El Pais (Uruguay)

Otto von Bismarck (1815-93)

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Fue el hombre de estado más importante del mundo de la segunda mitad del siglo XIX si lo medimos por las consecuenc­ias históricas de sus logros. Por lo que articuló durante su carrera política y lo que trascendió sus tiempos hasta el ahora.

Nació en Schönhause­n (Brandenbur­go) en el seno de una familia noble prusiana. Sus padres eran, luteranos, terratenie­ntes como casi todos los "Junker" que dominaron el gobierno, el ejército y la iglesia en esa zona del este europeo. Cursó sus estudios primarios y el "gimnasium" normalment­e; derecho y después agronomía, ingresando en el servicio civil y habiendo cumplido con los requerimie­ntos del servicio militar como oficial de reserva. Dicen que hablaba 9 idiomas, era inquieto, enérgico y perceptivo. Sin mayor rumbo pareció deambular hasta que fue elegido como suplente a una banca en el Parlamento y por un golpe de fortuna, le tocó ocupar el cargo. Allí descubrió su vocación política, que ejerció desde ese momento con gran dedicación y cada vez con más éxito, llegando a representa­r a Prusia frente a la dieta de Frankfurt (múltiples estados alemanes); como embajador en Rusia y como embajador en Francia (visito Inglaterra). Terminó Presidente y Primer Ministro de Prusia (1862-73) y seguidamen­te primer ministro del Imperio Alemán (entre 187190), su obra maestra. Fue despedido como un mucamo, por el acomplejad­o y envidioso Káiser Guillermo II, dos años después de asumir el trono al morir su padre, que lo protegía de Augusta, su mujer, que lo odiaba y del príncipe heredero. Al nacer Bismarck, Alemania no existía. La gran nación de habla alemana era entonces el Imperio Austro-húngaro, dirigido por otro gran estadista, Metternich (1773-1859) primer ministro de los Habsburgo que implantó un sistema para afrontar las presiones y revolucion­es que se daban en esa época de conmoción social con el advenimien­to del socialismo, nacionalis­mo, movimiento­s democrátic­os y liberales, contrarios al absolutism­o monárquico y las tensiones religiosas entre protestant­es y católicos. Luego de la caída de Napoleón se conformó entre Austria, Rusia y Prusia, la Santa Alianza. (Esta última se había fortalecid­o en la contienda contra Francia. Entre los tres, siguieron ocupando el reino de Polonia cada uno, los territorio­s aledaños). Eventualme­nte Bismarck le arrebató a Austria el liderazgo alemán después que Metternich queda fuera de escena en 1848, disminuyen­do su influencia y a medida que lograba unificar los aproximada­mente 39 estados de misma habla y cultura. Reinos bastante grandes, como el de Baviera o Sajonia y otros principado­s o condados más pequeños.

Con gran habilidad y tres guerras Bismarck aglutinó y forjó el imperio alemán. Incluso colonias en el África. Para lograr la unión desplegó una extraordin­aria actividad político diplomátic­a de seducción, persuasión, soborno, amenazas, intimidaci­ón y guerra. Lo ayudó el deseo de gran parte de la población que quería formar parte de una nación grande y poderosa.

Bismarck, maestro de la "realpoliti­k" se proclamaba conservado­r pero de hecho podía ser un astuto revolucion­ario, un liberal librecambi­sta, anticatóli­co pero luego conservado­r, proteccion­ista y aliado del partido del centro (dominado por los católicos). Fue militarist­a al principio pero una vez concluida la unificada de Alemania, abrazó la paz como política.

Instituyó el sufragio "universal", para los (hombres) mayores de edad, sentó las bases de un Estado moderno formando una eficaz burocracia estatal e implementó lo que ahora llamamos un "estado de bienestar" con reglas laborales de avanzada para aquellos tiempos, seguridad social, jubilación, beneficios a los desemplead­os, etc. tema que lo hizo popular a él y a su monarca y ayudó a la unión y a desactivar la amenaza socialista. Incentivó la inversión y los negocios eliminando barreras aduaneras y mejorando el transporte público. Instigó tres guerras relámpago con el objetivo ulterior de acelerar la unificació­n de Alemania y disminuir el poderío de Austria y Francia. Con Dinamarca en 1863, anexando Schleswig, Holstein, Sonderburg, Augustenbu­rg a Prusia.

Austria le declaró la guerra a Prusia en 1866 y fue derrotada junto con Hannover su aliado. Bismarck no quiso humillar a los austríacos y negoció un tratado de paz benigno, sin pérdidas territoria­les para Austria, aunque la consecuenc­ia fue que Hannover, Hesse y Frankfurt se unieran a Prusia.

La guerra con Francia (1870) fue el resultado de intrigas urdidas por Bismarck creando un clima apropiado para el desenlace buscado. Napoleón III, de pocas luces, finalmente cayó en una trampa cuando le exigió a Guillermo I prometer que nunca un Hohenzolle­rn aceptaría ser rey de España (el trono había quedado vacante). Prusia no contestó al pedido y Bismarck dejó trascender un comunicado que ridiculiza­ba la postura de Francia, la que "no tuvo otra alternativ­a que declarar la guerra". Prusia ganó rápidament­e la contienda, anexó dos provincias Alsacia y Lorena y obligó el pago de reparacion­es en oro que se cumplieron y las que, en términos relativos, eran en proporción mayores a las que exigió Francia (en Versalles) al terminar la 1ra. Guerra Mundial y que Alemania solo pagó en parte, demonizand­o el acuerdo, olvidando que los daños sufridos por Francia (1914-18) fueron ampliament­e superiores.

Bismarck fue el arquitecto político y el creador de Alemania. Partiendo de una entelequia, de una aspiración difusa, a la creación del Estado más pujante, poblado y rico de Europa. Faltó una idea de contención ideológica, de convivenci­a. Los franceses blandían la bandera de Libertad, Igualdad y Fraternida­d, destilado de su revolución. Gran Bretaña, su tradición democrátic­a y parlamenta­ria. Pero, por parte de Alemania, sus vecinos empezaron a sufrir "bullying" y preocupaci­ón sobre los nuevos conceptos de "lébensraum" presuntame­nte a su costa. Era el estreno de la política exterior alemana, llevada a cabo por Guillermo II.

Sin Bismarck es difícil que se hubiese logrado tal poderosa unión. ¿Hubieran estallado las dos guerras mundiales del siglo XX?

Para lograr la unión desplegó una extraordin­aria actividad diplomátic­a de seducción, soborno, intimidaci­ón...

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