Preocupa el nivel del sismo del sábado
La geóloga aseguró que espera que el sismo de Florida haga que quienes “toman las decisiones” se den cuenta que es necesario invertir para conocer la actividad sísmica que hay en Uruguay y sus alcances
El sábado 8 de mayo, vecinos de Molles del Timote, departamento de Florida, reportaron que tembló la tierra. Luego de varios análisis y comprobaciones, los geólogos de Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, liderados por Leda Sánchez, determinaron que se trató de un sismo de 4,6 en la escala Richter y se pusieron en alerta.
Sánchez, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del Área Geociencias de Pedecbiba y de Facultad de Ciencias, advirtió que la situación debe preocupar a las autoridades nacionales y departamentales si quieren proteger a la población.
Sobre la razón por la que se producen los sismos y la situación en Uruguay, la especialista conversó con El País.
—¿Se reportaron más eventos sismológicos en los últimos años?
—No es que hubo más eventos, lo que tuvimos fue un incremento en la cantidad de estaciones sismológicas instaladas que nos permite un registro de la actividad minera de las voladuras de cantera hasta actividad sísmica en territorio nacional. La red de monitoreo en Uruguay se consolidó en 2016. La realidad es que cuando tenés mayor cantidad de equipos dispuestos a lo largo y ancho del país, tenés mayor registro de los de los eventos acá y alrededor del mundo. Eso te da otro panorama. En 2013 instalamos la primera estación sismológica. Fuimos el último país del continente en lograrlo. Sin embargo, cada estación cubre 100 o 150 kilómetros a la redonda. En 2015 la División Nacional de Minería y Geología (Dinamige) adquirió 14 acelerómetros que fueron instalados en el correr del 2016. Nosotros hacemos todo y no tenemos personal que trabaje 100% para esto, entonces el trabajo se hace muy muy complicado.
—¿Por qué un evento de esta naturaleza preocupó a los integrantes del Observatorio Geofísico de Uruguay?
—Nos puso en alerta y estamos profundamente preocupados por qué es un evento de magnitud 4,6, que si no hubiese sido en el medio del campo podría haber tenido consecuencias dramáticas. Desde el sábado estamos revisando registros anteriores por si hubo un evento precursor y estamos controlando y monitoreando si existe el registro de una réplica. Nos preocupa porque es un área de rocas viejas duras en una zona donde no habíamos registrado prácticamente actividad, siempre de menor magnitud. —¿Qué tan grave es que haya sido de 4,6? —Tal vez en Chile este evento no sería nada, pero en un territorio donde no hay una cultura de percepción de los sismos no podemos hacer frente a un terremoto de esta magnitud. Por suerte ocurrió en el lugar donde ocurrió y no más cercano a Montevideo o Las Piedras, como fueron los anteriores. Hubiese sido muy diferente y mucho más peligroso para los ciudadanos del país. Espero que esto le llame la atención a quienes toman las decisiones del actual gobierno y entiendan que es importante hacer inversiones para investigar.
—¿Qué le falta al Observatorio para poder cumplir con sus tareas más eficazmente? —Alrededor del mundo los observatorios funcionan con una pata en la academia y otra pata en el Estado. Esta última tiene que ser la más pesada, porque se trabaja con los sistemas nacionales de emergencia. Nosotros durante años lo vinimos haciendo con el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) y le informamos de eventos de actividad sísmica. Sin embargo, tiene que haber una estructura organizada que esté centralizada en el Observatorio y que tenga presupuesto. No puedo seguir siendo yo misma quien compra el equipamiento, pague su mantenimiento; o sea, yo quien sea quien lo pide prestado a la Academia de China o de Brasil. Es algo que tiene un alcance nacional, que debería tener un interés nacional o interés por la población. Tenemos déficit de personal, de recursos, el Observatorio no tiene presupuesto; lo que tenemos es una
gran gran voluntad y una gran, gran preocupación por lo que pasa en el territorio nacional en relación a la actividad sísmica.
—¿En qué se debe trabajar para prevenir riesgos para la población?
—Tenemos que empezar a hacer mapas de riesgo sísmico a nivel nacional, pero eso ahora es imposible porque no tenemos los recursos. Desde la academia viene el talento intelectual y, aunque tenemos chicos muy talentosos trabajando, tenemos que formar más profesionales. Además, necesitamos equipos. Hoy tenemos cuatro equipos funcionando en una red de 12 estaciones que por diversos motivos se vieron afectadas y que la pandemia nos impidió mantener.
—¿Cuál sería el escenario ideal para el monitoreo?
— Lo ideal sería tener un sismógrafo por departamento (son equipos que cuestan entre US$ 16.000 y US$ 20.000) y otros equipos más sencillos de apoyo (que cuestan unos US$ 2.000). Entiendo que tal vez esa inversión no es lo mismo para cada intendencia, por ejemplo. Pero si se compraran unos nueve sismógrafos (cada uno entre dos departamentos), la situación sería otra. Es importante que las autoridades vean que esto es un tema de interés nacional. Así como estamos vacunando (contra el coronavirus), tenemos que proteger a todo el territorio de la misma manera.
“Tenemos que hacer mapas de riesgo sísmico a nivel nacional, pero eso es imposible porque no tenemos los recursos”.