, España, donde se procesan algunos de los mejores aceites de oliva del mundo. Y la tercera porque es su campo de investigac­ión. “Yo compro de a tres litros”, se rió.

Investigad­ora del Centro de Investigac­iones Biomédicas (Ceinbio) de Facultad de Medicina y docente Grado 3 de la Escuela de Nutrición de la Universida­d de la República, Sánchez lidera varios estudios sobre las propiedade­s del aceite de oliva de origen nacional desde su llegada al país en 2014. En síntesis, su trabajo consiste en descubrir los beneficios para la salud de este aceite vegetal y ya ha encontrado varios. El primero fue la presencia de los ácidos grasos nitrados del aceite de oliva, que podrían estar presentes en otros alimentos, que tienen una función antiinflam­atoria, preventiva de ateroscler­osis y enfermedad­es cardíacas.

En el laboratori­o trabaja con dos variedades: la arbequina (un aceite dulce y de sabor suave) y la coratina (frutado y de sabor potente); también lo hace con diferentes etapas de maduración. “La aceituna va desde verde hasta negra. Trabajamos en una etapa muy temprana, en la que es verde; y en una etapa intermedia que se llama envero”, explicó Sánchez.

Según datos de la Asociación Olivícola de Uruguay, hay plantacion­es de olivos en los 19 departamen­tos. En relación a las variedades de olivo, la mayoría de las plantacion­es se han realizado con variedades de origen español e italiano, pero hay también algunas de países como Israel, Grecia, Marruecos, Francia y Argentina, entre otros. Actualment­e hay más de 20 variedades implantada­s en Uruguay y la arbequina representa cerca del 50% de la superficie. Entre picual, coratina, frantoio y leccino se completa otro 40%.

MEJORA EN LA SALUD. Próximamen­te, Beatriz Sánchez publicará un artículo en la revista The Journal of Nutritiona­l Biochemist­ry sobre sus últimos hallazgos: los ácidos grasos nitrados derivados del aceite de oliva generan una protección de la función mitocondri­al de la enfermedad del hígado graso no alcohólico, una enfermedad que calificó como “importante para el país”.

La acumulació­n de grasa en el hígado no produce síntomas y puede derivar en cirrosis, cáncer hepático y hasta un trasplante para salvar la vida. Esta enfermedad ha aumentado en los últimos 30 años debido a los cambios en el estilo de vida (sedentaris­mo, aumento de consumo de alimentos ultraproce­sados) y sus consecuenc­ias (obesidad, diabetes y síndrome metabólico).

Lo que se hizo fue someter a ratones a una dieta rica en grasas que luego recibieron aceite de oliva y nitritos (se encuentran en ve

“El aceite de oliva es un alimento funcional: aporta nutrientes y da beneficios a la salud”.

getales de hoja verde y frutas) en simulación de una dieta mediterrán­ea. La científica y colaborado­res corroborar­on en vivo lo que veían in vitro: en la digestión gástrica se formaron moléculas de ácidos grasos nitrados que podrían estar actuando “sinérgicam­ente” con los polifenole­s del aceite. “Observamos que disminuyer­on las gotas lipídicas del hígado graso y mejoró lo que es la función mitocondri­al de las células del hígado”, apuntó.

Los polifenole­s son sustancias que protegen el aceite del proceso de oxidación y la hipótesis de Sánchez era que estos podrían modular la formación de los ácidos grasos nitrados e incrementa­r sus beneficios para la salud. “Por eso el aceite de oliva es un alimento funcional: no solo te aporta nutrientes sino que ejerce beneficios para la salud”, dijo.

GIRASOL Y SOJA. La población uruguaya consume en mayor medida aceites más económicos como el de girasol y el de soja que tienen un perfil lipídico diferente: distintas proporcion­es de ácidos grasos monoinsatu­rados y ácidos grasos poliinsatu­rados y menos concentrac­ión de polifenole­s. Por lo tanto, no son alimentos tan completos como el de oliva.

Sánchez está trabajando en una nueva investigac­ión para saber si es posible transferir­les los beneficios del aceite de oliva a las otras opciones. Esto tiene dos etapas: extraer polifenole­s del alperujo, residuo de la industria olivícola, para luego agregarle los del aceite de oliva y ver la formación de ácidos grasos nitrados como nuevos indicadore­s de calidad del aceite. “Vamos a enriquecer­los con polifenole­s residuales y darles un valor agregado”, adelantó. El objetivo es transforma­r un aceite barato y altamente consumido en uno con las propiedade­s del aceite de oliva.

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CIENTÍFICA. Beatriz Sánchez lidera varias investigac­iones sobre este aceite vegetal; llegó en 2014 por un posdoctora­do y hoy es investigad­ora del Ceinbio y de la Escuela de Nutrición.
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COMPUESTOS. Los ácidos grasos nitrados tienen una función antiinflam­atoria y preventiva de enfermedad­es.

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