Las olas de la violencia
Esteban Szabados | Brasil
Los datos del “Global Peace Index” (índice de la paz mundial), organizado por el Instituto para la economía y la paz de la universidad de Sidney, indican que son los brasileños los que más temen ser víctimas de violencia en el mundo.
El 83 % de la población está asustada frente a la alta criminalidad registrada y percibida a flor de piel. Además, se le añade a esto la inestabilidad política, la disponibilidad de armamento por parte de la población, la represión policial desmedida, los conflictos sociales, la crisis económica causada por la pandemia de la Covid-19, la corrupción institucional y la educación en rojo.
Así, Brasil cae en la lista de más paz a menos paz, o sea, hay más inseguridad ciudadana.
En este momento, ocupa en la lista el puesto número 128; ya había estado en el 109. Y esta situación de mayor deterioro social tiene como consecuencia directa más conflicto, como un bucle, ya que el debate sobre su solución se polariza: unos quieren más acción policial o militar, mientras que otros abogan por reformas y proyectos que puedan inserir a las personas que están marginadas por varias razones, desde las sociales (sin cualificación) hasta las culturales.
Por otra parte, gracias a estudios recientes, sabemos que las sociedades polarizadas, divididas, frenan su progreso económico, estancándose socialmente, generando inestabilidad política y comprometiendo la salud de su población. Además, el sociólogo de la universidad de Harvard, Chris Bail, sostiene que las personas que viven situaciones de polarización, sufren hipertensión, depresión y ansiedad.
Por mi parte, creo que vivir en un país con tanta violencia es como estar en el mar, expectante frente a las olas que me pueden machacar contra el fondo. Y solo puedo estar a la defensiva: respirar, bucear, subir a la superficie y volver a esperar la próxima ola.