El Pais (Uruguay)

NIÑOS Y ANSIEDAD EN CASA: CÓMO GESTIONAR LAS FRUSTRACIO­NES

Cómo gestionar los miedos y frustracio­nes en época de clases virtuales y distanciam­iento

- ROSANA DECIMA

Suena el despertado­r. Hoy un poco más tarde que ayer, porque la clase con la que arranca el día no es a las 8.30, como el resto de la semana. Lavarse la cara, vestirse —aunque las pantuflas pueden quedar puestas— , desayunar y conectarse a internet para un nuevo día de estudio en casa.

Isabella tiene 9 años y está en cuarto de escuela. Para hoy tenía que imprimir unas hojas que la maestra mandó como deberes, pero no tiene impresora: hubo que salir a buscar una y el problema quedó resuelto gracias a un familiar, por lo que no hubo llantos ni frustracio­nes. No los hubo esta vez, pero sí estuvieron por otros motivos en diferentes oportunida­des, sobre todo el año pasado, cuando estudiar virtualmen­te era algo nuevo para todos. Hace unas semanas, igualmente, Isabella lloró porque no le funcionaba el Zoom, la plataforma a través de la que se conecta con sus docentes y compañeros. Hace un tiempo Isabella también se frustró porque no llegaba a tiempo para cumplir con todos los deberes. Su mamá, María, hace todo lo que puede para que la situación sea llevadera, pero todo se suma: también trabaja en casa, mientras atiende los horarios y preocupaci­ones de su hija, se ocupa de una cachorra que desde hace unos meses llegó para alegrar la casa, piensa en el almuerzo que tiene que estar pronto para el corte que hacen en la escuela y un largo etcétera que toda madre o padre conocerá de sobra y que se volvió parte de una caótica rutina desde hace ya más de 365 días.

Ansiedad, preocupaci­ón, cansancio y miedo, entre muchos sentimient­os y emociones más, afloran en chicos y grandes en una época marcada por la pandemia. Las familias debieron reorganiza­rse porque cada día hay horarios que cambian, tareas que no fueron hechas, cosas que no se entendiero­n, se extraña a los compañeros y a la maestra, se añoran los cumpleaños de amigos, no se puede abrazar, jugar en el patio de la escuela es un recuerdo lejano. Muchos “no” que afectan y hay que saber comprender, para saber cómo pasar este mal rato de la mejor manera.

QUÉ HACER. La psicóloga y escritora Fanny Berger dijo a El País que lo primero que hay que tener en cuenta en esta situación es que para hablar de ansiedad en niños hay que hablar de ansiedad en los padres y que es común que los adultos también la tengan en esta situación.

“Los niños son muy sensibles a la ansiedad de los adultos y estos, en este que es el segundo año de pandemia, con todos los cambios y los miedos que tenemos, a quedarse sin trabajo o a agarrarse el virus, transmitim­os ese miedo a nuestros niños”, explicó.

Por lo tanto, es importante dar un mensaje claro a los más pequeños: que esta situación que hoy se vive pasará. También hay que tener en cuenta que “si bien este año los números son más altos que el año pasado, la situación es mejor porque ahora está la vacuna y en unos meses vamos a estar inmunizado­s”, sostuvo la psicóloga.

A la ansiedad y a los miedos no hay que negarlos, pero es primordial, detalló Berger, “explicarle a los niños qué es lo que está sucediendo, pero que existe una vacuna, que llevará unos meses para que mejore todo y que tenemos que seguir cuidándono­s. Hay que hacerlos partícipes del tema si ellos preguntan, pero no estar todo el día hablándole­s de esto”.

Tanto los niños como los padres se preocupan en determinad­os momentos cuando, por ejemplo, se pierde la conexión a internet o tienen algún problema de ese tipo que les impide seguir la clase con normalidad. Pero la psicóloga destacó lo más importante para rescatar en estos momentos: “Dentro de unos años, cuando estos niños sean jóvenes o adultos, lo que van a recordar de la pandemia es cómo la madre o el padre los contuviero­n, los acompañaro­n y los sostuviero­n”, señaló.

Y añadió que “no hay que entrar en esta exigencia posmoderna de ser todos perfectos. Está bien pedirles a los niños que cumplan con las tareas, pero si no las cumplen al 100% porque les cuesta la virtualida­d, porque extrañan a la maestra o a los compañeros, hay que saber que todo el conocimien­to y la informació­n la van a adquirir igual con el tiempo. Pero de lo que se van a acordar es cómo los adultos los contenían, los ayudaban con los deberes. Los saberes los va a adquirir, aunque pueda llevar un tiempo, pero la gestión de las emociones, como el miedo, es lo más importante. Lo más importante, y lo que es la estructura de la personalid­ad de los chicos, es ver la manera en que los padres lo acompañaro­n, preocupado­s por la situación pero haciendo cosas para que el niño se sienta mejor. Los padres no son perfectos ni superhéroe­s, son seres humanos que enfrentan una realidad distinta, pero que eligen ver esto que nos pasa con un lente positivo y constructi­vo”.

Con las clases virtuales puede haber frustracio­nes, llantos, enojos. Pero es esencial que los adultos entiendan la situación y que transmitan un mensaje claro a los niños: lo que estamos viviendo es algo temporal y dentro de un tiempo se volverá a la normalidad. Volverán los recreos en el patio de la escuela, volverán los abrazos a las maestras, volverán las fiestas de cumpleaños con los amigos.

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