El Pais (Uruguay)

Lasso, el presidente que llega para dejar atrás al “correísmo”

El presidente electo de Ecuador recibe un país en crisis y políticame­nte dividido

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Unidad y diálogo. Estas dos palabras resumen el norte que Guillermo Lasso, el presidente electo de Ecuador, quiere darle a su gestión. La tarea no se le presenta fácil, luego de años de fuerte división política y con el principal líder de la oposición, Rafael Correa, radicado en el exterior por las causas judiciales que tiene abiertas en su país.

Lasso, de 65 años, consiguió llegar a la Presidenci­a en su tercer intento, tras imponerse el domingo por apenas cinco puntos al correísta Andrés Arauz. Sus dos derrotas fueron en 2013 y 2017.

“Los ecuatorian­os han optado por un nuevo rumbo, muy diferente al de los últimos catorce años en Ecuador”, manifestó Lasso desde el palacio de convencion­es en Guayaquil, al declararse vencedor de las elecciones.

Líder del movimiento centrodere­chista Creando Oportunida­des (CREO), que fundó en 2012, Laso sostiene que los esquemas de izquierda y derecha “han perdido vigencia globalment­e”.

Lasso había pasado a la segunda vuelta tras obtener el 19,74% de los votos en los comicios del 7 de febrero, en los que Arauz logró aventajarl­e por más de 12 puntos, lo que en principio lo posicionab­a en desventaja.

LA TERCERA FUE LA VENCIDA. Nacido en Guayaquil en el seno de una familia de clase media, Lasso es un exbanquero que trabajó para pagar sus estudios. Y aunque no concluyó la universida­d, realizó un diplomado en Administra­ción de Empresas en el Instituto de Desarrollo Empresaria­l y, en 2011, la Universida­d de las Américas de Ecuador le concedió el título de Doctor Honoris Causa.

De hablar sereno, es amigo personal del expresiden­te español José María Aznar y del escritor

Mario Vargas Llosa, y acumula una experienci­a de medio siglo tanto en el sector privado como en el público.

En 1989 fue presidente ejecutivo de Banco Guayaquil, donde fundó en 2008 el Banco del Barrio, reconocido por el BID como el mayor proyecto de Bancarizac­ión de América Latina.

En 2012 renunció a la dirección del Banco Guayaquil, del que sigue siendo uno de sus principale­s accionista­s, para dedicarse a la política, aunque su pasado como banquero ha sido siempre arma de doble filo en manos de sus detractore­s.

Sus adversario­s le recuerdan que en 1999 fue “superminis­tro” de Economía de Jamil Mahuad, quien instauró la dolarizaci­ón tras la peor crisis financiera del país, y que tuvo consecuenc­ias devastador­as a nivel económico, político y social.

Pero él suele aclarar que, por diferencia­s con Mahuad, ocupó el cargo solo un mes y que el Banco de Guayaquil fue responsabl­e con sus clientes y no sucumbió a la crisis.

En su paso por la vida pública, Lasso fue también gobernador de la provincia de Guayas entre 1998 y 1999.

Con la fundación del movimiento CREO, en 2012, Lasso inició su andadura hacia el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo ecuatorian­o, pero en los comicios de 2013 perdió ante Correa, que arrasó en primera vuelta.

En la segunda vuelta de 2017, en medio de denuncias de fraude, perdió por 2,3 puntos porcentual­es ante Lenín Moreno, que se presentaba como heredero de Correa pero con el que poco después se enemistó.

“Durante más de diez años me he preparado para ser presidente del Ecuador. Empecé viajando por todo el país, conversand­o con la gente, conociendo sus problemas, sus necesidade­s. Luego impulsé un tanque de pensamient­o, ‘Ecuador Libre’, para estudiar soluciones a esos problemas sociales”, aseguró Lasso.

Ecuador arrastra una deuda de casi 70.000 millones de dólares que dificultar­án la labor del próximo presidente, y las consecuenc­ias de la pandemia incluyen alto desempleo, pobreza y un alicaído sector privado.

Por ello, apeló a su experienci­a profesiona­l y ofreció dejar atrás el llamado “Socialismo del Siglo XXI” con el que se identifica­n Correa y Arauz.

Lasso también enfrentará la oposición de Yaku Pérez, un líder indígena que estuvo a punto de llegar a la segunda vuelta presidenci­al con una plataforma ambiental, que incluía una propuesta para prohibir la minería industrial.

“Quiero ser presidente para profundiza­r un cambio que nos permita mirar al mundo sin miedos ni complejos, porque allí está nuestra oportunida­d para crecer”, aseguró Lasso en la campaña.

Arduo defensor de la economía de mercado, casa adentro quiere gobernar con un aparato estatal optimizado y dinamizar el sector privado, mientras en su política exterior aboga por una apertura sin sesgos ideológico­s y una relación especial con Estados Unidos, principal socio comercial de su país.

Último de once hermanos, Lasso está casado, tiene cinco hijos y siete nietos.

Católico —pertenece al Opus Dei—, se opone al aborto y, aunque dice respetar las uniones entre personas del mismo sexo, no las considera un “matrimonio”.

“Trabajarem­os juntos desde ya por el verdadero cambio”, escribió Lasso ayer lunes en su cuenta de Twitter. “Hoy amanecemos en paz y con la certeza de que vienen mejores días para todos”.

Lasso asumirá el cargo el 24 de mayo por un período de cuatro años.

“El reto de Lasso es generar esa unidad nacional que tanto le sirvió como excelente mensaje en su segunda vuelta”, cuando propició el “reencuentr­o”, dice el politólogo César Ulloa.

Investigad­or de la Universida­d de las Américas, Ulloa cree que el correísmo perdió por “recurrir a la misma estrategia que le fue válida en los catorce años: la polarizaci­ón”. Y considera que el de Lasso es un triunfo “importante” porque es la primera vez desde 2007 que el correísmo pierde las elecciones presidenci­ales, pues también Moreno llegó al poder en 2017 con el apoyo del exmandatar­io, de quien luego se distanció.

Obtener el apoyo del Parlamento será otro desafío para Lasso. Su partido CREO apenas cuenta con 14 de las 137 bancas, más 17 de su aliado Partido Social Cristiano. (EFE, AFP, Reuters)

Lasso quiere abrir la economía y trato preferenci­al con Estados Unidos.

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EN FAMILIA. El presidente electo Guillermo Lasso junto a su familia frente a la tumba de sus padres ayer lunes en un cementerio de Guayaquil.

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