La hipocresía opositora
Pese a los reiterados llamados a la unidad nacional que se realizan desde diversos ámbitos políticos, científicos, académicos y sociales, en el peor momento de la pandemia en nuestro país el Frente Amplio decidió arremeter contra de la peor forma posible. Los ejemplos son numerosos y muestran una verdadera estrategia de golpear al gobierno sin miramientos y a la suerte del Uruguay en esta campaña furibundamente antinacional.
La conducción frentista se ha caracterizado, desde ya unos cuanto años, (décadas podríamos decir) por los dobleces, especialmente en los momentos difíciles para el país. Sin embargo, ante la falta de liderazgos y con dirigentes de escasa relevancia como sus principales protagonistas, el partido de la oposición muestra su peor cara en momentos en que la unidad nacional es una imperiosa necesidad para enfrentar a un enemigo invisible que no reconoce países ni partidos.
La estrategia del frente es clara, criticar todo con tono de barricada, pedir que se cierren las actividades que está abiertas y pedir que se abran las que están cerradas y cambiar instantáneamente de opinión cuando el gobierno toma una nueva decisión. Es tan previsible que existen numerosos ejemplos que demuestran el aserto.
El Frente Amplio, desde distintos voceros pide más restricciones. El intendente Yamandú Orsi, por ejemplo, pidió que se instale el toque de queda, vale decir, medidas prontas de seguridad en nuestro ordenamiento jurídico. Sin embargo, el mismo Frente Amplio se negó en dos oportunidades a votar en el Parlamento la ley que permite evitar las aglomeraciones. Es imposible entender desde la buena fe tanta hipocresía.
El presidente del Pit-cnt opinó que deben tomarse más medidas para reducir la movilidad pero deberían abrir los centros de enseñanza y los teatros. Insólito e insostenible. Carolina Cosse también afirma que hay que reducir la movilidad pero habilita a los salones de fiestas a funcionar como bares.
La medida no solo va a contrapelo de todo lo que propone el Frente Amplio y ella misma sino que fue calificada de “tribunera” por los propios salones de fiesta.
El sincericidio de Rafael Michelini de la semana pasada corrobora la estrategia frentista. Confesó que promueven aglomeraciones, como es evidente y demuestra su oposición constante a todo lo que promueva el gobierno, aunque los lleve a vivir en la incoherencia permanente.
El cuanto peor mejor de los sesenta es la fuerza motora del partido opositor, que solo encuentra en ahondar la grieta tomando de rehén al país.
Tan importante como los contenidos es la forma de los mensajes y, en este sentido, las declaraciones exaltadas, fuera de tono, lo que transmite el estado de desesperación que vive la dirigencia frentista, quizá porque a unos cuantos miles se les cortó en marzo el subsidio que cobraban como exfuncionarios. Seguramente también sea motivo de irritación las encuestas de opinión pública que, ajenas al griterío de las redes sociales, muestran que el presidente aumenta su apoyo y las decisiones gubernamentales cuentan con amplia aprobación.
El desbarranque frentista también se ve en Cosse TV, otrora conocido como TV Ciudad, que se ha embarcado en las peores prácticas de populismos como el kirchnerista para producir propaganda berreta y agresiva. Nunca se había visto en nuestro país que se usara un medio
El desbarranque frentista también se ve en Cosse TV, otrora conocido como TV Ciudad, que se ha embarcado en las peores prácticas de populismos como el kirchnerista para producir propaganda berreta y agresiva.
oficial de forma tan descarada como propaganda, sin preocuparse siquiera por disimularlo.
Causó asombro y vergüenza ajena un video difundido el lunes por el tenor bajo y el tono violento contra el Presidente de la República, que parecen olvidar merece respeto, aunque más no sea respeto, por su investidura. Con mentiras, fechas de declaraciones manipuladas y musicalización que afirma que estamos “a un pasito del abismo”, se le pega al Presidente de forma insidiosa. Con métodos hasta de montaje, en el cabal sentido de la palabra, de programas argentinos de la peor calaña, se introducen en el Uruguay métodos de lucha política que no deberían existir entre nosotros.
Es un acto de desvío, al menos, utilizar dineros públicos para este tipo de propaganda, y deleznable en cuanto al odio y rencor que trasuntan. No nos equivoquemos en echarle la culpa a los mensajeros que aparecen en la pantalla, la responsabilidad es de Cosse y el Frente Amplio que son sus jefes.
A no llamarse a confusión sobre la estrategia del Frente Amplio, no mira el interés de los uruguayos, es mezquino populismo partidista de la peor especie.