El Pais (Uruguay)

Recordando a Larrañaga

- Mario Arcos Pérez |

@|Sin

duda que el fallecimie­nto del Dr. Jorge Larrañaga ha dejado en todo el Uruguay un gran vacío, difícil de superar, marcando dentro de las filas del Partido Nacional la pérdida de un caudillo indiscutib­le de enorme honestidad.

Ausencia que al día de hoy sigue palpitando en los corazones de quienes lo seguimos y fuimos aliados de una acción descollant­e en su pasaje por el Ministerio del Interior.

Conocimos su escala de combate en todos los frentes que le tocó asumir. Custodió nuestros hogares sin medir costos, poniendo siempre por delante esa coraza combativa en pos de lograr una paz social que hoy continúa, gracias a su legado.

Pero por arriba de esa entrega tuvo la inteligenc­ia de formar equipos con marcada sensibilid­ad política y humanístic­a logrando ser líder de un accionar limpio, respetuoso y ejemplar.

Es la calidad de toda persona que brega con pasión por sus ideales, que mantuvo siempre una antorcha encendida con positiva y sacrificad­a luz por el bien de su pueblo.

Este político está hoy vigente y presente en las mentes de los uruguayos creyentes de ese legado de luz motora.

Un político con carácter sincero, frontal y exigente con sus ideas que veló por la sociedad que tanto quería.

Un político que custodió los valores y principios rectores que rigen en la conciencia de todo hombre de bien.

Un político que cargó una pesada mochila, se la puso al hombro, dijo presente y comenzó su largo camino con las únicas baterías que lo acompañaro­n: la razón y el corazón de una larga travesía…

Un político que conquistó la admiración de sus Jefes de Policía en todo el país. Aquellos mismos que con sus patrullas, sirenas al viento y luces encendidas rodeaban en una tarde fría el Palacio Legislativ­o, en señal de despedida a su jefe, con profunda emoción lagrimal.

Un político que enfrentó enormes batallas, que sufrió decepcione­s, noches y madrugadas planifican­do una causa, aquella: “Hay orden de no aflojar”.

Un político de estirpe que deja una vara de admiración y ejemplo en lo más alto del cielo patrio.

Un político que fue fiel a su Presidente y que como soldado aceptó aquella “cruzada” que transformó el dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecid­o.

Como decía el General José Gervasio Artigas a Félix Gómez: “Cuando se trata de salvar los intereses públicos se sacrifican los particular­es”.

Quedará para siempre en la retina de los uruguayos como de los mejores Ministros del Interior que tuvo la República. Montevideo

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