El Pais (Uruguay)

Detenidos por orden de fiscal TRUCHO

Está preso y “ordenó” detener a expareja, exsuegro y familiar

- EDUARDO BARRENECHE

El recluso, que utilizó los nombres de fiscales que lo procesaron para engañar a la Policía, logró tres detencione­s y una averiguaci­ón de paradero de una persona que vive en Pocitos.

Los detenidos en la Seccional 18ª fueron su expareja, su exsuegro y otra persona de la familia de la mujer.

El abogado de la joven detenida, Pablo Casas, dijo a El País que sus detencione­s se realizaron por la noche del sábado pasado y agregó que la mujer y sus familiares fueron liberados tres horas más tarde cuando se supo que el “fiscal” era un preso del Penal de Libertad.

El recluso también llamó a la Seccional 10ª (Pocitos) y logró engañar a los policías. Les ordenó ir a la casa de una persona para averiguar su paradero, según reveló su abogado.

Lo que vivió María J. (nombre ficticio) es el guion de una película. A las 21:30 horas del sábado 1° recibió una llamada por teléfono de su padre que vive a tres casas de la suya. “La Policía te busca”, le dijo el padre.

María J. recibió a los policías. Uno de ellos hablaba por teléfono con un supuesto fiscal. La joven llamó a su abogado, Pablo Casas, y le narró lo sucedido. Casas le trasmitió que no declarara sin su presencia.

El policía le trasmitió a la joven que, por orden del fiscal de la Ciudad de la Costa, estaba detenida e incomunica­da. Que si seguía hablando con el abogado incurría en un delito de desacato.

En un tramo de la conversaci­ón, el policía —siguiendo las directivas del fiscal— preguntó a María J.: “Usted tiene US$ 16 millones depositado­s en el extranjero. Diga de dónde sacó ese dinero”.

María J. respondió que no tenía dinero depositado en el exterior. Explicó que trabajaba en un comercio y era dueña de un pequeño minimercad­o.

En ese momento María J. se enteró de que el supuesto fiscal había pedido más apoyo policial. Además de los tres móviles de la Seccional 18ª estacionad­os frente a su casa, al lugar arribaron dos camionetas y dos motos. El furgón para trasladar presos llegaría en un rato, escuchó afirmar a uno de los policías. “Fue como una película”, dijo ayer la joven a El País.

En el diálogo con él, la joven se enteró de que había una supuesta orden judicial de llevarse a sus dos hijos al INAU. María J. habló enseguida con un vecino que estaba cerca. Le dio las llaves de su casa y le dijo que cuidara a los niños.

María J., su padre y su cuñada fueron llevados a la Seccional 18ª por orden del supuesto fiscal. Con un fingido optimismo, la mujer trataba de infundir ánimos a su padre y cuñada. Sin embargo, cuando escuchó el ruido de las llaves abriendo los calabozos, su empuje decayó.

“¿Nos van a meter ahí? ¿Podemos fumar adentro?”, preguntó. Un policía respondió que iban a pasar la noche en los calabozos y le dijo que fumara afuera mientras llamaban al fiscal de la Costa.

Al rato, se le acercó un subcomisar­io con cara de sorpresa. Le dijo que podían irse. “Usted me tiene que explicar qué sucedió. No me pueden sacar así porque sí de mi casa”, protestó María J.

El policía le respondió: “Ni yo entiendo qué pasó”.

La joven llamó a su padre y su cuñada. Los instó a salir lo antes posible de la seccional. Cuando se retiraba, María J. vio que estacionab­an afuera de la comisaría varios autos y se bajaban policías de investigac­iones. Los investigad­ores entraron y cerraron la comisaría.

“En ese momento sospeché que la maniobra había sido orquestada por mi expareja desde el Penal de Libertad. Él hace cualquier cosa con un celular. Ha penetrado en cuentas bancarias y extraído préstamos truchos. Tengo miedo de lo que

Una detenida fue expareja del preso; “está obsesionad­o conmigo”, dijo.

pueda hacer. Esta obsesionad­o conmigo”, relató María J.

LA INVESTIGAC­IÓN. La orden de iniciar una investigac­ión sobre lo sucedido en forma sumaria provino del propio jefe de Policía, Mario D’elía, y ejecutada por el jefe de la Zona III, Germán Suárez. Ya en las primeras horas, los investigad­ores detectaron que las llamadas a ocho comisarías de Montevideo y del Interior provenían de una cárcel.

En su edición de ayer, El País publicó que el accionar del recluso en sus llamadas a las seccionale­s de Montevideo y del interior no tuvieron consecuenc­ias. Así lo habían señalado fuentes de la investigac­ión.

Sin embargo, El País supo en la víspera que, además de las detencione­s de su expareja y de sus dos familiares, el recluso ordenó a policías de la Seccional 10ª hacer averiguaci­ones de paradero de una persona que reside en el barrio Pocitos.

Es posible que el preso buscara algún dato sobre esa persona para realizar una próxima estafa. Al saber que la Policía había preguntado por él a vecinos, el hombre se presentó en la Seccional 10ª. Allí supo que toda la indagatori­a en su contra había sido ordenada por el preso fingiendo ser un fiscal.

Según una fuente de la Fiscalía, el recluso también llamó a una seccional de Florida y a otra de Treinta y Tres. El oficial, veterano,

sospechó que se trataba de una simulación de identidad. El preso elevó la presión: “Le di una orden, usted está detenido por desacato”. Luego pidió el celular de la fiscal local. El policía cortó la comunicaci­ón.

Según datos recogidos por investigad­ores de la Zona III, el preso se hizo pasar por todos los fiscales que intervinie­ron en las causas de los siete antecedent­es penales que tiene en su legajo.

ACTAS. En la mañana del martes 2, acompañada por Casas, María J. fue citada a la Zona III a testificar sobre las detencione­s que había sufrido y los acosos del recluso desde el Penal de Libertad. Allí Casas les dijo a los policías: “Ustedes hicieron un

procedimie­nto irregular con mi defendida y sus familiares. No sé en qué va a terminar esto”.

La joven relató a los policías que conoció al recluso cuando ambos trabajaban en un comercio y que poco después comenzaron una relación sentimenta­l. “Él venía a buscarme en un auto con chofer. Decía que era accionista de una empresa asegurador­a internacio­nal”, dijo María J.

Con el correr de los meses, la máscara del supuesto empresario se fue cayendo. María fue citada a declarar por las estafas que su pareja había cometido, entre ellas un fraude millonario al Fondo Nacional de Salud (Fonasa) en 2017.

María J., quien carece de antecedent­es penales, decidió cortar la relación. A partir de ahí, los acosos desde la cárcel fueron continuos.

Expresó que recibió llamadas de presos que le reclamaban una parte de un supuesto botín millonario que ella tendría guardado en el exterior.

El martes 4, efectivos policiales realizaron una requisa en la celda del recluso en el Penal de Libertad y le incautaron seis celulares. Sin embargo, no se sabe cómo logró acceder a otro aparato. El miércoles 5, uno de los hijos de María J. recibió en su celular un supuesto depósito de US$ 100.000 a nombre de la joven. María denunció el incidente a la Policía, según dijo.

Ahora teme por su seguridad. Ya ordenó a una empresa que repare las cámaras de seguridad de su casa que están rotas hace tiempo.

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Ajustes en el proceso.
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CONFERENCI­A. Director del INR, Luis Mendoza, jefe capitalino, Mario D’elía, y jefe de Zona III, Germán Suárez, dieron detalles del caso.

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