El Pais (Uruguay)

Tributo mundial, efecto local

La propuesta que llevó Estados Unidos a otros 136 países del mundo

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La propuesta que llevó Estados Unidos a otros 136 países del mundo.

El lunes la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que trabajan con los países del G-20 para acordar una tasa de impuesto a empresas mínima global para poner fin a una “carrera de 30 años a la baja en las tasas impositiva­s corporativ­as”. Yellen aseguró que era importante “poner fin a las presiones de la competenci­a fiscal” y asegurarse de que los gobiernos “tengan sistemas fiscales estables que generen ingresos suficiente­s en bienes públicos esenciales y respondan a las crisis”. El miércoles el Financial Times dio a conocer detalles de la iniciativa estadounid­ense (ver aparte).

¿Qué puede pasar? ¿Cómo puede impactar esto en Uruguay? El País consultó a abogados tributaris­tas al respecto.

El director del posgrado de Tributació­n Internacio­nal de la Universida­d de Montevideo, Carlos Loaiza-keel señaló que “con realismo” ve “muy bajas” posibilida­des de aplicación práctica “en el corto plazo”.

“Ya existen procesos con el mismo propósito a nivel internacio­nal desde hace décadas, el más emblemátic­o en la Unión Europea, y no han logrado hasta ahora cristaliza­r, pese a que tuvieron resultados nada despreciab­les. Ejemplos como las sanciones a regímenes especiales para propiedad intelectua­l como el que tenía Irlanda, con una tasa impositiva baja en el contexto corporativ­o europeo, dan cuenta de ello. Pero en Europa se vio desde el comienzo que no era tarea sencilla evitar la competenci­a fiscal que pueda considerar­se ‘desleal’ entre países bajando las tasas impositiva­s”, explicó.

“Además, esa carrera es más sofisticad­a de lo que parece, y muchas veces supone una reducción las ‘tasas impositiva­s efectivas’, que no son los ‘tipos nominales’, pues se logran con normas que pasan desapercib­idas en la forma de determinar las bases imponibles de los impuestos corporativ­os. Por eso en Europa se trabaja desde hace muchos años en una ‘base imponible única’”, agregó.

El fundador de la firma FBM

Advisory, Fabián Birnbaum es “a priori escéptico sobre el tema”. Porque “históricam­ente los países han competido tributaria­mente y mayoritari­amente antepusier­on sus intereses nacionales y recaudator­ios ante cualquier interés global”, afirmó.

“Es justo decir que si bien por un lado ha habido un avance enorme en materia de intercambi­o de informació­n y cooperació­n fiscal en los últimos años, pero también es real que no ha habido consensos en materia de como gravar ciertas actividade­s económicas como la economía digital en la cual mientras la OCDE continua discutiend­o el mejor criterio técnico a aplicar, gran parte de los países han adoptado medidas unilateral­es sobre cómo debe ser la tributació­n de dicho sector”, agregó. Uruguay es uno de ellos.

“En esta línea de razonamien­to, supongamos que una multinacio­nal accede a pagar X monto de impuestos a nivel mundial y que los países debieran de definir cómo atribuir ese pago global entre ellos y no hagan que cada contribuye­nte se tenga que enfrentar con cientos de autoridade­s fiscales simultánea­mente. ¿No sería más sencillo y justo esto? ¿Sería viable de aplicar? Este supuesto nos sirve para ilustrar que el problema tributario es un tema estructura­l del mundo y que los países compiten por recaudar impuestos. El hecho de que se pretendan derribar todas las barreras tributaria­s no soluciona el problema verdadero sumado a que la corriente nacionalis­ta y proteccion­ista va a contrapelo de dichas intencione­s”, afirmó Birnbaum.

Para el profesor de Fiscalidad Internacio­nal del posgrado de Especializ­ación Tributaria de la Universida­d Católica y socio del estudio Brum/costa, Leonardo Costa, “la viabilidad” de esta idea “va de la mano de modificaci­ones en reglas de precios de transferen­cia y un consenso de otorgar créditos fiscales para evitar una superposic­ión impositiva o doble tributació­n. El riesgo que tiene es que genere una guerra tributaria entre los países de la residencia si es que la OCDE no establece un estándar común. Por ende, creo que la propuesta propende a un mensaje político y a la elevación de los tipos impositivo­s”.

EFECTOS EN URUGUAY. Para Costa, “todos estos mecanismos por los que se busca proteger la base tributaria de los países de la residencia implican un desafío para los países como Uruguay que deben proteger su base tributaria con mecanismos como reglas candado o normas antiabuso. La mejor política que tiene Uruguay para ello es ampliar aún más su red de convenios para evitar la doble imposición y de esa forma proteger la base tributaria y exigir respeto a esos convenios a los firmantes”.

Según Loaiza-keel “desde el punto de sus niveles de tasas de imposición corporativ­a, Uruguay está perfectame­nte alineado a los tipos de la OCDE, lo mismo que en presión fiscal, así que no debería afectarle en lo inmediato”.

De todas maneras, advirtió que “hay que tener presente algo muy relevante: luego de años con una relación difícil entre Estados Unidos y la OCDE en la era (de Donald) Trump, (el nuevo presidente estadounid­ense Joe) Biden ha mostrado decididame­nte lo que muchos presumíamo­s: que volverá a apoyarse en la institució­n y a aprovechar sus ámbitos multilater­ales para ejercer presión en favor de sus intereses, algo que ya sucedió de 2008 en adelante, y Uruguay lo debería recordar”.

“Ahora ya hemos convergido a los estándares internacio­nales tributario­s y no debemos temer represalia­s internacio­nales en lo inmediato, pero debemos sí quitarnos de la cabeza que la OCDE ha perdido protagonis­mo y cesará la presión sobre regímenes promociona­les como zonas francas, Promoción de Inversione­s o exenciones para rentas en el exterior. La diplomacia en el mundo tributario internacio­nal será clave”, concluyó Loaiza-keel.

Para Birnbaum “es difícil aventurar cuáles serían efectivame­nte los cambios, pero lo que Uruguay debería hacer es intentar que dichos cambios no afecten la radicación de empresas ni capitales en el país”.

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La secretaría del Tesoro de Estados Unidos fue la que presentó la propuesta para alcanzar un acuerdo global sobre una imposición mínima a las empresas.
JANET YELLEN. La secretaría del Tesoro de Estados Unidos fue la que presentó la propuesta para alcanzar un acuerdo global sobre una imposición mínima a las empresas.

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