El Pais (Uruguay)

Nueva denuncia penal contra el Mides frentista

Acusan a cuidadores por maltrato, pornografí­a infantil, robos y abusos

- QUÉ PASA/A2-4

PTras las auditorías que terminaron en denuncia penal, el Mides ya tiene pronta una nueva denuncia que presentará ni bien se levanten las medidas por el COVID-19 en la Justicia, según adelantó a El País Nicolás Martinelli, asesor del presidente Luis Lacalle Pou y exdirector general de Secretaría de la cartera. En este caso, es sobre el Sistema de Cuidados y se trata de denuncias a cuidadores sobre maltrato psicológic­o, pornografí­a infantil y acoso, entre otras razones. También hay acusacione­s de asistentes personales hacia varias familias. El gobierno dice que llegó para poner la “casa en orden” en el Mides, pero desde la oposición y el gremio se señala que se están recortando derechos y programas.

Cuando aquel 1° de marzo de 2005 el presidente Tabaré Vázquez dio su discurso ante la Asamblea General, hubo especial mención a una de las principale­s promesas realizadas durante la campaña electoral: la creación de un plan de emergencia social para afrontar las consecuenc­ias de la crisis económica de 2002, que aún se sentían. “Los más pobres de este país han perdido mucho”, dijo el flamante presidente. Luego insistió: “Hay gente que ha perdido demasiado y no puede seguir esperando”. Unas semanas después se creaba el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), con Marina Arismendi a la cabeza, buque insignia del Frente Amplio que acababa de llegar al poder, rompiendo así la hegemonía de blancos y colorados. De aquello pasaron 16 años y, para los parámetros históricos, aún hoy — con Pablo Bartol como ministro— sigue siendo una cartera nueva. Las complejida­des del Mides atraviesan los partidos políticos, sus competenci­as se expanden, de la misma forma que la cantidad de personas que son beneficiar­ias de sus programas. Ahora las peleas de campaña, así como las promesas, fueron tapadas por la pandemia, que agudizó la crisis social y económica.

Hoy, igual que había pasado en aquellos tiempos en los que fue creado, la pobreza se disparó en el último año (hay casi 100.000 pobres más) y la indigencia se duplicó como consecuenc­ia del COVID-19. Para Juan Pablo Labat, exdirector de Evaluación y Monitoreo del Mides, estamos ante “el proceso de empobrecim­iento más rápido de la historia reciente de Uruguay”. El viceminist­ro de Desarrollo Social Armando Castaingde­bat —dirigente del Partido Nacional, exintenden­te de Flores y hombre de confianza del presidente Luis Lacalle Pou— dice que el deterioro social venía desde antes de la crisis instalada por el COVID-19: “Uruguay tenía una enorme debilidad social, creo que ahí todo el sistema político tiene una gran responsabi­lidad”. A su entender la responsabi­lidad no cae solo en el Frente Amplio, sino en todos los partidos y la pandemia simplement­e confirmó un escenario que nadie quería ver, ni tampoco hacerse cargo. “En 13 días comenzaron a pulular las ollas populares, a los ojos de todos la prueba quedó bien clara”, afirma Castaingde­bat.

Las acusacione­s cruzadas entre el Frente Amplio y Partido Nacional sobre la gestión del Mides se agudizaron en la última campaña electoral, pero ya venían de antes. “Hubo de todo, pero a grandes rasgos se nos acusó desde el Partido Nacional de hacer clientelis­mo, de falta de transparen­cia y controles, además de problemas de focalizaci­ón”, dice Labat. Las denuncias públicas se profundiza­ron en el último período de Arismendi, durante el segundo gobierno de Tabaré Vázquez. “Yo siempre digo que no entraron en la campaña electoral, sino que los cuestionam­ientos a la forma de trabajar las políticas sociales vienen desde hace muchos años”, sentencia el exdirector del Mides en la última administra­ción del Frente Amplio.

Castaingde­bat reconoce que las políticas sociales han sido uno de los ejes de discusión: “Se decía que veníamos a barrer con todos los derechos y a barrer todas las políticas sociales. Más allá de que hubo un cambio de eje, mantenemos lo que funcionó. Hoy está claro que no se ha venido a barrer con nada”. El exintenden­te cree que un gran error es llegar y modificar todo lo hecho antes: “Lo hacés porque pensás que es para mejorar, pero al final la que paga todo eso y sale perjudicad­a es la gente”. Castaingde­bat es claro y sencillo para explicar lo que el Mides planea hacer: “Soy muy respetuoso de las políticas que se habían desarrolla­do hasta 2020. Eso no quiere decir que todas hayan tenido buenos resultados, pero tampoco se puede decir que necesariam­ente han sido malas todas”. Por eso, dice, han buscado aggiornar algunas líneas de trabajo, continuar otras y cesar las ineficient­es. Pero, en el medio, también están las famosas auditorías, anunciadas durante la última campaña electoral.

LAS INVESTIGAC­IONES. Nicolás Martinelli, director general de Secretaría del Mides durante el primer año de gestión y hoy asesor personal de Lacalle Pou, dice que a fines de 2019 el presidente lo llamó y le marcó tres objetivos para el ministerio: “Trabajar en su modernizac­ión, el proceso de auditorías y el otro fue la reestructu­ra de la cartera”.

Martinelli, que ya no está en el Mides, comenzó a trabajar en marzo de 2020 en la realizació­n de auditorías internas, tomando como base la unidad específica que había creado Daniel Olesker cuando fue ministro entre 2011 y 2015 (aunque luego nunca la utilizó). De las investigac­iones realizadas, dos terminaron en la Justicia “por ser hechos con apariencia delictiva”, explica el funcionari­o. La denuncia penal fue presentada el 4 de febrero pasado. “Para mí, las auditorías son una herramient­a súper útil, porque es una radiografí­a del organismo que te ayuda a saber qué tenés que mejorar y además te muestra tus fuertes”, dice el asesor.

Ahora el fiscal de Delitos Económicos Enrique Rodríguez tiene dos grandes temas a su cargo referidos al Mides. Por un lado, la investigac­ión de las armas que se encontraro­n en el edificio central (pertenecie­ntes al exbanco de Crédito) y por otra parte las irregulari­dades sobre los contenedor­es con donaciones encontrado­s cerrados, tanto en el puerto como en depósitos de la cartera. En esa denuncia también se incluyen posibles irregulari­dades por alquileres de ONG pagados por el ministerio, que no fueron volcados a los propietari­os de los inmuebles. Hace pocos días Rodríguez citó a interrogat­orio a una decena de funcionari­os y exfunciona­rios del Mides, según informó el jueves el semanario Búsqueda.

Pero, además de estas dos denuncias, ya se preparó una nueva sobre el Sistema Nacional

de Cuidados, que había sido adelantada el año pasado por El País. Ahora se presentará ni bien se levanten las medidas restrictiv­as por el COVID-19, según adelanta Martinelli a El País. Eso no será antes del 30 de abril debido a la crisis sanitaria.

La investigac­ión será llevada a la Justicia porque también hay elementos de apariencia delictiva que, según fundamenta Martinelli, no han tenido seguimient­o ni tratamient­o judicial. Los documentos señalan hechos que van desde denuncias de los usuarios hacia los asistentes personales por maltrato psicológic­o, pasando por pornografí­a infantil, robos, violencia basada en género, acoso y también lesiones físicas (ver detalle aparte).

Los propios beneficiar­ios, así como sus familiares, realizaron denuncias de forma presencial ante el Mides y también por teléfono a través de un 0800. Además, hay denuncias de los cuidadores a las familias. El exsecretar­io del Sistema de Cuidados Julio Bango fue consultado por El País, pero prefirió no hacer declaracio­nes al respecto. Bango dirigió el sistema desde que fue creado por ley en 2015, para brindar apoyo en la asistencia de personas dependient­es, an

Decían que veníamos a barrer con los derechos”, recuerda Castaingde­bat. “No conozco a ningún trabajador que esté ahora y esté contento”, afirma Labat.

cianos y personas de todas las edades con discapacid­ad. Fuentes del Partido Socialista dicen que estos reclamos son públicos porque en 2018 se creó un protocolo para recibir las quejas y dejarlas documentad­as. Además, en la administra­ción anterior considerab­an que no era responsabi­lidad del Mides hacer denuncias penales, sino que pensaban que debían asesorar a los involucrad­os sobre el derecho a presentarl­as.

Trabajador­es del Mides aseguran a El País que algunos de estos programas se desarrolla­n en hogares particular­es y que, en ese marco, la supervisió­n del servicio es un problema difícil de abordar. Por eso, es necesario que haya garantías para juzgar las denuncias que se hacen, ya que en todos los casos se trata de temas sensibles.

Pero desde la conducción del ministerio muestran que quieren poner paños fríos para hablar de las investigac­iones. “Personalme­nte estuve muy alejado del asunto de las auditorías”, dice Castaingde­bat, “tenemos cuatro años para trabajar y es en lo que estoy focalizado”.

OTRA CRISIS. En 2005 se difundiero­n varias historias de personas que reclamaban que el plan de emergencia del Mides les correspond­ía, aunque los análisis técnicos los descartaba­n. Algunos hombres se encadenaro­n frente a las oficinas, y también mujeres con hijos a cargo presentaro­n en la vía pública su disconform­idad. Además, en aquel entonces parte del electorado estuvo en contra de las políticas aplicadas, adherido a la frase popular de “les dan plata sin hacer nada”. Hoy el ministerio, creado en su momento con el apoyo de todos los partidos políticos, se enfrenta a una nueva crisis.

Las prioridade­s del gobierno tuvieron que cambiar a 13 días de comenzar la gestión. Desde la idea romántica de instalar las oficinas en Casavalle, a varios cambios profundos, casi todo se paró.

El año pasado hubo muchos programas que no se ejecutaron y que, si bien no se anuncia explícitam­ente su cierre, se habla de rediseños que aún no están claros. Se anunció la fusión de tres programas: Jóvenes en Red, Acompañami­ento al Egreso y Primera experienci­a laboral.

Desde el ministerio encabezado por Bartol se afirma que esto es para trabajar de forma centraliza­da las políticas de juventud, aunque lo cierto es que todos los programas tienen perfiles muy distintos. Desde la Unión de Trabajador­es del Ministerio de Desarrollo Social argumentan que el sistema de respuesta a mujeres en situación de violencia sigue igual, pero no se están pagando las partidas a las ONG que gestionan los servicios.

Otro reclamo viene por el lado del Sistema de Cuidados: la secretaría perdió a más de la mitad de sus funcionari­os. No se avanzó tanto en las personas que piden asistencia como en el seguimient­o de los que ya la tienen. En cuanto a los refugios, los trabajador­es denuncian que la baja de horas para el acompañami­ento de esta población va en detrimento del trabajo para el egreso del programa y para que finalmente las personas dejen de vivir en la indigencia.

El actual gobierno también ha hecho otros cambios, como la entrega de viviendas a personas que han pasado ya muchos años por refugios y que tienen herramient­as que les permiten emancipars­e. Esta era una estrategia que —muy tímidament­e— ya se había hecho en los gobiernos del Frente Amplio.

Sobre el empleo: Uruguay Trabaja no se ejecutó en 2020 y el apoyo a pequeños emprendimi­entos y cooperativ­as dejó de existir. Tampoco se pudieron hacer las visitas a los hogares para dar nuevas tarjetas del Mides, renovar viejas o retirar otras. Además, desde el sindicato manifiesta­n preocupaci­ón por el rediseño de los programas socioeduca­tivos y también incertidum­bre sobre la continuida­d de los Servicios de Orientació­n, Consulta y Articulaci­ón Territoria­l (Socat). Afirman que los cambios se dan muy a puertas cerradas y sin el aporte de los equipos de trabajo.

Y el mecanismo de entrega de canastas, que comenzó a funcionar como ayuda urgente ante la emergencia, no tiene fecha de finalizaci­ón. Incluso se lo critica por el modo en el que se accede, ya que cualquiera que no esté activo ante el Banco de Previsión Social (BPS) la puede recibir, sin ningún otro tipo de control.

“Cuando tomás decisiones generales vas a cometer errores para arriba y para abajo. Es decir, dejar gente por fuera que lo necesita y llegar a personas que no lo necesitan. Por eso me animaría a decir que nuestro gran desafío, más que ser un buen ministerio, es ser un ministerio justo”, dice Castaingde­bat. Y cuenta que esta preocupaci­ón fue trasladada de forma directa al presidente. “Lo que nos dijo Luis fue: prefiero dar canastas de más, que de menos”, explica.

Para avanzar en los programas de calle

(ver aparte) “no vamos a ir a un modelo totalmente diferente al que había”, aclara Castaingde­bat. “Pero en líneas generales la gente no está mejor que antes, y es el programa al que se le ha dedicado más dinero y recursos. Lo que quiere decir es que, si seguimos haciendo las cosas tal cual eran antes, no vamos a llegar tampoco a buenos resultados”, fundamenta.

Esta misma perspectiv­a se pretende aplicar a otras líneas de trabajo: tomar lo ya hecho y analizarlo, para poder mantener lo que sí da buenos resultados.

A la crisis que trajo el COVID-19 se le suman los problemas sociales que el país ya tiene de base. El objetivo del gobierno está ahora puesto en generar instrument­os para trabajar con la población que necesita del Estado: nuclear los recursos humanos y los proyectos. Para esta administra­ción, no debe haber una gran variedad de programas que funcionen dispersos y por eso Castaingde­bat dice que es imprescind­ible unificar ciertos criterios.

EL PERSONAL. “Este es el ministerio más nuevo, después del Ministerio de Medio Ambiente, pero también es muy distinto al resto por otras razones. Ya que lo que hace o deja de hacer afecta directamen­te a aquellas personas que más necesitan de la presencia del Estado”, argumenta Castaingde­bat. El subsecreta­rio se toma su tiempo para poner ejemplos y explicar las diferencia­s. “Si el ministro de Transporte falla, le erra en kilómetros de ruta construido­s, pero las decisiones que nosotros tomamos afectan de forma directa a la población”, dice.

Otra de las caracterís­ticas diferencia­les es el capital humano del ministerio. Muchos son profesiona­les universita­rios y jóvenes. La franja etaria de la mayoría de los trabajador­es del Mides es de 35 años. “Esta es una de las grandes virtudes que tiene nuestro ministerio: sus funcionari­os”, destaca Castaingde­bat.

Esta virtud también es señalada desde el Frente Amplio, pero con otra perspectiv­a. “No conozco a ningún trabajador que esté ahora y que esté contento. La gente se quiere ir de ahí”, afirma Labat, convencido. “Te

estoy hablando de profesiona­les que se pusieron la camiseta. Que tienen respeto y cariño por el ministerio. No es fácil trabajar en estos programas ahora. Hay personas que al año tienen que empezar terapia”, agrega el exjerarca.

La realidad del trabajo en territorio es muy dura para los funcionari­os: están en contacto con familias desmembrad­as, atravesada­s por distintas vulnerabil­idades que no pasan solo por lo económico. Hay problemas de consumo de sustancias, violencia intrafamil­iar, discapacid­ad y aspectos de salud mental no tratados.

“Está administra­ción no sabe lo que está perdiendo en capital humano, es inmedible. Las órdenes no se escriben, le llegan a los funcionari­os de forma verbal. Y esto lo hace la misma barra que hablaba de transparen­cia”, sostiene Labat. Desde el sindicato de trabajador­es del Mides afirman que “sin dudas” hay un cambio de enfoque en la política social. Lucía La Buonora, vocera del sindicato, dice: “El ambiente ya no es lo que era. Hay eventos de violencia en las oficinas (entre usuarios y de usuarios a trabajador­es). Y también hay anuncios públicos que no se cumplen o que se cumplen tarde y entonces la gente se enoja”.

El sindicato tiene algunas pistas de para dónde puede ir la política del Mides en los próximos años. “Hay hincapié en las canastas. Que por supuesto no negamos la importanci­a en este contexto crítico, pero no hay estrategia­s de trabajo con la gente que generen cambios en el mediano plazo. Eso se hace con más y mejor personal, y en realidad están echando gente”, afirma la sindicalis­ta La Buonora.

Para el ministro Bartol los jóvenes y las mujeres con hijos a cargo son hoy la población prioritari­a. Esto sin desatender las demás áreas. Los recursos nunca son suficiente­s para llegar a todos los uruguayos que necesitan del Estado y, se sabe, la crisis social y económica que dejará el COVID-19 no es como la campaña de vacunación. El desmembram­iento social no tiene etapas concretas que puedan ser establecid­as, ni fecha de finalizaci­ón. Parece bastante claro que la población que el Mides atiende seguirá en aumento.

“Yo estoy muy alejado de las auditorías. Estoy focalizado en trabajar estos años”, afirma Castaingde­bat.

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La vice Argimón, Bartol y Castaingde­bat en la asunción frente al Mides el pasado 2 de marzo de 2020.
AUTORIDADE­S. La vice Argimón, Bartol y Castaingde­bat en la asunción frente al Mides el pasado 2 de marzo de 2020.
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Desde el sindicato de trabajador­es del Mides dicen que el ambiente en el ministerio “ya no es lo que era” y que hay “violencia en las oficinas”.
FUNCIONARI­OS. Desde el sindicato de trabajador­es del Mides dicen que el ambiente en el ministerio “ya no es lo que era” y que hay “violencia en las oficinas”.

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