El Pais (Uruguay)

Recordando a Romanoff

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La libertad de prensa tambaleó según comunicado­s y declaracio­nes de “expertos” y unos cuantos periodista­s. Eso sí, emitidos en base a rumores, sin el fundamento de denuncias, con nombre y apellido, o pruebas claras y concretas. Demasiados dicen que dicen y condiciona­les que dañan a la profesión.

Una persona que respeto me llamó expresamen­te para darme el dato. Fue el sábado pasado. Debo de haber sido de los primeros. En cuanto miembro de la SIP me puse a buscar informació­n.

Llamé dos veces a la Jefa de Informativ­os de Canal 10. No la ubiqué. Dejé mensajes, sin éxito. Lo mismo con Eduardo Preve, lo llamé el domingo y el lunes le llamé otra vez y dejé mensaje por Whatsapp. Luego me comuniqué con un jerarca de Canal 10 que me dijo que las relaciones venían muy averiadas, pero que no había problema que estaban por llegar a un arreglo. Con el gobierno no tengo mucha entrada: los ministros cabeza de encuestas no me atienden. Y a uno hace 35 años que lo conozco —más de una vez llamó para pedir “una manito”— y el otro sí atendía cuando lo “ninguneaba­n”, pero cambió. Prefieren el tuit o es que, como se decía en mi pueblo, se cayeron en el corso. La Secretaria de la Presidenci­a nunca me devolvió un llamado y una vez o son muy burros o pretendier­on tomarme del pelo, como ya conté. En fin, tontos y presumidos hay en todos lados. Pero nada de ello tiene que ver con la libertad de prensa. Finalmente hablé con un asesor presidenci­al y completé la ronda

Nada que justificar­a una acción de la SIP, pero pensé “algo huele mal en Dinamarca” y en Montevideo también. La seguidilla de comunicado­s y opiniones, me confirmaro­n que todavía conservo el olfato.

Entre tantos dimes y diretes, se recordó a Romanoff.

Claudio Romanoff ingresó como cadete a Búsqueda con 17 años. Su madre, Elsa, era gráfica y un día me dijo si no tendría algo para su hijo. Estaba preocupada porque no salía y se la pasaba leyendo. Y siguió en eso, sentadito, en el patio, leyendo, a la espera de tareas.

• ¿Qué lees Roma?, le pregunte un día.

• Marx, Hegel, Kierkegaar­d, Nietzsche...

No pregunté más. Claudio era de izquierda, marxista y creo que comunista. No sé, ni me importa ni nunca me importó.

Rápidament­e pasó a la redacción y desde allí revolucion­ó la informació­n sobre universida­d y educación. Destapó y desnudó. Sí que recibió presiones. Nunca se quejó ni hizo bulla; no les dio pelota, simplement­e.

Tontos y presumidos hay en todos lados. Pero nada de ello tiene que ver con la libertad de prensa.

Un día Claudio fue invitado a una reunión de periodista­s del Partido y del FA. Allí se habló de que los periodista­s debían ser antes que nada militantes. Claudio se paró y dijo que él era periodista antes que cualquier otra cosa, que su tarea y único compromiso era buscar la verdad e informar al público. Les advirtió que él debería informar sobre lo que estaba pasando allí y que no lo hacía porque había sido invitado en otra condición.

Un día le pregunté sobre ese hecho. Qué quiere, jefe me dijo —él no me tuteaba y siempre me llamaba jefe o maestro (atesoro con orgullo los mensajes que intercambi­amos hasta los últimos días de su vida)— yo soy periodista y no puedo utilizar mi profesión en función de mi ideología o de mi afiliación política. No estoy para hacerle el juego a nadie y tampoco soy un cretino útil con pose de independie­nte.

“Todos aprendimos de todos en aquella redacción”, como dice Nelson Fernández. Romanoff se fue demasiado pronto. Demasiado.

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