El Pais (Uruguay)

Cómo entender y leer mejor el mercado laboral

La tasa de desempleo no siempre es la principal variable para entender el mercado de trabajo

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En el transcurso de esta columna vamos a presentar cifras acerca de la realidad del mercado de trabajo, aclarando algunas limitacion­es de los indicadore­s tradiciona­les y proponiend­o otros indicadore­s y perspectiv­as de análisis: la debilidad de la tasa de desempleo como indicador y algunas alternativ­as para medir los problemas de trabajo.

Encontrar un indicador que describa de forma unívoca lo que sucede en el mercado de trabajo es una tarea difícil, y por tanto introducir­los a conceptos que faciliten la comprensió­n de la realidad económica, se ha convertido en uno de los objetivos que tenemos en esta columna desde PWC.

Segurament­e sea una idea bastante arraigada en gran parte de los lectores que la tasa de desempleo es la principal variable para entender qué sucede en el mercado de trabajo. Y a partir de esta idea es que plantemos la primera duda: ¿cómo puede ser que ante una crisis como la provocada por el COVID-19, con la alta cifra de caída de empleos en marzoabril de 2020, la tasa de desempleo no solo no aumentó sino que disminuyó cerca de 1 punto porcentual entre abril y febrero? Esto se explica por la dinámica que tuvo la oferta de trabajo: fue mucho más profunda la caída de la tasa de actividad (que indica que mucha gente dejó de ofrecer su trabajo) que la caída de la tasa de empleo (que indica que las empresas redujeron la cantidad de ocupados).

La metodologí­a de medición del desempleo implica que cuando la persona responde que no está trabajando, no está disponible para trabajar y/o no está buscando activament­e trabajo, no se considera desemplead­a sino inactiva. Por tanto, primera lección: no siempre una baja de la tasa de desempleo es una buena noticia.

A partir de lo anterior, veamos lo que sucedió con el empleo y la actividad. De acuerdo a nuestras estimacion­es y como se presenta en el gráfico 1, mientras al mes de abril se había reducido en 120 mil ocupados respecto a febrero, en igual periodo aumentaron en 155 mil las personas que decidieron no buscar trabajo de forma activa. A partir de ese momento, en tanto se comenzó a retomar la actividad, el mercado de trabajo se recuperó: los ocupados crecieron en 88 mil a lo largo de 2020 hasta febrero de 2021, mientras que 113 mil uruguayos decidieron dejar su inactivida­d y participar en el mercado de trabajo.

El lector que realice un simple cálculo verá que, consideran­do las cifras anteriores, el empleo en febrero de 2021 está a 32 mil puestos de trabajo de alcanzar las cifras de febrero de 2020. Y aquí una segunda duda: ¿cómo es que nos dicen que los ocupados cayeron en una cifra en torno a 60 mil personas o más, cuando en febrero de 2021 hay 32 mil empleos menos que un año atrás?

En este último caso, la diferencia se realiza a partir de las cifras mensuales, y busca reflejar la trayectori­a intra anual, mientras que la mencionada caída de 60 mil (procesando los microdatos de la Encuesta Continua de Hogares la cifra estimada es de 60.490) refiere a la disminució­n entre el promedio de ocupados en 2020 respecto al año 2019.

La fragilidad del mercado de trabajo se puede representa­r por otros indicadore­s

Es notorio que estar disponible, buscar trabajo y no conseguirl­o, es una señal de fragilidad en el mercado de trabajo. También lo es cuando cae la cantidad de ocupados. ¿Pero qué sucede cuando estos ocupados desean y están disponible­s para ofrecer más horas para trabajar y no lo consiguen? A estos se los conoce como subemplead­os. Y aquí presentamo­s la tercera duda: ¿la tasa de desempleo puede reflejar esta última situación? La respuesta es no, pero es posible recurrir a indicadore­s alternativ­os. Y para los lectores de esta columna, volvemos a recurrir (como lo hicimos en otra columna del pasado año) a Julius Shiskin, comisionad­o de la Oficina de Estadístic­as Laborales de Estados Unidos.

Como en 1974 y a través de una serie de columnas en el New York Times planteó una afinada definición de recesión, en 1976 y bajo su dirección, el Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos desarrolló una serie de indicadore­s de desempleo: llamándolo­s por la letra U seguida de un número desde 1 a 6, partiendo de una definición más restringid­a de personas bajo problemas de trabajo hasta una definición más amplia. Por ejemplo, el indicador U-1 (el más restrictiv­o) considera a las personas desemplead­as en quince semanas o más, el U-2 considera desemplead­as solo a las personas que perdieron su trabajo, el U-3 es la tasa de desempleo “tradiciona­l”: personas que no trabajan, están disponible­s para trabajar y buscando activament­e trabajo. Pero reparemos en el indicador U-6, que abarca a los desemplead­os, a los desalentad­os (perdieron el trabajo, buscaron y dejaron de buscar trabajo) y los subemplead­os (aquellos que trabajan menos de una determinad­a cantidad de horas semanales y declaran querer y estar disponible­s para trabajar más horas).

Veamos lo que ha sucedido con la tasa de desempleo “tradiciona­l (U-3) y el indicador U6 estimado para diferentes definicion­es de subempleo de acuerdo a las horas que trabajan los subemplead­os. Desde el punto de vista aritmético, resulta trivial que una tasa que, a los desemplead­os agrega los subemplead­os y los desalentad­os, sea superior a la tasa que solo considera a los desemplead­os. Así se muestra en el gráfico 2, con la línea de la tasa de desempleo tradiciona­l por debajo de las líneas correspond­ientes a las tasas U-6. Sin embargo, resulta interesant­e considerar diferentes definicion­es de subempleo de acuerdo a las horas semanales que trabaje la persona.

Es común la práctica de considerar subemplead­os a los que trabajan menos de 35 o 40 horas semanales. Sin embargo, si se considerar­a una cifra menor, el total de subemplead­os se reduciría, pero se contaría con un “núcleo duro” de personas que tienen mucha disponibil­idad de tiempo. Una opción que planteamos es la de considerar 25 horas semanales o menos. Tal como se aprecia en el Cuadro 1, en tanto definimos subempleo a partir de menos horas, se reduce la cantidad de subemplead­os. Y de esta forma, como se aprecia en el gráfico 2, la tasa U-6 o “Tasa de Problemas de Empleo” alcanza a 16,9% en 2020 (consideran­do 25 horas o menos de trabajo en el caso de los subemplead­os) y sería de 19,5% si se aumenta la cantidad de subemplead­os (consideran­do 40 horas o menos), mientras que la tasa de desempleo tradiciona­l alcanzó a 10,3% en 2020.

Si se considera el periodo 2015-2020, la “Tasa de Problemas de Empleo” es superior en casi 6 puntos porcentual­es promedio a la tasa de desempleo “tradiciona­l”. La posibilida­d de contar con estos indicadore­s alternativ­os quizás permita al lector poder redimensio­nar los problemas de empleo que se enfrentan en el mercado de trabajo uruguayo.

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