El Pais (Uruguay)

Crónica de una señora llena de secretos MADAME CLAUDE

Netflix estrenó una película sobre la más famosa proxeneta de Francia

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Madame Claude, la película biográfica sobre la proxeneta más famosa de Francia, llegó a Netflix y muestra la influencia que llegó a tener, el empoderami­ento de una mujer en un mundo habitualme­nte dirigido por hombres, pero también todas las mentiras y complejos que envolviero­n a este personaje. Dirige Sylvie Verheyde quien buscó retratar las luces y las sombras de quien fue al mismo tiempo admirada y temida, y rechazada en una Francia exultante que algunos añoran y para otros resulta tan deleznable como esta mujer que triunfó en ella.

Madame Claude conocía las pasiones del género humano y dijo: “Dos cosas que funcionan en la vida, la comida y el sexo. Y yo nunca estuve dotada para la cocina”. Lo tuvo tan claro que se dedicó a lo segundo y su red de prostituci­ón llegó a su apogeo en las décadas de 1960 y 1970, con chicas de compañía de lujo de quienes se ha afirmado, sin que Claude lo desmintier­a nunca, que prestaron sus servicios sexuales a John F. Kennedy, el sha de Irán o Marlon Brando.

A ella no le gustaba el término proxeneta y afirmaba “vender fantasías”, y así se convirtió en una importante empresaria del sexo, un papel habitualme­nte reservado para hombres y que hizo que algunas mujeres llegaran a verla como un ejemplo de fémina hecha a sí misma. Así lo cuenta en Madame Figaro la directora de la película que relata que para su madre, que era una provincian­a de origen modesto, “Madame Claude era una especie de modelo. Había logrado llegar a París y convertirs­e en alguien importante que se había liberado de la condición de esposa y nuera, en un momento en el que las mujeres solo tenían dos caminos: la fábrica o el matrimonio”.

Ese fue el motivo que llevó a Verheyde a investigar en el personaje: la fascinació­n por una proxeneta que era “mitad heroína, mitad monstruo, algo que nos ha interesado en otros personajes tan fascinante­s y al mismo tiempo repulsivos como el traficante Pablo Escobar o el terrorista Carlos”, explica. Entre sus descubrimi­entos está que parte del mito se construyó a base de mentiras. Madame Claude, que en realidad se llamaba Fernande Grudet, se inventó una infancia burguesa, un padre industrial, una educación refinada e incluso un pasado como combatient­e en la Resistenci­a francesa. En realidad había nacido en Angers, una localidad de la región del Loira, donde su padre tenía un bistró y tras ser madre soltera se marchó a París adoptando el nombre de Claude, un nombre que en Francia es válido tanto para hombres como para mujeres.

Creó su negocio de prostituci­ón de lujo a finales de la década de 1950. Una próspera empresa que gestionaba por teléfono y por la que cobraba a quienes denominaba “sus hijas” un 30%. Durante 20 años dirigió una red de 150 chicas a las que entrenaba, vestía, educaba y utilizaba, la mayoría jóvenes aspirantes a modelos o actrices que no habían llegado a tener éxito. Pero la situación cambió en 1976 con la llegada de Valéry Giscard D’estaing al poder y su decisión de reprimir la prostituci­ón. Las autoridade­s fiscales francesas condenaron a Madame Claude a pagar 11 millones de francos (casi 1,7 millones de euros), y ante la imposibili­dad de pagarlos se marchó a Suiza, se casó allí para conseguir la nacionalid­ad y después huyó a Estados Unidos. En Los Ángeles decidió abrir una pastelería y para conseguir el permiso de residencia volvió a casarse, aunque está vez alguien la denunció a los servicios de inmigració­n.

Por eso regresó a Francia, donde cumplió cuatro meses de prisión y, tras probar suerte vendiendo vaqueros en París, volvió a su oficio de antaño creando una nueva red de prostituci­ón que la policía desmanteló un año más tarde. Volvió a la cárcel y a partir de 2000 vivió sola en un pequeño apartament­o en la Costa Azul hasta que murió en 2015, a los 92 años, en un hospital de Niza, tras un período de estrechece­s económicas y olvidada por casi todos.

Pero la supuesta vida idílica de sus años gloriosos no lo fue tanto porque Madame Claude basó su poder en los secretos de almohada que conocía a través de las prostituta­s que trabajaban para ella, y “sus hijas” no llevaban una vida tan de color de rosa como aparentaba el poderío del estilo de vida de sus clientes y la publicidad que propagaba su proxeneta.

Todo eso está en Madame

Claude, la película que estrenó Netflix y que incluye un erotismo de eso que no se ve habitualme­nte hoy en las biopics tan de moda.

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La verdadera Madame Claude tuvo una vida llena de glamour y que terminó muy pobre
PERSONAJE. La verdadera Madame Claude tuvo una vida llena de glamour y que terminó muy pobre

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