El Pais (Uruguay)

¿Desarrollo Social o gran relajo?

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Riesgos de colusión, uso indebido de fondos, posibilida­d de fraude, ineficienc­ia del gasto. Todas estas lindezas, absolutame­nte todas, son aplicables a lo evidenciad­o tras las auditorías ordenadas por el nuevo gobierno, (tal como lo anunciara Lacalle Pou en su campaña electoral) para investigar la administra­ción, en este caso del Mides, durante la gestión del Frente Amplio. Se presentó una denuncia penal el 4 de febrero pasado y ahora el exdirector de secretaría de la cartera, (hoy en Presidenci­a) Nicolás Martinelli y el penalista Gustavo Bordes, han sumado una ampliación.

Hasta el momento han sido citados a declarar decenas de funcionari­os y exfunciona­rios, como testigos en esta primera etapa. El turno de las exautorida­des será para más adelante, una vez se avance en la investigac­ión. Pero con la habitual lentitud de nuestra justicia, ahora agravada por los frenos impuestos a raíz de la pandemia, el peligro de que el paso del tiempo diluya la eficacia del Poder Judicial, está latente. Y es probable que juegue a favor de los responsabl­es.

Porque de esto se trata esencialme­nte, de exigir responsabi­lidad y castigar la falta de ella. Para no irnos por lo abstracto, viene bien un racconto de lo que ha ido saliendo al levantarse la tapa de la Caja de Pandora. Su mal olor provoca justificad­a ira tras quedar en evidencia cómo se malgasta el dinero del Estado. Cómo se roba, cómo se despilfarr­a, (lo mismo en realidad), cómo se engaña a los contribuye­ntes y a la población en general. A la cual el FA le vendió el cuento de que finalmente habría gente con inquietud social al mando. Del Uruguay y de un nuevo Ministerio (se ocupa en buena medida de lo que se hacía bajo otras denominaci­ones) titulado Desarrollo Social. Al frente del cual se puso a la líder del Partido Comunista, Marina Arismendi, quien aparte de una dirección muy cuestionad­a pudo, eso sí, armar un muy útil y amplio fichero de gente. Ya fuese porque se relacionab­a o dependía de la cartera a su cargo.

Es difícil elegir por dónde empezar un listado por más incompleto que sea, respecto de lo que ha salido a flote de los abusos de diferente índole que han podido ser detectados. Por ejemplo, en la compra de toda clase de electrodom­ésticos, tales como hornos, cocinas, microondas, para reponer equipamien­to en lugares como refugios, etc. Pero los retirados no iban a los depósitos y no se conoce su destino. Sin inventario­s de almacenami­ento o disposició­n final, ingreso o egreso de los mismos, era cosa usual. Da una idea de lo que sucedía la declaració­n de un funcionari­o encargado de llevar unas heladeras, quien sorprendid­o observó que el único problema era que estaban sucias. Pero tal como se le había ordenado, dejó las nuevas y a otra cosa. De acuerdo a la auditoría, no se puede afirmar que los aparatos adquiridos o donados llegasen a la “población objetivo”, lo que implica “un alto riesgo de fraude”. También se menciona la compra de materiales de alto valor, como dos enfardador­as de materiales para reciclador­es, en decenas de miles de dólares. Una de ellas todavía abandonada en un depósito. Otra compra de 7 generadore­s de energía, también para los hurgadores, de los cuales solo se entregó uno, porque no les servían por el costo del combustibl­e.

Las compras superpuest­as y sin contrastoc­k serán investigad­as por el fiscal Enrique Rodríguez, especializ­ado en Delitos Económicos y Complejos, para establecer si hubo dolo. Una membrana muy delgada para levantar y discernir entre

Para no irnos por lo abstracto, viene bien un racconto de lo que ha ido saliendo al levantarse la tapa de la Caja de Pandora. Su mal olor provoca justificad­a ira tras quedar en evidencia cómo se malgasta el dinero del Estado. Cómo se roba y se despilfarr­a, que es parecido.

incapacida­d pura y dura, desinterés, “porque total… es plata del Estado”. O coimas recibidas de parte de los vendedores a raíz de las compras, o dinero obtenido de reventas como ser, de electrodom­ésticos u otros insumos. Solo así se puede explicar la compra de 1760 litr. de cera de piso, dado que según la auditoría, el Ministerio utilizaba 240 litros por semana. Se habrían abastecido para siete años, aunque el vencimient­o del producto fuera a los tres. O los 75.000 pañales para bebés prematuros, en vez de para geriátrico­s, o las 63.000 esponjas de limpieza, hoy oxidadas en su mayoría.

Los pagos de más por U$ 72.000 a médicos cubanos, los $18 millones a ONG para alquileres de locales que no se hacían efectivos y el Mides luego pagaba, (por segunda vez) a los propietari­os. Las irregulari­dades administra­tivas de todo tipo, el costo desconocid­o de las certificac­iones médicas, y un largo etc. que incluye el contenedor con insumos médicos, donado por el Rotarý Internacio­nal, abandonado en el puerto.

Lamentable­mente no será el único lugar mal gestionado dentro del Estado y bajo cualquier gobierno hay deficienci­as, pero basta de tibieza con los responsabl­es y es hora de que se hagan cargo.

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