El Pais (Uruguay)

Trabas en la economía local Separar lo endógeno de lo exógeno

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Como habitualme­nte ocurre en las dos primeras semanas de cada mes, el Instituto Nacional de Estadístic­a ha dado a conocer, en estos días, informació­n sobre el comportami­ento del empleo y el desempleo y sobre el sector manufactur­ero en el mes de febrero. Como se esperaba, lo informado no ha marcado una reversión de lo que viene ocurriendo desde hace ya mucho tiempo. Tanto en lo referente al mercado laboral como al sector industrial se ha reiterado la tendencia negativa — recesiva— que desde hace ya varios años se manifiesta en el comportami­ento de uno y de otro. Razones endógenas y, otra exógena más reciente, explican esa ya instalada caracterís­tica de aumento del desempleo, contracció­n del empleo y de declinació­n del sector manufactur­ero.

Hasta febrero de 2020, mes previo al de las medidas que tomó el nuevo gobierno por la pandemia por el virus de Wuhan, solo factores derivados del funcionami­ento de la economía en el contexto de la influencia de variables externas y regionales y de la respuesta que daba la conducción económica, explicaban lo que venía ocurriendo.

Antes que la nueva administra­ción intentara desarrolla­r un programa económico enfocado en la solución de los problemas señalados, ese factor exógeno se sumó para influir de manera adversa sobre la evolución tanto cuantitati­va del mercado laboral como productiva de la industria local.

ANTECEDENT­ES. El sector manufactur­ero ha atravesado diversas etapas desde la crisis del año 2002. Tras ella, en algo más de dos años, entre ese año y febrero de 2005, el mes final de la administra­ción del Dr. Jorge Batlle, el sector creció 24%. A ese lapso siguió otro de alto crecimient­o fruto del envión tras la recuperaci­ón después de la crisis, 37,3% hasta febrero de 2008. La industria entró luego en una etapa de baja expansión y entre el segundo mes de 2008 y el segundo mes de 2016 —en ocho años— su producción subió 19%. Seguidamen­te, en los cuatro años hasta febrero de 2020 la producción industrial declinó 8% y en los últimos doce meses, no obstante el factor sanitario exógeno que afectó a la economía, la producción industrial creció 0,6% interanual.

Los datos señalados marcan que por razones endógenas —manejo de la política macroeconó­mica—, el sector industrial ha revertido a la baja la tendencia de su producción desde 2016 y ha ido perdiendo importanci­a relativa en la generación del PIB. Ello se ha reflejado en la fuerte caída del empleo en el sector y fundamenta­lmente en la declinació­n de las horas trabajadas, de 34% entre 2016 y febrero de 2020. En las últimos doce meses, los transcurri­dos con afectación por la pandemia, las horas trabajadas tuvieron una caída adicional de 6,5%.

Por otra parte, el desempleo en toda la economía ha tenido un comportami­ento alcista y el empleo un desarrollo bajista. El primero, tras haber alcanzado un registro en el entorno de 6% en 2013, trepó a 10,5% en febrero de 2020 y luego, fuertement­e afectada la economía por la pandemia, el paro forzoso ha llegado a 11,1% en febrero pasado. Junto con el aumento del desempleo se ha dado una fuerte baja del empleo, que cayó del entorno de 60% de la población económicam­ente activa en 2013 a

56,4% en febrero de

2020 y más aún, nuevamente con la presencia de la pandemia y las restriccio­nes en la actividad, a 54,9%.

CAUSAS. Si bien existen causas de naturaleza externa que han jugado en alguna medida de manera negativa para la actividad en general y para la industrial en particular — crisis argentina y brasileña—, también existen variables externas que han ayudado a la economía uruguaya, como el nivel bajísimos de la tasa de interés a nivel global.

Queda, con esos datos reconocido­s, lo que se ha hecho en todos estos años con la política macroeconó­mica, es decir con la política monetaria la fiscal y la cambiaria y con la “inventada” política salarial, que ha desconocid­o la realidad de las empresas, quedando reducida a las negociacio­nes de un monopolio bilateral —asociacion­es gremiales de un lado y de otro— sin resultado estable y que generalmen­te ha respondido al poder de negociació­n de una de las partes.

Las consecuenc­ias de esa combinació­n de políticas llevadas adelante durante muchos años están a la vista y responden a una fuerte caída de la competitiv­idad de la producción local en general y de la transable en particular, la exportable y la sustitutiv­a de importacio­nes.

Aumento de los costos en dólares debidos a un alza mayor de la inflación (98%) que la del tipo de cambio entre marzo de 2005 y febrero de 2020; un aumento superior de los salarios (209%), que la inflación en igual lapso; fijación de salarios por encima del valor de su productivi­dad, que estimula sustitució­n de mano de obra por otros factores productivo­s; nivel alto de tarifas públicas desalinead­os de los del exterior; significat­ivos ajustes tributario­s que redujeron al ingreso disponible de la población y de las empresas para poder invertir, entre otros manejos por el estilo, son las expresione­s innegables de una combinació­n de políticas macroeconó­micas que han llevado, endógename­nte, a los resultados señalados arriba.

La inesperada aparición del virus se ha constituid­o en un obstáculo adicional para revertir la situación y ha vuelto difícil anticipar cómo será la salida de la coyuntura actual. La incertidum­bre persiste e impide cualquier estimación sin un altisímo riesgo de cumplimien­to. La evidencia empírica lo marca: todos los meses, las estimacion­es de analistas, empresas financiera­s, académicos y organismos multilater­ales de crédito cambian y se acercan lenta, pero inexorable­mente, a valores de recesión.

JORGE CAUMONT ECONOMISTA “Las estimacion­es de analistas, financiera­s, académicos y organismos multilater­ales cambian y se acercan lenta pero inexorable­mente a valores de recesion.

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