El Pais (Uruguay)

Colombia y la lente ideológica

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Las visiones ideológica­s distorsion­an la realidad. Enfocan solo un aspecto y absolutiza­n la gravitació­n que tiene en el acontecimi­ento que describen.

Las estratagem­as ideológica­s son la regla en Cuba, donde el castrismo culpa al “imperialis­mo” y al “bloqueo” de todos los males padecidos por los cubanos, ocultando nada menos que la causa principal: la dictadura y su modelo económico ruinoso.

El mismo argumento retumba en Venezuela, ocultando como causante del desastre económico y social al calamitoso régimen chavista.

Recurriend­o a otros demonios, pero básicament­e al mismo esquema argumental, ahora lo está haciendo el uribismo con la ola de protestas en Colombia.

La gravitació­n sobre el gobierno que tiene Álvaro Uribe por haber llevado a Iván Duque a la presidenci­a, se percibe en su influencia sobre la cúpula militar y en la respuesta represiva a las protestas.

Según Uribe, lo que ocurre en Colombia fue causado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencia­s de las

FARC y el narcotráfi­co, con Maduro como propiciado­r externo. Es posible que esos elementos estén presentes, pero en modo alguno explican lo que está ocurriendo.

La causa de las masivas protestas fueron los ajustes en plena pandemia, a contramano del mundo. Hasta un ortodoxo como Paulo Guedes inyectó dinero en la sociedad brasileña para atenuar la recesión causada por la pandemia. En cambio Duque priorizó tanto la sostenibil­idad de la deuda, que desató una gravísima crisis social. A eso le sumó represión y militariza­ción de ciudades, poniendo en evidencia la gravitació­n de Uribe.

A su vez, Uribe evidenció, a través de Twitter, la influencia de un ideólogo ultraconse­rvador chileno. Usó conceptos que Alexis López Tapia utiliza para justificar la militariza­ción de la sociedad, argumentan­do que todas las protestas contra políticas que afectan a las clases medias y bajas, son generadas por “enemigos” que quieren instaurar “el comunismo”.

Uno de los conceptos que delató esa influencia es “revolución molecular disipada”, tomado y deformado del libro “Revolución Molecurar”, donde el filosofo y psicoanali­sta francés Felix Guattari, reflexiona sobre la potenciali­dad transforma­dora de grupos sociales pequeños y minorías marginadas.

Como todos los que siguen al entomólogo chileno que se dedicó a lucubrar argumentac­iones ideológica­s, incluido el gobierno de Sebastián Piñera, el expresiden­te colombiano busca instaurar el “estado de excepción” para imponer su visión económica, llamando “comunista” y “castro-chavista” a quienes la resistan.

Por Uribe, el gobierno de Duque cometió el mismo error que había cometido Piñera frente a las protestas que estallaron en el 2019 en Chile. El resultado de la represión fue el mismo: gobiernos debilitado­s y la paz social incendiada por los que apagan el fuego con nafta.

Según la lente ideológica ultraderec­hista, el estallido en Chile no fue la consecuenc­ia de un nivel peligroso de desigualda­d, sino de un plan lucubrado en Cuba, organizado en Caracas y financiado por narcos. Del mismo modo se orquestó, según esta interpreta­ción conspirati­va usada por el uribismo, la protesta en Colombia. El problema no fue la política de Duque favorecien­do a los bancos mientras las clases medias y bajas se hundían en la recesión que produjo la pandemia, sino las FARC, el ELN, el narcotráfi­co y Maduro.

Se vio caer la gota que rebasó el vaso: una reforma tributaria que, si bien incrementa­ba los impuestos a los ingresos altos, también aumentaba la carga impositiva en los ingresos medios, además de impactar sobre las clases media y baja al subir gravámenes en bienes y servicios básicos.

Está a la vista que la dimensión de la protesta colombiana es oceánica, pero la lente ideológica solo enfoca a los grupos violentos como si no fueran ínfimos en las manifestac­iones. El objetivo de esa deformació­n de la realidad visible es denunciar una conspiraci­ón “castrochav­ista” apuntada a “instalar el comunismo” en Colombia.

En América Latina, en izquierdas y derechas hay quienes siguen las recetas que van desde el jurista alemán Karl Schmitt hasta sus reciclador­es actuales, buscando reemplazar el Estado de Derecho por el Estado de Excepción, como lo advierte el pensador italiano Giorgio Agamben en lúcidas y cruciales páginas de su obra.

La gravitació­n que tiene Uribe por haber llevado a Duque a la presidenci­a, se percibe en su influencia sobre la cúpula militar.

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