Y COVID-19: una mala relación
La obesidad fue la quinta comorbilidad más frecuente entre los muertos por COVID-19 uno de cada cinco fallecidos en Uruguay era obeso. En Estados Unidos, el centro de control de enfermedades infecciosas comprobó que entre la población joven fallecida solía ser frecuente el sobrepeso. En este sentido, la nutricionista Laura Fazio dijo en el ciclo Calidad de Vida en El País que “tener un buen estado de nutrición es hoy muy importante” puesto que mejora el sistema inmunológico y la respuesta que puede dar el cuerpo contra la COVID-19. “Siendo importantísimos la distancia social y la higiene, pero también la alimentación”, afirmó. E ilustró con este ejemplo: “No es lo mismo que sobre una pared impacte un camión que dos camiones; dos camiones la derriban. Dos problemas en un cuerpo es más complicado. Y hay evidencia de que en aquellos pacientes que son obesos empeora” el cuadro provocado por la infección por SARS-COV-2. La obesidad es una enfermedad crónica, recidivante, de causa múltiple y raíces y consecuencias muy profundas porque afecta todo el organismo. Afecta las funciones de oxigenación, provoca aumento de la grasa, apnea del sueño, depósito de grasa en el hígado e insuficiencia en el uso de la glucosa, lo que conduce a la diabetes, entre otras cosas. Es una enfermedad progresiva que tiene potencialmente como compañeras a las enfermedades transmisibles crónicas y otras comorbilidades, como las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, el cáncer. El tratamiento se apoya en cuatro pilares fundamentales: la dieta, el ejercicio, las horas de sueño y la adecuación a las situaciones de estrés.