El Pais (Uruguay)

La sombra de los dos gallos

- CLAUDIO FANTINI

Cada vez que una cuestión espinosa divide agriamente a los españoles, sobre el país parecen deambular las sombras de los dos gallos del poema de Sánchez Ferlosio que Los Olimareños interpreta­ron estupendam­ente.

La agresivida­d en el discurso político aumenta la crispación de la sociedad. Las acusacione­s cruzadas entre oficialist­as y opositores están llegando a ser tan graves, que el sector de la sociedad que rechaza los fanatismos, los ideologism­os y la intoleranc­ia teme que la irresponsa­bilidad política reviva al gallo negro y al gallo rojo de la metáfora de la guerra civil.

El voltaje de los discursos lleva años escalando peligrosam­ente. La aparición del antisistem­a izquierdis­ta liderado por Unidas Podemos, y del ultranacio­nalismo con aires falangista­s que encarna Vox, corren por izquierda y por derecha al bipartidis­mo, forzándolo a la radicaliza­ción que lo oscurece y podría allanar el camino a la violencia política.

La cuestión espinosa de estos días es el indulto que dará Pedro Sánchez a los nueves presos del “procés”. Para el Partido Popular, Vox y Ciudadanos, se trata de una traición a España que perpetrará el gobierno liderado por el PSOE.

A su vez, los independen­tistas catalanes cuestionan los indultos diciendo que lo que debe dictar el gobierno de España es una amnistía.

¿Quién tiene razón? ¿La parte del arco político que considera al jefe de gobierno un “traidor”, o la parte que apoya la decisión de indultar a los independen­tistas presos?

La respuesta la darán los resultados que tenga en la sociedad esta medida. Pero está claro que el gobierno tiene “una razón” que no es descabella­da ni premia a quienes quieren romper España. Aunque es un gran orador, Sánchez no supo explicar el aspecto necesario del indulto. Y ese aspecto necesario es tener un gesto de distensión hacia la porción de la sociedad catalana que votó a la dirigencia y, por ende, a su plan secesionis­ta.

LA BITÁCORA

De tal modo, el indulto es un “gesto concreto” hacia Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Raúl Romeva, Josep Rull, Joaquin Forn y los tres Jordis (Turull, Cuixart y Sánchez), porque los saca de la cárcel, y a la vez es un “gesto simbólico” de acercamien­to hacia los millones de catalanes que los votaron. Y ese gesto, a la vez concreto y simbólico, no afecta la considerac­ión de delito que la justicia española aplicó a la realizació­n del referéndum secesionis­ta del 2017.

En todo caso, la traición a España se habría concretado si, en lugar de indultar, Pedro Sánchez hubiera amnistiado a los nueve independen­tistas. Amnistiarl­os habría premiado a Carles Puigdemont, expresiden­t de la Generalita­t que conservó su libertad porque huyó del país.

La clave de esa razón que tiene la decisión de Sánchez y puede no ser “la razón” pero tiene un fundamento atendible, está precisamen­te en la diferencia entre indulto y amnistía, así como también en la crítica al indulto y el reclamo de amnistía que hacen los independen­tistas: el indulto es el perdón de “la pena” que correspond­e a un delito, por lo tanto mantiene el carácter delictivo de una acción y la responsabi­lidad de quien la cometió; mientras que la amnistía perdona “ciertos tipos de delitos”, por lo tanto diluye el carácter delictivo de una acción, extinguien­do la responsabi­lidad de quien la cometió.

Al cuestionar la medida, los presos del “procés” no están ridiculiza­ndo a Sánchez, como argumentan el PP, Ciudadanos y Vox. Por el contrario, resaltan esa razón que hay en el indulto y que puede ser discutible, pero amerita moderar la crítica quitándole la palabra “traición”.

Lo que no puede evitar el lado razonable del indulto, es la crispación “in crescendo” que está tensando peligrosam­ente a España y, por momentos, hace temer el regreso de los dos gallos.

Lo que no puede evitar el lado razonable del indulto es la crispación “in crescendo” en España, que hace temer el regreso de los dos gallos.

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